Historias
“Volver a casa fue un milagro”: la lucha de Matías Olivieri tras su grave accidente

Reconocido en San Francisco por su trayectoria deportiva, Matías Olivieri sobrevivió a un choque contra un caballo suelto en la ruta nacional 19. Recibió el alta en diciembre de 2024 y continúa su rehabilitación. Junto a su pareja, Micaela Cisneros, repasa lo ocurrido y apunta contra la falta de medidas para evitar este tipo de siniestros.
Por Luis Giordano
La noche del 12 de noviembre de 2024 marcó un antes y un después en la vida de Matías Olivieri. El joven deportista de San Francisco, con amplio recorrido en torneos de tiro deportivo, se dirigía a Rafaela cuando colisionó con un caballo suelto sobre la ruta nacional 19, a la altura del kilómetro 122, cerca del cruce con Estación Josefina. El impacto fue tan grave que quedó inconsciente, con múltiples lesiones, y su estado fue crítico durante semanas.
Olivieri fue derivado al Hospital Iturraspe, donde permaneció más de 40 días internado, y luego continuó su recuperación en distintos centros médicos. En diciembre recibió el alta médica y volvió a su casa. Desde entonces, el proceso de rehabilitación ha sido constante, con sesiones de terapia varias veces por semana. Aunque logró recuperar su movilidad, aún enfrenta dificultades en el habla, una de las secuelas más visibles que le dejó el siniestro.
En una entrevista con Posta /LA VOZ DE SAN JUSTO, Matías y su pareja, Micaela Cisneros, repasaron lo vivido, los meses de internación, el acompañamiento familiar y la situación actual, marcada por avances lentos, pero firmes.
“No me acuerdo absolutamente nada”, destacó Matías al ser consultado sobre cómo fue el momento del accidente. Lo poco que puede reconstruir del momento previo es que se dirigía hacia Rafaela y que estaba a unos pocos kilómetros de San Francisco. Sobre el impacto, el traslado y los primeros días de internación, no conserva ningún recuerdo. Recién varias semanas después, cuando fue derivado a un centro médico en Córdoba, comenzó a recuperar algo de conciencia.

Guadalupe no se llama así por casualidad. “Le pusimos ese nombre por la Virgencita”, cuenta Micaela. Durante los días más duros de la internación, la fe fue un refugio. “Todos los días le prendíamos una velita por su papá. Sentimos que ella —la Virgen— nos iluminó en todo este largo y triste camino”, dice, con la certeza de quien atravesó la tormenta y aún guarda la esperanza entre las manos.
El momento de la trágica noticia y los primeros días
Quien sí lo recuerda todo es Micaela, que estuvo al frente del acompañamiento desde el primer instante. “La noche que me avisaron, en realidad le hablaron a mi mamá, porque una amiga mía no se animaba a decírmelo. Salí volando al hospital con otra amiga y llegué antes que la ambulancia”, comentó. “Cuando llegó, con la sirena a todo lo que da, lo vi ahí y fue horrible. Estaba muy mal, ahí se me vino el mundo abajo”, agregó.
Los partes médicos diarios eran poco alentadores. “Los primeros días los partes médicos eran siempre malos, siempre aparecía algo nuevo. Una bacteria, una complicación. Fueron días eternos. Y había que estar atenta al teléfono todo el tiempo”, recordó.
Mientras tanto, en casa estaba Guadalupe, la hija de un año que tienen en común y quien fue muy importante en la recuperación de Matías y en el cable a tierra de Micaela. “Ella es nuestro motor, tenía que estar bien por ella y por Matías. La situación fue un cachetazo para todos, nos cambió la vida al 100%”, afirmó Micaela.
Rehabilitación y cambios
Luego del alta médica, Matías volvió a su casa en silla de ruedas y usando pañales. Fue durante su estadía en el Grupo “Vida Plena” que comenzó un proceso de rehabilitación más intenso, que dio sus frutos. “Ahí le sacaron los pañales, comenzó con la terapia física y del habla. Hoy estamos mucho mejor”, comentó Micaela.
En términos de movilidad, Matías evolucionó bien. “Estoy perfecto, gracias a Dios, volver a casa fue un milagro”, destacó el deportista. Sin embargo, la mayor dificultad continúa siendo el habla. Por eso, asiste a terapia entre lunes y jueves, con seguimiento profesional permanente. “Ahora están de vacaciones, pero la semana próxima retoma. Siento que es una gran ayuda para él. Es un trabajo que sigue, pero vamos bien”, remarcó su pareja.

Durante la internación, y aún ahora, Micaela fue quien sostuvo toda la estructura familiar. “Pasé a ser la cabeza de la familia. Hice y hago lo que puedo. Ya hice todo por él, ahora está en él poner de su parte para recuperarse”, reflexionó junto a Matías.
Olivieri, por su parte, reconoce ese esfuerzo de su compañera de vida. “Micaela es una gran compañía y es de gran ayuda para mí”, manifestó. “Ella se cargó todo al hombro, el trabajo, la casa, todo. Sé que fueron días muy duros”, agregó.
El impacto en la comunidad
El caso de Olivieri generó un fuerte impacto en San Francisco y la región. La noticia del accidente se viralizó rápidamente y muchas personas se pusieron a disposición. “Nos sorprendió mucho la repercusión. En el súper, en la carnicería, todos me saludaban, me preguntaban. Fue una situación extrema”, comentó Matías.
Para muchos, ver a Matías de pie hoy, caminando, en su casa, es algo impensado si se tiene en cuenta el estado en que llegó al hospital. “Los que lo vieron ese día, no pueden creer cómo está ahora. Fue muy grave. Y por eso, su recuperación también tiene un valor enorme”, señaló Micaela.
La problemática de los caballos sueltos
El accidente fue causado por un caballo suelto en la ruta, una problemática que sigue sin resolverse. “Después del accidente de Matías, hubo otro accidente similar, y falleció un chico. Y siguen los caballos sueltos. Nada cambió”, denunció Micaela.
Para la pareja, la responsabilidad no es de los animales sino de sus cuidadores. “Los caballos no tienen la culpa. Es la gente que los maltrata, que los deja sueltos, que no se hace cargo. Y eso no cambia”, sostuvo. En este sentido, añadió: “Ni siquiera el accidente de Matías sirvió para que esa gente tome conciencia. Nadie apareció. No sabemos quién era el dueño del caballo y así quedó todo”
Sobre la posibilidad de iniciar acciones legales, decidieron no hacerlo. “Mucha gente se ofreció a ayudarnos para elevar el caso, pero Matías no quiere. Él siente que sería en vano, que seguiría igual. Que hay que tratar con gente que no toma conciencia, y no tiene ganas de meterse en eso. Prefiere seguir con su vida, con su recuperación”, explicó Micaela.
Una rutina distinta, una vida nueva
Hoy, la rutina de Matías y su familia gira en torno a las terapias, la vida en casa y el cuidado de su hija. Ya no hay torneos, viajes ni actividades deportivas, aunque no descartan que más adelante pueda retomar alguna de sus pasiones. Por ahora, el objetivo es claro: mejorar día a día.
“Estamos juntos y eso ya es mucho”, resumieron. La familia, que definen como chica pero fuerte, es el núcleo donde todo se sostiene. “Siempre estuvieron para mí, eso lo voy a agradecer toda la vida”, declaró Matías.
Matías y Micaela enfrentaron el golpe más duro de sus vidas, pero lo hicieron juntos. Lo que atravesaron los transformó, los sacudió, pero también los unió más. Hoy, más allá de las secuelas, las terapias y los días difíciles, se acompañan, se entienden y se sostienen. Son una pareja que aprendió a resistir cuando todo tambaleaba, que se reinventó en medio de la adversidad y que sigue adelante, paso a paso, como un equipo. Porque en esta historia no hay lugar para uno sin el otro.
