¿Y si se alienta al que produce?
Con acuerdo con el FMI o sin él, la receta sigue siendo la misma. En su rechazo al cierre de las ventas al exterior de harina y aceite de soja, el ministro de Agricultura cordobés sugirió un camino distinto con una pregunta ineludible: "¿Y si probamos una vez estimulando al que produce?".
El gobierno nacional decidió cerrar el registro para exportar harina y aceite de soja, lo que podría derivar en la suba de los derechos de exportación de ambos productos. La intención oficial sería subir la alícuota del actual 31% al 33%, cuyo resultado, según cálculos de especialistas, sería una recaudación adicional de US$ 410,2 millones, en un contexto de estrechez fiscal y de divisas, dos grandes preocupaciones tras el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Vale señalar que el 30 por ciento de las exportaciones de este año corresponden al complejo sojero, que en 2021 había aportado 9.000 millones de dólares al fisco, mientas se estima que la eliminación del diferencial pueda redundar en otros 400 millones, aunque todo depende del volumen final de las exportaciones.
La medida fue dispuesta luego de que, días atrás, el ministro de Agricultura de la Nación afirmara que no se tomaría. Por cierto, no sorprende este tipo de situaciones cuando se tiene enfrente a un gobierno cuya característica discursiva perenne ha sido la contradicción. Sin embargo, la medida es otra vez un elemento distorsivo en la relación con el sector agropecuario. De concretarse la impresión de que las retenciones volverán a subir, el conflicto podría escalar, lo que no sería aconsejable dadas las actuales circunstancias socioeconómicas.
No obstante, más allá de las repercusiones que podría tener la suba de retenciones a la exportación de los productos agrícolas, se reabre una vieja costumbre de los distintos gobiernos argentinos: el empecinamiento en repetir recetas que no han dado resultados a lo largo del tiempo. Y la intención siempre vigente de que el ajuste necesario en las cuentas públicas sea pagado por el sector privado. En este caso, nuevamente, el agropecuario, verdadero motor de la producción nacional.
El cierre del registro de exportaciones ha sido cuestionado de modo inmediato por los gobernadores de Santa Fe y Córdoba. El mandatario de la vecina provincia sostuvo que "la suspensión de las exportaciones de harinas y aceite de soja, frenará el ingreso de las divisas que necesita el país. Se debe tener cuidado con incentivar a la desindustrialización. Lo que necesitamos es agregar valor, generar empleos y lograr inversiones". Por su parte, el cordobés Schiaretti difundió un mensaje en su cuenta de Twitter rechazando la suspensión. Dijo que "perjudica la producción cordobesa y va en contra del ingreso de divisas que son necesarias para nuestro país". En términos similares se expresó el ministro de Agricultura y Ganadería de Córdoba, Sergio Busso, por la misma red social. "El cierre de las exportaciones de harina y aceite de soja es repetir recetas que sabemos no funcionan y sólo generan más incertidumbre, desalientan la producción e inversión y privan el ingreso de divisas al país".
Dos de las provincias más importantes cuando se habla de la producción de granos han expresado su rechazo a esta nueva avanzada que parece ir otra vez contra los ingresos del interior del país. No se comprende en los escritorios porteños que medidas como la adoptada desincentivan la producción del agro. Porque más allá del temporario crecimiento de los precios internacionales, la fenomenal quita de ingresos que las retenciones generan es un motivo central para que, en regiones como la nuestra, no se genere empleo, no se promueva una economía dinámica y no se favorezca el desarrollo.
En definitiva, con acuerdo con el FMI o sin él, la receta sigue siendo la misma. En su rechazo al cierre de las ventas al exterior de harina y aceite de soja, el ministro de Agricultura cordobés sugirió un camino distinto con una pregunta ineludible: "¿Y si probamos una vez estimulando al que produce?".