Volver a casa, pos euforia
La exacerbación fue tal, que no dormimos. Y esto no es literal, el maldito gol de Marcos Rojo no nos permitió pegar un ojo y nos invitó, a nosotros los futboleros, a dialogar sobre este deporte, mientras apreciábamos el amanecer de una de las ciudades más hermosas del mundo.
Por Luciano Olivero
Seguramente leyendo estas líneas ustedes afirmarán nuestra locura. Que en medio de esta revolución mundialista, no queda descartada como diagnóstico, aunque yo diría que fue solo una excepción, producto de una noche histórica.
Dejamos correr las horas y salimos a caminar. Intentando disfrutar esta maravillosa ciudad. Pero las cosas se complicaron, Néstor, amigo y colega, perdió la billetera a la salida del Metro y arrancó la osadía. Como todo lo hacemos en grupo, fuimos en masa a la dependencia policial y allí una nueva experiencia comunicacional.
Primero, una dulce mujer rusa, policía, nos atendió con un básico inglés y nos hizo pasar a una habitación. Solo cinco minutos de reloj y apareció Vladimir, ruso, robusto, cara de malo, seño fruncido y como si eso fuese poco, una pistola en la mano. Un detective de películas rusas.
Dijo algo, no entendimos, pero al final de la frase, soltó una sonrisa, que nos dio alivio.
Llegó sin que lo llamemos y se fue sin que le digamos nada. Pero regresó. Traía en sus manos una planilla, en inglés por suerte, que completamos principalmente con nuestros teléfonos y explicando - a medias - las cosas que estaban dentro de la billetera perdida.
Vladimir - así decía su nombre en la camisa - retiró la hoja y nos señaló la puerta. Otro agente a su lado, en ruso mezclado con inglés, explicó que revisarían las cámaras del metro y que si tenían novedades, nos llamarían a los números que anotamos.
Salimos, almorzamos y comenzamos a recorrer este genial San Petersburgo. Las horas pasaron y el horario del tren llegó. El teléfono nunca sonó, eso quiere decir que la billetera, al menos por ayer, no apareció, de todos modos, no subestimamos la capacidad investigativa de Vladimir y sus amigos detectives y somos tan optimistas con esta selección, que seguramente cuando regresemos para semifinales a San Petersburgo, Vladimir tendrá en su mano, los 10.000 rublos y algunas tarjetas perdidas. Otra vez al tren, otra vez Moscú y a continuar esta travesía.