Volcán Lanín: 29 años de la aventura que marcó a una generación de sanfrancisqueños
Era diciembre de 1990 y 31 jóvenes junto a dos profesores llegaron a la cumbre, a 3776 metros de altura. Una hazaña inolvidable de montañismo que marcó a toda una generación de adolescentes de nuestra ciudad, a los que la naturaleza no pudo vencer.
Alejandro Kuznitzky mira en el diario
incrédulo su foto a los 16 años en el borde del volcán Lanín. En aquel momento
era diciembre de 1990, estaba con su hermana Raquel y amigos en una aventura
que se transformó en inolvidable.
Mira de nuevo ese recorte de LA VOZ DE SAN JUSTO recordando la auténtica epopeya de la que fue protagonista 29 años atrás y que cambió su vida.
Aquel día, junto con 30 compañeros sumados al profesor Luis De Franceschi festejaban haber cumplido su meta de llegar al volcán Lanín y sentirse los más poderosos del mundo, nada más ni nada menos que a 3776 metros sobre el nivel del mar.
El frío en aquel momento no importaba, tampoco los hechos imprevistos a los que se enfrentaron por más preparación previa que tuvieron. Nada era verdaderamente relevante, solo la alegría de llegar y mimetizarse con el volcán.
Alejandro sigue mirando la fotografía del 15 de enero de 1991, ese día fue cuando a la vuelta contaron las peripecias de aquella aventura es este lugar que se convirtió actualmente en uno de los dos candidatos de Neuquén entre los 28 finalistas del concurso "7 Maravillas Naturales de la Argentina", que el 7 de mayo próximo definirá a sus ganadores.
Retrocede 29 años y revive todo lo que pasó antes, durante y después porque fue una experiencia que lo marcó para el resto de su vida.
Se ríe de cuando la ropa - que no era térmica - se le mojaba, también de los crampones (estructura para la suela del calzado) que pesaban más de 4 kilos producto de la nieve derretida adentro. También esboza una sonrisa cuando recuerda a Luis, el entrañable profesor de la escuela "Vida en la naturaleza", que "animó a los citadinos a otras experiencias que acá en la ciudad no habrían podido cumplir".
Entonces, hace memoria y comienza a relatar los pormenores de aquella aventura que vuelve una y otra vez a su mente.
Hermanados
Estamos en San Francisco. Alejandro tiene traje y corbata y se convirtió en un abogado. Tiene 44 años y está casado. Sin embargo, al chico de la foto del diario le falta mucho camino por recorrer para ser el que está en la hemeroteca contando 29 años después la aventura.
"Tenía 16 años, junto con Paula Peralta y Mirna Gaviglio éramos los más chicos. Los demás eran un grupo mixto de 17 y 18 años. En aquel momento fuimos el grupo civil más grande que llegó a la cumbre del (volcán) Lanín", dijo orgulloso.
Para el Alejandro de aquella época y el de ahora, "fue una experiencia muy linda, significativa" que - en su caso - pudo compartir con su hermana. Llegaron a la cumbre guiados por el espíritu aventurero de De Franceschi, pero también por los conocimientos de militares entrenados que los acompañaron.
"Luis promovía la idea de que los jóvenes tuvieran contacto desde lo deportivo y espiritual con la naturaleza. Desarrollando aptitudes que en la ciudad no se dan. En cambio - expresó - los militares decían cuando terminamos el viaje que estábamos locos".
Un poco de locura quizá había, puesto que el montañismo es una actividad que requiere de mucha fuerza mental y física que en un grupo tan grande como el que fue en 1990 era difícil de equilibrar.
Todos arriba
El Lanín fue "copado" en ese entonces por un grupo de 31 personas, divididos en 6 cordadas con 5 integrantes cada una, que se hacían de soporte de esta forma unos con otros.
El montañismo en ese entonces era una oportunidad increíble que hacían por primera vez. Simbolizaba también el resultado de 8 meses de preparación y recolección de fondos para poder llevar el nombre de San Francisco hasta esa cumbre en el sur del país.
También significaba que el viaje no había sido en vano y que las horas que pasaron arriba del colectivo urbano de la empresa "Centenario" valieron la pena. Era una experiencia que tardarían un poco en contarle a sus amigos y familiares porque "en ese momento las comunicaciones eran muy malas".
Ahí, cuesta arriba, solo eran estos 31 chicos y sus profesores, junto a los militares del Regimiento de Infantería de Montaña (RIM Nº 26) de Junín de los Andes, que los acompañaban para hacer realidad su sueño.
El objetivo de Luis - el adulto a cargo y director de la escuela - era según comentó Alejandro "hacer la cumbre en un mismo día de montañismo", pero los guías "lo vieron difícil" por la cantidad de personas y las condiciones físicas y mentales de cada uno.
Por eso consensuaron desdoblar la actividad y sin apurarse hacerlo en dos veces: "Se dieron cuenta que las condiciones eran muy desparejas. A 800 metros de la cumbre, donde empiezan los glaciares permanentes hay dos refugios, uno militar y otro civil, nosotros tuvimos que dividirnos y después de pernoctar, después de esa noche seguimos", recordó.
Alejandro recordó en la hemeroteca de LA VOZ DE SAN JUSTO el viaje de 1990
La llegada
Al otro día, con la comida justa, pero la esperanza intacta cumplieron su objetivo por la tarde. En el camino hubo tiempo para tomar la icónica imagen que aun atesoran como recuerdo de eso.
"Volvimos a emprender el escalamiento a las 10 de la mañana - señaló Alejandro - estábamos en los glaciares y caminábamos sobre ellos. Te mojabas todo porque no teníamos ropa térmica, los rompevientos filtraban la nieve cuando se derretía", narró.
Emocionado y entusiasta, aquel día que ya podían ver la cumbre tan cerca, Alejandro entró en calor. Sus ansias le ganaron al cansancio pero para algunos de sus compañeros que se quedaron cerca de la cima la situación fue al revés.
"Teníamos que llegar a las 12 pero al final terminamos sacándonos esa foto a las 16. Había mucho viento que empezó a soplar en ese momento. Dejamos una piedra como símbolo de nuestra visita a ese lugar", relató.
La lucha valió la pena. Kuznitzky fue parte del grupo que llegó a la cima del volcán y se vio rodeado de nieve y hielo en uno de los paisajes más bellos que puede ofrecer la naturaleza.
"Después cuando empezamos a bajar el último grupo que era en el que yo estaba - continuó diciendo - lo hicimos ya de noche, algo que no se recomienda nunca y solo nos iluminaba la luna llena. Me acuerdo que los guías dijeron que ese día por lo menos hacía -25º de sensación térmica".
Pero nada de eso importó. El sanfrancisqueño pudo ver ese día cómo el cielo y los hielos se fundían y mimetizaban formando un solo paisaje. Lo guardó en sus retinas para siempre y lo volvió a revivir 29 años después porque a través de sus ojos aun se ve al Lanín en aquel atardecer.
Grupo completo
El grupo comandado por el profesor Luis De Franceschi y Fabiana Burgos, estaba formado por 15 mujeres (Adriana Mina, Paola Lazarini, Paula Peralta, Lorena Ambrosino, Verónica Moreno, María Gloria Erguanti, Raquel Kuznitzky, Mirna Gaviglio, Gabriela Castillo, Verónica Giordani, Carla Cambursano, María Agostinelli, Soledad Velázquez, María Fiore y Sandra Cardini) y 16 varones (Pablo Ribotta, Juan González, Guillermo Allassia, Enrique Marengo, Marcelo Scocco, Rubén Aimar, Rodolfo León, Enrique Marrone, Claudio Dotta, Oscar Massa, Mario Moarengo, Alfredo Stoppani, Víctor Francucci, Diego Zalazar, Marcos Bainotti y Alejandro Kuznitzky).