Vivir en la pensión del club
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Las pensiones de los clubes de fútbol se volvieron noticia ante la investigación de presuntos casos de abuso de menores años atrás pero que la Justicia investiga hoy. LA VOZ DE SAN JUSTO recorrió la que funciona en Club Proyecto Crecer, en nuestra ciudad, para conocer ese pequeño mundo donde se sueña en grande. Además entrevistó a dos exjugadores de San Francisco y a uno en actividad, quienes contaron su experiencia.
Club Escuela Proyecto Crecer es uno de los símbolos de la formación en fútbol en nuestra ciudad. La institución, que ya tiene 15 años de vida, siempre contó con una pensión que antes funcionaba sobre avenida Rosario Santa Fe, pero que desde hace 13 se encuentra dentro del predio del club ubicado en Primeros Colonizadores y Av. de los Constituyentes.
En la actualidad viven 12 chicos que provienen de localidades de la región, el país y hasta del mundo, que tienen entre 12 y 17 años de edad.
Por su funcionamiento, reglas y normas, el de Crecer es el único alojamiento deportivo en su tipo en San Francisco, dentro de siete hectáreas de campo con mucho verde y donde se respira fútbol cada segundo.
Es viernes y los dos televisores del complejo están encendidos. En uno, casi como un ritual, se juega a "la play", en el otro, Tigre enfrenta a Gimnasia de La Plata por una nueva fecha de la Superliga.
Los chicos están allí y dividen su tiempo libre entre el celu y la tele tras llegar de la escuela. Esperan por el arribo de Ana Casini, la "mamá" de la pensión, quien les prometió cocinar albóndigas con salsa para la cena.
Asistir a la escuela es una obligación. Todos cursan en el "Jesús de la Misericordia" y si por alguna cuestión en particular y con autorización de los padres no lo hace, debe hacer cursos de capacitación.
En las relucientes habitaciones hay 34 camas en total, las cuales están repartidas de a cuatro o de a tres por cada pieza. Nunca de a dos y tiene una explicación: la mayor seguridad de los chicos. Es el lugar donde se descansa, en ellas no hay permiso para comer, tampoco para escuchar música fuerte y menos para reuniones de grandes grupos.
Ana Cassini, la persona a cargo de la pensión, junto a los chicos
En los baños, que son compartidos entre dos habitaciones, también se destaca la pulcritud y la higiene al máximo.
Así como se cuida el orden y la limpieza, también hay horarios que cumplir para que todo se desarrolle con normalidad. El desayuno es a las 8.30 y es una obligación porque sino, no pueden entrenar cada martes, miércoles y jueves. Los lunes y los viernes tienen la mañana libre. El sábado es el día del partido.
El almuerzo es a las 11.30 y el ingreso a la escuela a las 13.30. La merienda la brinda la institución a través del colegio. Cuando vuelven a la pensión entrenan nuevamente hasta el horario de la cena. Luego es momento de preparar las cosas para el colegio, distenderse un rato y a las 23 retornar a las habitaciones, exceptuando alguno que otro partido de fútbol que se transmita por televisión.
El desayuno, el almuerzo y la cena están pautados por una nutricionista y se adapta a cada necesidad.
Los chicos en sus habitaciones. Deben tender sus camas y mantener el orden de las mismas siempre
Autoridad y respeto
Guillermo Di Meola, director la institución junto a Lucio Girardi, coordinador general, son los responsables a cargo de Crecer. Son 250 chicos los que asisten para perfeccionarse y dentro de ellos está la pequeña población de jugadores de la pensión.
"Para nosotros es fundamental de que todo funcione bien y que las reglas que se apliquen sean para beneficio del chico".
"En una pensión, un chico madura mucho y van adquiriendo hábitos que sorprende a sus padres como tenderse la cama o bendecir la mesa, una costumbre no impuesta pero que ellos solo hacen desde siempre", contó Di Meola a LA VOZ DE SAN JUSTO.
A la hora de las salidas, las autoridades son muy estrictas. "Si un chico tiene una fiesta de 15 o lo invita un compañero a la casa, se pide una autorización a la familia a salir del predio. Además, se debe señalar qué adulto va a retirar y devolver al chico a la pensión, y este debe dejar sentada su firma en el ingreso al club", agregó.
Los domingos, cuando no hay fútbol, los chicos pueden ir al centro de la ciudad a caminar durante la tarde. El horario de regreso es antes de la cena, a las 20. Habitualmente van con los mayores de la pensión. "En San Francisco hay mucho control porque sabemos dónde están, con quién se juntan. Alguien siempre los ve y nos escriben. En las ciudades grandes, eso es difícil de controlar", diferenció Di Meola.
Si alguno de los chicos llegara con olor a cigarrillo o alcohol, se aplican sanciones.
Para los adultos, "el rol de los padres es muy importante, pero los hay de todo tipo. Están aquellos encima de los chicos, que se preocupan por ellos y están los que no. Por eso es fundamental que vuelvan a su casa, estén en familia y no piensen en fútbol las 24 horas", señaló Girardi.
Los chicos están siempre acompañados por Ana, quien vive en el predio. Si ella no está, alguno de sus hijos la reemplaza.
Un pequeño mundo donde se sueña en grande.
Celulares y redes sociales
"Los teléfonos celulares son un tema", confiesan Di Meola y Girardi. "Hemos utilizado varias estrategias. Que no lleven el teléfono al colegio, que no lo tengan en la habitación de noche y lo dejen en una bandeja bajo cuidado de un adulto. Hoy se lo permitimos, pero les estamos enseñando para qué se tiene que utilizar el teléfono", afirmó el director.
El control de las redes sociales no es fácil, pero aseguran conocer a los chicos. "Queremos que los chicos entiendan la importancia de un buen descanso para su rendimiento en la cancha y en el colegio", puntualizó Girardi.
Los adultos que trabajan con los chicos son 16, entre directores técnicos, entrenadores, una trabajadora social, entre otros. "Si algún chico está mal, Ana es la primera en notarlo. Los directores técnicos o desde la escuela también nos dicen cómo están", aclaró Di Meola.
Guillermo Di Meola y Lucio Girardi
Visión de lo que pasó en Buenos Aires
Sobre lo ocurrido en los clubes de Buenos Aires, con los presuntos casos de abuso en las pensiones de hasta ahora dos clubes, Di Meola confesó que en las ciudades grandes se torna muchas veces en incontrolable.
"Si el chico sale a la calle en Buenos Aires es imposible que el club sepa dónde va, con quién se va a juntar o qué va a hacer. En San Francisco tenemos más contacto con el jugador y se llega a tener afecto por su familia y él. En las grandes ciudades, los chicos son un número más. Pueden pasar cosas, pero acá nos conocemos todos", analizó.
"Si pasó algo dentro de la pensión, como dicen de River, es complicado, más sabiendo qué tipo de club es", agregó Girardi.
Consultados sobre la posible creación de una secretaría de contención para menores por parte de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA), Di Meola respondió que "es importante cómo se va a aplicar y a controlar".
Por último, Di Meola agregó: "En Crecer buscamos la formación y no el resultado. Sabemos que es difícil, pero ese es nuestro objetivo".
Crecer es el único alojamiento deportivo en su tipo en San Francisco
Ana Casini, la "mamá" de la pensión
Ana Casini tiene 67 años y está desde el principio junto a los chicos. "No me dicen mamá pero cuando necesitan algo, a la primera que recurren es a mí", dice la mujer.
"Si los veo tristes, que caminan raro, no comen o no hablan; me doy cuenta cómo están y qué necesitan ayuda -añade-. Los chicos son muy buenos y es raro que me levante de noche. Si hay ruidos, les llamo la atención".
Valentín Mancini, 14 años, de Arroyito, Córdoba, vive hace 3 años en la pensión: "Hay días más tristes cuando extrañás a la familia o no tenés ganas de hacer algo, pero estás contenido, con el apoyo de los compañeros y de los adultos que nos cuidan".
Juan Carlos Peralta, 15 años, de Marbella, España, vive hace un mes en la pensión: "Estar en la pensión es algo muy importante para nosotros porque estamos dentro del club, haciendo lo que nos gusta, por eso es una gran felicidad. Hay días tristes, que se extraña a la familia, pero tenemos que aprovechar la oportunidad de estar acá donde otros quisieran estar. Nosotros estamos bien y eso la familia lo sabe".
Marco Dreon, 18 años, de Mar del Plata, Buenos Aires, vive desde hace una semana en la pensión: "San Francisco es un lindo lugar para vivir porque no hay peligro como en las grandes ciudades. Mi familia sabe que estoy en un buen lugar".
A 14 años de vivir en la pensión, Gastón asegura: "esta
experiencia me hizo crecer como persona".
"Lo que hoy se conoce, ocurre y ocurrió siempre"
Gastón Martelotto (31) es un sanfrancisqueño que jugó en España, Italia, Grecia y también en el país. Vivió en pensiones de clubes y conoció de cerca la de Independiente.
Aunque el jugador reconoce que el estado de la pensión hoy es impecable gracias a la ayuda de grandes jugadores que pasaron por allí, como su amigo Oscar Ustari y también Sergio "Kun" Agüero, en sus tiempos, el estado era "nefasto", aseguró.
"Lo que hoy se conoce, ocurre y ocurrió siempre y no solo se escuchaban rumores de Independiente sino también de otros clubes", expresó.
"En mis tiempos había un teléfono público verde de Telefónica, no me olvido más. Estaba al lado del comedor y ahí nos llamaba la familia y a veces llamaban personas desubicadas que no tenían que ver con la institución", destacó Gastón.
A los 16 años estuvo en la pensión del predio "Santo Domingo" en Villa Domínico, correspondiente a Independiente. "Era nefasto. Fue la época en que la presidencia estaba a cargo de Andrés Ducatenzeiler. Eran tiempos difíciles para el club en materia económica", recordó quien vivió allí dos años.
"Comíamos guiso cinco días a la semana, se recalentaba y volvíamos a comer eso. No había calefacción, no había aire acondicionado ni ventilador, no teníamos nada de nada. Para el desayuno empezamos el año con café con leche y terminamos tomando mate cocido con pan del otro día. Había poca limpieza y algunos chicos estaban en situaciones precarias, a tal punto que uno hasta sarnilla tuvo".
El exjugador aseguró que había reglas de convivencia y seguridad privada en el ingreso al predio. "Nos levantábamos temprano para entrenar y a la tarde estábamos libres. Algunos tomábamos cursos y otros íbamos a la escuela, pero no había obligación. Todos podíamos salir sin problemas pero teníamos que estar de vuelta a las 21. Las reglas de convivencia existían pero eran sumamente vulnerables", afirmó.
"A diferencia de los tiempos actuales (en Independiente) y gracias a la presencia de profesionales como una psicóloga que fue el nexo para que los chicos hablen, antes no había nada. Estábamos solos y a la deriva", confesó Martelotto.
Mateo Brunetti tiene 17 años y vive hace poco tiempo en la pensión del Club Atlético Talleres de Córdoba
Mateo
Brunetti y su vida
en
la pensión de Talleres
Mateo Brunetti tiene 17 años y vive hace poco tiempo en la pensión del Club Atlético Talleres de Córdoba, junto a cuatro compañeros. Hay dos departamentos por piso y en cada uno de ellos habitan cinco jugadores.
Para Mateo, el lugar es excelente: "Hay muchos profesionales a cargo. El coordinador de la pensión es un psicólogo mexicano y hay un gran equipo de profesionales que todo el tiempo nos preguntan cómo estamos, si necesitamos algo o lo que sea. Estoy sorprendido como trabajan", destacó.
Respecto a las reglas de convivencia, opinó que son muy marcadas y aseguró que romperlas puede condenar el sueño de convertirse en profesional.
De lunes a viernes, Mateo y sus compañeros se despiertan a las 5.45 de la mañana. Toman el desayuno a las 6. Una hora más tarde, un colectivo los lleva al predio del club a entrenar. Tras la ducha y el almuerzo, el mismo colectivo los lleva a la escuela a las 12.30 y a las 19.20, los buscan y devuelve a la pensión. La cena es a las 21 y a las 22.30, exhaustos, se van a dormir. En ese momento, un guardia controla si todas las luces están apagadas y que no haya ningún celular encendido.
Las salidas de los fines de semana no existen. "Los fines de semana jugamos partidos de AFA y de la Liga Cordobesa. No podemos ir a boliches. Solo podemos salir los sábados hasta las 22 y los domingos, de 16 a 20. Los mayores salimos solos. Los más chicos, categoría 2005, salen acompañados", relató el sanfrancisqueño.
Mateo, como el resto de los chicos, están protegidos por adultos responsables dentro de la institución. "Hay dos personas encargadas de la pensión que están todo el tiempo prestándonos atención. Son muy responsables con nosotros".
Por último, Brunetti analizó la situación de los presuntos abusos de menores en Independiente y en River: "Lo que pasó es algo horrible y es lo más feo que tiene el fútbol. Ningún jugador quiere vivir un momento así. Cuando me enteré, me di cuenta del lugar en el que estoy, cómo nos tratan y por eso hay que valorar lo que uno tiene".
Con su hijo Joaquín: "Si mi hijo fuera a una pensión, estaría feliz porque la vivencia lo va a formar como persona, como hizo conmigo"
"Estaban las reglas pero nadie las cumplía"
El kinesiólogo Guido Vidal tiene 35 años y vivió de cerca la experiencia de vivir en la pensión de un club de fútbol. Fue entre los años 1999 y 2002, en el Club Atlético Lanús, entre sus 16 y 21 años. Antes estuvo en el Club Renato Cesarini en Rosario.
"Actualmente, las pensiones son como hoteles cinco estrellas, nada que ver cómo eran cuando estábamos nosotros. Era muy precario todo. Había pocos televisores, solo algunas habitaciones tenían porque fueron desapareciendo. No teníamos ni servicio de cable y tampoco existía Internet".
En aquel tiempo, Guido convivió con importantes nombres del fútbol de hoy como Cristian "Ogro" Fabbiani, Luis Zubeldía y el arroyitense Marcos Aguirre.
A la hora de la comida, "lo hacíamos en un restaurante del club que iba todo el mundo y si bien teníamos controlada la comida, cuando salías podías comer lo que querías. Hoy, los chicos cuentan con un lugar especial y con un menú para ellos", dijo.
En cuanto a la seguridad, "había un cuidador en la garita y un encargado de la pensión, pero no vivía con nosotros. Iba, daba una vuelta, observaba pero nada más. Control, cero. Todo dependía del guardia de la puerta para no salir del predio, pero si entablabas buena relación, podías salir o algunos se escapaban. Estaban las reglas pero nadie las cumplía".
Pseudo representantes
En la época de Guido había un teléfono público o se coordinaba una llamada con la familia desde la oficina de fútbol amateur. "Pautabas la llamada y esperabas que la familia se comunique con vos", manifestó.
"En mi pensión no se escuchaba que pasaran cosas como las que se conocen ahora de Independiente u otros clubes, pero sí se acercaban los pseudo representantes, esos que te prometían jugar en Italia o España y no era así".
Por último, el kinesiólogo reflexionó sobre la polémica por abusos a menores de las pensiones de fútbol. "Está muy bueno que se hable y se ponga un freno, porque hay chicos que no tienen nada y son muy vulnerables. Pero llevar un chico a una pensión no es llevarlo a un lugar peligroso. La experiencia de Lanús fueron los mejores cuatro años de mi vida. Si mi hijo (Joaquín, de 10 años) fuera a una pensión, estaría feliz porque la vivencia lo va a formar como persona".