Vóleibol
Valentina González y un nuevo paso en su vida

La flamante “doctora” Valentina González, que volvió a radicarse en nuestra ciudad, habló de su actualidad en la que comenzará a ejercer su profesión de abogada y dejará en stand by su carrera deportiva.
Comenzó a cerrar el paréntesis de su etapa deportiva y al mismo tiempo abrió un segmento de entrañables recuerdos como de incontables logros. Es que en su condición de deportista de elite conformó una trayectoria única, plena de distinciones y un palmarés que sin dudas la posicionan como la sanfrancisqueña más destacada en la historia del vóleibol vernáculo.
Haber pertenecido a ese círculo privilegiado del seleccionado argentino por muchos años hasta convertirse en Pantera, hablan del glorioso camino recorrido, en el que siempre se le valoró, más allá de su talento innato, su constancia y esfuerzo, todo un ejemplo para las jóvenes jugadoras. Más aún cuando supo compaginar el deporte con el estudio.
Es que Valentina González, a sus 25 años, obtuvo el título de abogada para encarar un nuevo ciclo en su vida personal buscando insertarse en el mundo laboral y darle un descanso a la jugadora que viene ser subcampeona metropolitana con Estudiantes de La Plata, institución que la cobijó durante siete años.
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-El 2023 fue un positivo año en lo deportivo y personal…
-Si bien no nos fue como lo deseamos en la Liga, después tuvimos algunas incorporaciones, logramos consolidar un buen equipo con el que pudimos jugar la final contra Boca que perdimos, pero el proceso fue muy bueno, tuvimos una excelente fase regular, solo perdimos un partido ante Vélez, e incluso a Boca le habíamos ganado 3 a 2.
Y en lo personal recibirme de abogada fue un logro importante en mi vida, no fue fácil, es difícil estudiar y jugar, pero es posible, con mucho esfuerzo y constancia.
-Demostraste que son compatibles el estudio y el deporte…
-Es totalmente posible, es una cuestión de saber organizarse, de aprovechar el tiempo, lógicamente conlleva mucho sacrificio, pero siempre tuve un objetivo en mente que fue no descuidar la carrera universitaria porque era de lo que iba a trabajar porque la vida del deportista no es muy larga, máxime en este tipo de deporte que es totalmente amateur.
Incluso hoy se da lo de jugadoras que se van al exterior y viven del vóley, pero la realidad es que son contadas, así que sabía que llegado el momento de recibirme iba a tomar la decisión de volver a mi casa.
-¿La abogada le ganó la pulseada a la deportista?
-En realidad no es colgar las rodilleras definitivamente, pero sí por lo menos terminar esta etapa en La Plata, porque fueron siete años que viví allá y vengo de bastantes años de Liga Nacional, que significaban pocas vacaciones, lo que decidí fue tomarme un descanso, dejar en stand by mi carrera deportiva y poner más atención en mi búsqueda laboral, estoy tirando currículum literalmente.
-¿Te bajas de la alta competencia?
-No quiero ser tan determinante porque el vóley es mi pasión, creo que alguna Liga podría llegar a jugar, no este año, pero sí lo que necesito hoy es descansar, compartir más tiempo con mi familia.
-¿Dejas atrás un club con el que entablaste un estrecho vínculo?
-Totalmente, Estudiantes es una familia, pisas el club y es impresionante como te abraza literalmente. Desde las mamás, niñas, dirigentes, es una institución muy grande pero a la vez se conocen todos, entonces se creó un vínculo hermoso.
Voy a estar eternamente agradecida porque me cuidaron desde el día uno y me sentí muy bien representándolo.

-¿Cuesta desprenderse del vóley?
-Re cuesta, pero la verdad que no tengo intenciones de desprenderme, más allá por ahí de estar en stand by como jugadora, si hay algo que me ilusiona y me apasiona sería estar vinculada en San Francisco con algún club, con El Ceibo o el que sea, aportando un granito de arena para que el vóley de la ciudad crezca.
Creo que tengo cosas para transmitir, por ejemplo días atrás di una charla en San Isidro, la verdad que Mailén Mansilla una genia, me invitó a charlar con las chicas y realmente surgieron inquietudes muy lindas.
-En este contexto la selección argentina se transformó en un recuerdo imborrable…
-Sí porque ya una proyección de nuevas jugadoras, mi última intervención fue en los Juegos Odesur 2022 donde fuimos medalla de plata que perdimos la final contra Perú.
Fueron doce años, mi primer Mundial fue en Perú categoría sub-18 y previo a ello tuve un Sudamericano. La verdad que con la Selección arranqué a los doce años, mi primera concentración fue en Charata y de ahí comencé hasta llegar al
2019 donde competí con la selección mayor y disputé la Copa del Mundo en Japón.

-¿Qué te dio el deporte?
-Para mí ser deportista es una forma de vida, aprender a caer, levantarse, ser perseverante, superar un montón de adversidades, momentos de mucha presión como en la selección donde hasta en cada entrenamiento te estaban evaluando. Todo eso forjó mi personalidad, mi carácter.
-¿En esa carrera deportiva un pilar fundamental fue tu familia?
-Ni hablar que sin su apoyo hubiese sido muy difícil todo. Partiendo de la decisión que tomaron cuando tenía 11 años de ir a jugar a Freyre, porque era viajar todos los días, una gran carga de entrenamiento con poco tiempo para estudiar.
La otra decisión fue cuando terminé la secundaria y me fui a Buenos Aires, con todo los miedos propios de irme a una ciudad grande, pero bueno, allá fui y la verdad que tuve un apoyo incondicional desde que pisé la cancha.
Papá (Gabriel), mamá (Andrea) y mi hermana (Camila) siempre me acompañaron en cada partido importante o torneo, estuvieron de manera presencial o bien mediante una llamada o mensaje. Estoy orgullosa de la familia que tengo.
-¿Qué mensaje le dejas a las chicas que practican la disciplina?
-Qué disfruten del vóley, que los entrenamientos sea un espacio para hacer amigos porque lo más lindo que me dejó el deporte fueron las amistades que aún perduran.
Y además es importante plantearse objetivos, metas, e ir por ellos, que es posible, solamente es asumir un compromiso, quererlo.
En mis comienzos por ahí no entendía o dimensionaba, pero después ese sueño se fue haciendo más tangible y me di cuenta que sí podía, es una superación constante, es creer que se puede.