Vacunas: egoísmo versus bien común

La protección individual que otorga la vacuna solo servirá si existe un plan de vacunación organizado que contemple primero a los que más riesgo experimentan si se enfrentan contra el virus. Solo de este modo se podrán maximizar los beneficios y conseguir un paulatino retorno a lo que alguna vez fue la normalidad.
El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas cuestionó que más de 130 países no han recibido una sola dosis de las vacunas contra el Covid 19 y denunció que el 75% de las inmunizaciones aplicadas hasta el momento se ha concentrado en tan sólo diez naciones, todas ellas desarrolladas. La afirmación fue pronunciada en la última sesión del Consejo de Seguridad de la ONU realizada el último miércoles. Allí, António Guterres se refirió a la esperanza por el inicio de la vacunación, pero advirtió que esta capacidad científica debe utilizarse en beneficio de todos los habitantes del planeta, recordando que nadie estará a salvo hasta que todos estén a salvo.
"En este momento crítico, la mayor prueba moral que encara la comunidad global es la equidad en la distribución de vacunas. Debemos asegurarnos de que todo el mundo, en todas partes, pueda vacunarse lo antes posible", apuntó. Guterres lamentó que, pese a esto, el progreso en la vacunación haya sido "tremendamente desigual e injusto". Apreciaciones similares salieron de la boca del Papa Francisco, quien reclamó que "las leyes del mercado y las patentes" no se antepongan a "las del amor y de la salud de la humanidad".
En verdad, la distribución de vacunas en el mundo es desigual, lo cual no constituye ninguna novedad. Los países con mayor capacidad económica "vaciaron los estantes" en un principio. Además, el programa Covax de la ONU no rompe la trama diplomática y su textura oscura a la hora de definir prioridades. Para peor, cuando las dosis comenzaron a llegar a naciones menos pudientes, el egoísmo y los acomodos políticos chocaron de frente contra la conciencia común de que de esta situación se sale con solidaridad y procurando el bien de todos.
Situaciones bizarras y hasta ridículas se han producido en Latinoamérica al respecto. Desde el escándalo que sacude a Perú donde se reveló que cientos de personas cercanas al poder -funcionarios, empresarios, médicos- se vacunaron de manera irregular con un lote de dosis destinado para un ensayo clínico, hasta la fotografía irritante de un joven -casi un adolescente- "militante" del oficialismo en nuestro país que en el momento de ser vacunado hace la V característica. Mientras tanto, la enorme cantidad de personas que conforman los grupos de riesgo observan atónitas esta burla que parte de sectores con poder.
La ética, ausente. El individualismo a ultranza predominando por sobre el bien común, tan declamado por quienes se sienten con derecho a vacunarse antes solo porque "pertenecen" a facciones del poder o defienden determinadas ideologías. Aquel bien común menospreciado por estos personajes que ni siquiera son capaces de ruborizarse, puesto que difunden estas afrentas vinculándolas con una épica revolucionaria tan bizarra como negativa.
No se comprende que la protección individual que otorga la vacuna solo servirá si existe un plan de vacunación organizado que contemple primero a los que más riesgo experimentan si se enfrentan contra el virus. Solo de este modo se podrán maximizar los beneficios y conseguir un paulatino retorno a lo que alguna vez fue la normalidad.