Vacunas: diversificación y masividad

No cejar en el empeño por acordar con laboratorios productores de la vacuna es un imperativo para un gobierno que debe dejar de lado la manía de utilizar políticamente cualquier aspecto de la crisis sanitaria y abocarse, de manera definitiva, a que la vacunación masiva sea una realidad en todo el territorio de la Argentina.
Las publicaciones periodísticas de medios porteños especulan con que en el Gobierno se espera que la campaña de vacunación contra el coronavirus tome impulso antes de que concluya febrero, tras la llegada del nuevo cargamento de 400 mil dosis de Sputnik V procedente de Moscú y las primeras 580.000 vacunas de AstraZeneca provenientes de la India.
La diferencia con lo ocurrido en el mes de diciembre es que no existirán anuncios rimbombantes ni tampoco operativos mediáticos para fortalecer adhesiones políticas que pintaron con tonos épicos la simple salida de un avión hacia Rusia para buscar las dosis adquiridas a ese país. Ante el incumplimiento de las afirmaciones que señalaban que en febrero ya iban a estar vacunadas más de 10 millones de personas en la Argentina, la actitud actual es de más prudencia, pues el costo político puede ser elevado.
Y mientras se confirma que llegaron al país solo poco más de un millón de dosis, arrecian las polémicas en torno a supuestos privilegios en la inoculación. Esto es, algunos funcionarios locales o militantes oficialistas en determinadas provincias fueron quienes, al parecer según las denuncias, se "colaron" para recibir la vacuna, dejando a la espera a otros grupos de trabajadores esenciales de la salud pública y a personas que integran los sectores de riesgo por las enfermedades de base que padecen pueden agravarse si contraen el virus.
Se han anunciado investigaciones administrativas en varios distritos para conocer quiénes aprovecharon su condición de estar cerca del poder para vacunarse, pero no se conocen -¿se conocerán?- resultados concretos acerca de sus resultados, más allá de algún despido esporádico que pretenda calmar las agitadas aguas en varias poblaciones del país.
Dejando de lado estos nuevos sainetes que protagoniza la eterna "viveza criolla", parece ser que tras la llegada del cuarto cargamento de las vacunas rusas, las autoridades decidieron, por fin, diversificar las dosis con otras vacunas que ya están en el mercado. Esto debería haberse producido desde el vamos, tal como lo hicieron otras naciones de esta parte del mundo, en especial Chile que ya vacunó a más de un tercio de su población.
Asimismo, la llegada de estas vacunas que complementan a la rusa posibilitará acelerar el ritmo de inoculación y, con ello, la reducción de la velocidad de contagios, imprescindible para sortear la anunciada segunda ola del Covid 19 y teniendo en cuenta que prácticamente todas las actividades ya están en condición de presencialidad, incluso las escolares.
No cejar en el empeño por acordar con laboratorios productores de la vacuna es un imperativo para un gobierno que debe dejar de lado la manía de utilizar políticamente cualquier aspecto de la crisis sanitaria y abocarse, de manera definitiva, a que la vacunación masiva sea una realidad en todo el territorio de la Argentina.