Vacunas: aprendizaje tardío

Es triste escuchar que recién ahora se haya producido el aprendizaje, a la luz de los números trágicos que exhibe la Argentina. Transcurrió un año y medio de decisiones erráticas que originaron una incertidumbre enorme, muchas de ellas basadas en caprichos ideológicos antes que en la defensa del bien común.
Luego de que el oficialismo hiciera fracasar una sesión en la Cámara de Diputados de la Nación para modificar la ley de vacunas y garantizar el suministro de dosis de vacunas a los niños y adolescentes con comorbilidades, el Ejecutivo nacional se vio en la necesidad de anunciar que se reverán las normas que impiden la contratación de dosis de laboratorios norteamericanos, cuyos productos son los únicos que están admitidos para inocular en aquellos niños y jóvenes que padecen enfermedades.
La indignación que generó la postura oficialista obligó al gobierno a "evaluar" el lanzamiento de un Decreto de Necesidad y Urgencia para habilitar el ingreso de vacunas de Pfizer, Moderna y Jansen contra el coronavirus. Es decir, luego de meses de negarse a cambiar el texto de una ley del Congreso de la Nación que, aparentemente, fue el motivo de que se frustraran los acuerdos, la realidad terminó convirtiéndose en un mandoble a la barbilla para quienes privilegiaron variables político - ideológicas en el tema de la adquisición de vacunas.
Los enredos argumentativos para explicar este nuevo dislate estuvieron a cargo del jefe de Gabinete quien casi nunca se muestra convincente en esta faceta. Cafiero dijo que "ahora, el presidente está evaluando resolver la cuestión de un modo distinto, para poder avanzar en los contratos. Pero todavía estamos trabajando en esa línea". Y agregó: "Hubo un aprendizaje en el tiempo y eso trae hoy la potestad de evaluar si hay que hacer un cambio en ese marco normativo. Y si hay que hacerlo, bueno, encararlo. El presidente toma la decisión pensando en la necesidad que existe de traer más vacunas".
Por primera vez en meses, y luego de intentos propagandísticos que procuran alabar una estrategia de vacunación que hace agua y después que casi 100 mil argentinos perdieron la vida, un alto funcionario reconoce que existe la necesidad de que el país tenga más dosis para inocular a su población. Y que esto se debe a un "aprendizaje". Tardío, por cierto. Porque el desmanejo de la pandemia siempre tuvo para el gobierno culpables externos a su gestión y ya no es posible seguir atribuyendo responsabilidades y continuar con comparaciones con otras naciones que, a poco de andar, resultaron falaces.
En este sentido, vale recordar las bravuconadas de algunos dirigentes y gobernantes contra quienes pretendían hacer algún ejercicio físico fuera de sus viviendas tras varios meses de encierro, la afirmación de que los contagios aumentaban porque el sistema de salud se había relajado, las críticas a los padres que solo querían que sus hijos fuesen a la escuela, las furibundas diatribas ideológicas contra los que viajan al exterior, las consabidas inculpaciones a los medios de comunicación, entre otras. Y, entre todas, algunas más o menos verosímiles como la que critica el papel de algunos voceros de la oposición que solo comentan la realidad y la mala conducta de un grupo menor de ciudadanos que no comprende la gravedad del panorama que enfrenta el país.
Es triste escuchar que recién ahora se haya producido el aprendizaje, a la luz de los números trágicos que exhibe la Argentina en cantidad de casos y de fallecidos. Porque transcurrió un año y medio de decisiones erráticas que originaron una incertidumbre enorme, muchas de ellas basadas en caprichos ideológicos antes que en la defensa del bien común de los argentinos en este tiempo tan difícil.