Vacunación: preocupa el 41 % no inscripto
Es muy posible que la gran mayoría no pertenezca a los acérrimos enemigos de la vacuna. Por ello, se impone llegar a estas personas con el mensaje adecuado.
Con los sobresaltos que son conocidos y que generan numerosas repercusiones en el ámbito político, la campaña de vacunación contra la Covid 19 ingresa en una etapa crucial. La necesidad de inmunizar con la segunda dosis a cientos de miles de compatriotas asoma como el objetivo más urgente que deberían tener en cuenta las autoridades. Pero, al mismo tiempo, generalizar la aplicación en toda la población requiere de un esfuerzo urgente para alcanzar coberturas que permitan ir saliendo de la durísima realidad que se vive.
En este marco, se conoció que en la provincia de Córdoba el 41 por ciento de los mayores de 18 años todavía no expresó su voluntad de vacunarse en el portal Ciudadano Digital de la Provincia. De los 3.600.000 que habitamos esta provincia, 1.549.579 ya recibieron la primera dosis, en tanto que casi 300.000 personas están en lista de espera. Es así que 1.139.189 personas todavía no se anotaron para ser inmunizadas.
El dato obliga a un análisis profundo acerca de las razones por las cuales tantos cordobeses no se han anotado para recibir su vacuna. Debe tenerse en cuenta que los científicos calculan que la inmunidad de rebaño se podría alcanzar con el 70 por ciento de la población vacunada. Pero con la aparición de las nuevas cepas se estima que ese número deberá trepar al 80 por ciento. Entonces, la preocupación crece porque si no se revierte la tendencia entre los que no se han anotado aún, será difícil llegar a la salida.
Parece muy claro que la única alternativa para retomar progresivamente la normalidad como antes de la pandemia impone avanzar con la vacunación. No obstante, que más del 40 por ciento de los cordobeses aún no se haya decidido, supone un fenómeno social necesario de ser estudiado. Mucho más si se considera que el polémico movimiento antivacunas en nuestra provincia no parece tener un número tan considerable de adeptos. Entonces, las causas habrá que buscarlas en otras razones, como la inseguridad de personas jóvenes que tienen reparos para inmunizarse con alguna marca en especial y también con las dificultades que para muchos podrían producirse ante la falta de información o de recursos técnicos para inscribirse.
Si hubiera vacunas en cantidad suficiente, se podría liberar su aplicación a todo el mundo. Y allí quedaría establecida con alguna claridad cuál es la cantidad de habitantes de la provincia de Córdoba que no quieren vacunarse. Pero esto no ocurre por el momento y, entonces, será vital impulsar estrategias de comunicación con llegada a los no anotados que no se manifiestan como antivacunas.
A grandes rasgos y a la luz de las estadísticas que muestra la pandemia, rebatir los argumentos de los detractores de las campañas de vacunación sería relativamente sencillo. La carencia de base científica de quienes se oponen es directamente proporcional al riesgo social y personal que produce su conducta. Pero es muy posible que la gran mayoría del 41 % no inscripto para vacunarse no pertenezca a los acérrimos enemigos de la vacuna. Por ello, se impone llegar a estas personas con el mensaje adecuado para que estén dispuestos a figurar en los listados para que la campaña de vacunación no tenga que vivir más peripecias negativas que las que ya se han experimentado.