Unidos por la sangre y el fútbol

Papá Daniel y su hijo Matías. Los Aimar disfrutan del estrecho vínculo dentro y fuera de la cancha.
Se acompañan dentro y fuera de la cancha, viven y sienten la misma pasión por el fútbol. Daniel (59) en su rol de entrenador dando indicaciones como también tratando de ser modelo de conducta para su hijo y el resto del equipo. Matías (32), debajo de los tres palos, justificando que se ganó ese lugar por derecho propio, y a la vez mirándose en ese espejo que es su papá y lo hace sentirse orgulloso.
Los Aimar hoy coincidieron en el Club Antártida Argentina, donde tratan de llevar de la mejor manera esa dualidad familia-competencia, pero fundamentalmente disfrutando de esta etapa que le deparó sus vidas deportivas.
"No deja de ser desafiante porque todos observan que dirigís a tu hijo, es muy difícil separar ese vínculo con el fútbol, de todas formas uno trata de ser lo más profesional posible. En este caso me apoyo mucho en mi cuerpo técnico y sobre todo en el entrenador de arqueros para poner lo mejor en función del equipo", señaló Daniel tratando de explicar la dificultad de poder alternar su tarea de entrenador y padre.
"En lo que es una situación complicada, una virtud de él fue decirme no me trates de hijo sino como jugador, así que él no me dice papi ni yo le digo hijo, nos tratamos por el nombre".
Más allá de su mundo de tácticas y estrategias, como padre de familia, también destaca la importancia de predicar con valores y buena conducta.
"La única forma que podés llevar adelante un grupo es a través del ejemplo y tengo la suerte de que siempre aprendo de Matías, como padre aprendo de él, por su forma de ser, soy de un carácter más fuerte y él es más tranquilo, uno actúa por impulsos y ahí está para decirme "Dani" ya está y bajo los decibeles".
"Primero formo los grupos y después los equipos, priorizo la conducta, siempre hablo de hábitos, de entrenamiento, buenas costumbres, comunicación, por supuesto que a todos nos gusta ganar, pero el resultado es una consecuencia".
"Escuché una frase muy linda que dice que el líder no tiene que empujar sino atraer y eso es lo principal", acotó.
Finalmente, auténtico y frontal, el veterano entrenador, de cara a la especial celebración del Día del Padre reveló que el mejor regalo se trata de la felicidad de sus hijos.
"Creo que el mejor regalo que puede recibir un padre es que sus hijos sean felices. Siempre miro por sus ojos, si ellos son felices yo soy feliz. Lo mismo en el fútbol, hoy tengo la suerte de poder disfrutarlo en mi equipo y para mí es una bendición, sin dudas. Pero repito, es difícil ser técnico de tu hijo".
A su turno, Matías coincidiendo con la opinión de su papá expresó: "Como dice él no es fácil en la situación en la que estamos porque somos padre e hijo, pero cada uno tiene su rol definido dentro del plantel. En mi caso quiero ganarme el puesto no que te lo regalen, para eso hay que tener buenos rendimientos en los entrenamientos y en los partidos. Creo que es la forma de no generar conflicto en el grupo".
"Primero le tengo que responder a él como entrenador y a mi equipo, después cuando termina el partido tratamos de intercambiar opiniones como padre e hijo, pero siempre diferenciando los roles que no es fácil", apuntó.
Acerca de los consejos que recibe, indicó: "Siempre nos inculca que tengamos buena conducta dentro y fuera de la cancha. Tenemos en claro que primero somos personas después futbolistas, en la cancha hay roces e instancias de juego diferentes pero siempre tenemos que pensar en que no tenemos que dejar mal parado al cuerpo técnico como al club que representamos".
"Siempre me dio la libertad de hacer deportes, de hacer lo que me gusta, en este caso el fútbol, me ha bancado y ahora de grandes da la coincidencia de que él sea técnico y yo jugador, es lindo porque compartimos la misma pasión", completó agradecido.
Finalmente al optar por un regalo para su papá entrenador, el arquero "pingüino", expresó: "Estaría bueno regalarle el título este año pero ya no depende mí sino de todo un grupo, claro que estamos en búsqueda de ese objetivo y esperemos que se dé".
"Nos toca compartir y sabemos cómo trabajamos cada uno, así que es una alegría a igual de estar nuevamente en Antártida, club en el que estuve después de la etapa del baby fútbol y volví a coincidir con amigos", cerró.
Unidos por la sangre y el fútbol, siguen fortificando su relación. Daniel haciendo docencia y planificando para una mejor campaña de su equipo, Matías cuidando su arco, con el doble compromiso de cumplirle a su técnico y no fallarle a su querido viejo.