Una vida nómade
Por herencia o gusto, la vida circense está marcada por el desarraigo, constantes cambios y una rutina dedicada al entretenimiento familiar. El Cirque XXI, cuando se baja el telón.
Richard se maquilla. Es viernes por la mañana, antes de la función debut del Cirque XXI en nuestra ciudad, y el payaso y animador se prepara para enfrentar la cámara de LA VOZ DE SAN JUSTO.
Richard pertenece a la tercera generación de una familia circense que paso la mayor parte de su vida entre remolques, casas rodantes y carpas. La rutina nómade de Richard continúa ahora con su hijo, que nació hace tres meses en Santa Rosa de Calamuchita. Lugar al que dice, quizás vuelva en cinco años. Ser golondrina es así.
Por su parte, Martín Tejedor es el relacionista público del circo. Se integró a esta compañía hace cuatro semanas, después de un parate de seis años de ese movimiento constante que al ser cuarta generación de cirqueros, se había hecho su forma de vida. Tejedor es además, acróbata de circo.
"En total, serán unas 40 personas que viajan constantemente con el circo, cada uno tiene su función: artistas, obreros encargadas de armar y desarmar la escenografía, electricistas, y después en cada lado donde asentamos, se contratan changarines para lo que es el armado de las instalaciones y para el sector de publicidad y difusión. Fijas son 40 personas y en escena, 20. Es un trabajo explosivo. En tres días tenés que armar; cuatro trabajar; en un día y medio desarmar y viajar", indicó el RR.PP de Cique XXI.
"En lugares como San Francisco, donde sabés que te vas a quedar dos semanas, tal vez si te va muy bien un mes, es cuando bajan los decibeles, pero sino, es todo muy 'al palo'. La cantidad de casillas, camiones, la estructura del circo en sí..., hay veces que se mueve todas la semana. El esquema de armado y desarmado, igualmente, está bastante simplificado para que ese movimiento sea posible", explica Tejedor sobre esa comunidad que resulta un circo de estas dimensiones.
"Cirque XXI tiene 18 años y se trabaja de enero hasta noviembre, se para diciembre. A veces, también en noviembre. Pero prácticamente se vive acá. Si bien hay gente que tiene su casa en algún lugar, se vive acá. Su casa es el circo", agrega el joven de 30 años.
Richard, un hijo del circo. Es parte de la troupe del
Cirque XXI que desembarcó en el predio de la Rural
Su casa es el circo
"Soy nuevo en este circo, empecé hace tres semanas a trabajar acá. Pero soy de familia circense, soy cuarta generación. Mi familia tenía un circo. Hace seis años hicimos un parate para hacernos nuestras casas para estabilizarnos un poco, poder tener un lugar fijo donde adquirir cierta seguridad, porque el circo económicamente es muy inestable, se va moviendo según la situación económica del país", añade Tejedor, que hace seis años, paró. Se puso a construir su casa en las sierras de Córdoba, vio crecer a sus tres hijas, pero hace cuatro semanas, el circo se tornó en un impulso imposible de contener.
"En realidad, es como que estoy experimentando si voy a poder adaptarme nuevamente. Porque el pueblo en que vivo es re contra lindo y tranquilo, en ese sentido es impagable. Y además tengo tres hijas, de las cuales solo la más grande vivió unos años en el circo". "El circo es constantemente viajar, conocer gente, paisajes nuevos. Entonces, en ese sentido, empieza a ser difícil quedarte fijo en un lugar. Necesitás esa inyección. Soy acróbata y empezás a extrañar todas esas cosas. Es otra ida".
Rodar y rodar
"No es un mundo cerrado. Porque sociabilizamos, tenemos amigos por todos lados, no es que es un círculo donde nadie puede entrar. La vida es parecida, pero nos movemos. En mi caso me tuve que amoldar a la vida estable, pero igual no me acostumbré. Si lo lográs, es mucho más llevadero, pero también es que uno se niega y pide todo el tiempo el circo", reflexiona Martín.
Para la gente de circo, quedarse fijo en un lugar es la otra vida. Preguntarles de dónde son, es inútil. Dice Martín que dejar el circo es una tarea harta complicada, y es que hay pocas sensaciones similares a la que genera la noticia del que circo ya llegó a la ciudad. Porque cuando llega el circo, la carpa se convierte en el símbolo de la sorpresa por venir. Y vivir maravillando gente es un viaje difícil de abandonar.