Análisis
Una oportunidad para comprobar la solidez de la democracia
Un derecho que no parece valorarse como sería debido, en especial por parte de las nuevas generaciones.
Por primera vez desde que fueron impuestas en el país, las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias que se realizan hoy domingo ofrecen la posibilidad de que la ciudadanía elija a los candidatos de, al menos, las dos coaliciones políticas que se supone tienen mayor adhesión popular. Aun con matices diferentes y circunstancias disímiles, las Paso muestran contiendas internas que justifican su realización, algo que no había sucedido en prácticamente ninguna de las versiones anteriores.
Esta circunstancia particular debería ser motivo suficiente para que la participación popular fuese mayor a la que se ha registrado en los distintos comicios provinciales y municipales que se han venido desarrollando en el marco del caótico calendario electoral. Un cronograma disperso y enmarañado que la Argentina debería modificar para evitar gastos enormes e innecesarios y también para no agotar las ya disminuidas reservas de entusiasmo de la ciudadanía.
Votar es una atribución ciudadana de la que emana el poder. El elector es –lo será hoy también aunque falte la instancia central de octubre próximo- el responsable de designar a las autoridades que regirán la vida política de la Nación, transformándose así en el garante del funcionamiento de las instituciones de la democracia. Es aquí donde se juega buena parte del futuro de cualquier comunidad que vive, o pretende hacerlo, en libertad. Garantizarla exige que el voto se manifieste.
Ante ello, es preciso enfatizar que el malestar lógico de la sociedad frente a la difícil e incierta realidad que vive el país y las sucesivas crisis que debe afrontar no puede atribuirse al sistema democrático. Sí, a las personas y agrupaciones que han sido depositarias del voto popular. No se trata de desterrar instituciones. Sí, de votar con responsabilidad y ejercer este derecho trascendente.
Un derecho que no parece valorarse como sería debido, en especial por parte de las nuevas generaciones. Los jóvenes han nacido y vivido en democracia, no conocen otro sistema. Su malestar y desasosiego es lógico frente a las peripecias que deben afrontar. Y es posible que terminen relativizando los principios republicanos y descreyendo de las instituciones. Como ocurre habitualmente, no se valora lo que se posee hasta que se pierde. Y quienes peinan canas en este país conocen sobradamente los perjuicios que devinieron de las sucesivas interrupciones de los procesos democráticos.
Hurgar un poco en la historia institucional argentina se hace necesario para dar correcta dimensión a la jornada electoral de hoy. El sociólogo Juan Carlos Torre es autor del libro “Una temporada en el quinto piso”, en el que refleja sus impresiones y devela los entretelones de la gestión del poder cuando fue funcionario del gobierno de Raúl Alfonsín. En esa obra se puede leer una frase de tono premonitorio: “Como ocurre con las transiciones a la democracia, nuestra transición irá perdiendo poco a poco sus brillos porque es siempre complejo estar a la altura de las expectativas. Llegará el momento en que esta experiencia estará puesta a prueba. A la hora del desencanto se verá cuán sólida es la plataforma sobre la que se levanta”.
A cuarenta años de haber retomado la vida democrática, las Paso de hoy son una oportunidad válida para comprobar la solidez de esa plataforma institucional que se sustenta en la cultura cívica y en el voto lúcido y responsable, así como es enemiga del desinterés y la desidia por lo que a todos concierne.