Una derrota grande como el desconcierto

La inflación continúa destrozando las esperanzas, acrecentando el desconcierto y derrotando a los que le declararon una guerra henchida solo de infructuosa retórica.
La inflación de agosto fue del 7%, impulsada por alzas de 7,1% en alimentos, 9,9% en indumentaria y 6,8% en transporte, informó el Instituto Nacional de Estadística y Censos. De esta forma, en ocho meses de 2022 el Índice de Precios al Consumidor acumuló un incremento del 56,4% y si se compara con agosto del año pasado la variación trepó al 78,5%. Con este resultado y el impacto que genera desde septiembre la quita de subsidios energéticos, se validan las proyecciones privadas que estiman que la inflación de este año será del orden del 100%.
A casi 6 meses de que el presidente anunciara la "guerra contra la inflación", los índices difundidos dan cuenta de resultados tan desalentadores como dramáticos. Desalentadores porque no existe plan alguno que tenga el objetivo central de atenuar el incesante aumento de los precios en nuestra economía. Dramáticos, puesto que el impuesto inflacionario cada vez más elevado es un golpe de nocaut para los sectores que tienen ingresos fijos y, también, porque el gobierno -en especial el presidente de la Nación- solo reconoce que el problema existe, pero hace diagnósticos y paralelismos equivocados que agregan confusión.
Los mil días del actual gobierno dejaron más del 214% de inflación. Los últimos 6 meses han sido pródigos en páginas que bordean el ridículo protagonizadas por quien debería gobernar, pero se ha convertido en un comentarista más de la realidad angustiante que se vive. Tras el estentóreo y desafortunado anuncio del comienzo de una "guerra" antiinflacionaria, las excusas y explicaciones nunca dieron en la tecla.
La primera responsable fue la guerra verdadera, la que desangra a Ucrania. Su impacto ha sido mundial, es verdad. Sin embargo, mientras la inflación ha comenzado a bajar en los países que se vieron afectados, por esta geografía se mantiene en niveles que exasperan. "Pensemos en Estados Unidos: saltó de 1% a 10%, 900% de inflación tuvo. Entonces, hay un momento muy excepcional que está viviendo el mundo", dijo hace poco el primer mandatario. Además del grueso error matemático, no admite que es escandalosa la diferencia: en agosto la suba de precios anual en EE.UU. fue del 8,3% y la mensual alcanzó el 0,1% frente al 7% registrado aquí.
El medio año de guerra contra la inflación también estuvo signado por las acusaciones contra "especuladores", "remarcadores" y "aprovechadores". El periodista Diego Dillemberger parangonó este discurso de tintes falsamente épicos con la "guerra contra los gorriones" lanzada por el líder comunista chino Mao Tse Tung en 1958, en medio de una hambruna atroz, cuando acusó a los pájaros de comerse los granos de las magras cosechas. Y preanunció que la "batalla" "terminará como el exterminio de esos pájaros: empeorando las cosas". Casi 15% de inflación en los últimos dos meses certifican que las operaciones discursivas que buscan desviar la mirada de la opinión pública se develan a poco de andar y agravan el panorama.
Mientras tanto, en el Ministerio de Economía se toman decisiones que habían sido rechazadas de plano por la misma coalición oficialista tiempo atrás, con el objetivo de llegar a las elecciones del año próximo. Y el presidente admite que "nos cuesta mucho" combatir la inflación "porque en gran parte de por el contexto mundial". Volvió a la excusa primera. Aquella que la realidad mundial se ha encargado de desbaratar.
Así las cosas, la inflación continúa destrozando las esperanzas, acrecentando el desconcierto y derrotando a los que le declararon una guerra henchida solo de infructuosa retórica.