Un mundial impensado para los sudamericanos

Argentina y su fracaso, Perú y su primera ronda, Uruguay que no fue lo que creíamos, Colombia con las manos vacías y Brasil lejos de lo que esperaba, provocan un análisis sobre el mundial para los nuestros inevitable. ¿Qué pasó? ¿Cuáles son las causas? ¿Qué nos espera?
A Perú no llegue a verlo. Dicen que si le ganaba a Dinamarca en la primera fecha, la realidad hubiese sido otra, incluso teniendo un penal a favor cuando el marcador estaba en cero. A La Argentina la padecí, con todo lo que significó su paso por Rusia, el circo, el mal juego y sus limitaciones en todos los aspectos, una realidad que era predecible. Cuando a Colombia se le fue James, no consiguió su mejor juego, estuve siendo testigo de esa despedida en primera persona y crean que por entrega y corazón, nos dolió a todos. Con Uruguay me enamoré y me decepcioné a los pocos días. Me acreditaron para el duelo ante Francia y fui con la ilusión de ver la misma "garra charrúa" que ante Portugal o destellos de simpleza y amor propio como el que regaló en primera rueda. Nada de eso sucedió. A Brasil lo mire siempre de reojo, incluso vi su despedida en un centro de prensa en el televisor mientras trabajaba, tenía intriga por verlo en vivo, si es que seguía, pero por nacionalismo, tampoco me degustó que diga adiós, antes de tiempo.
Lo cierto es que ya no hay sudamericanos en este mundial que se transformó en una "Eurocopa", pero la pregunta pasa por saber, si fue ¿Casual o causal?
No pudo ser, eso es cierto, se fue terminando rápidamente el sueño de Argentina, también se sucedieron el de Uruguay y el de Brasil. No lo nombro a Colombia porque no creo que Pekerman -ovacionado a su llegada a Bogotá de regreso luego de caer por penales ante Inglaterra- haya tenido ansias y posibilidades de llegar alto. Tampoco Perú, que a lo sumo podía pretender pelear un segundo puesto de grupo después de 32 años de sequía mundialista. El golpe más fuerte fue el de Argentina. El fracaso más duro también, aunque esto de Brasil casi lo equipara.
Tité le cambió la cara a Brasil. Le cambió la cara, el espíritu y su fútbol. Venía todo mal desde el 7 a 1 del 2014 en la semifinal con los alemanes. El arranque de las Eliminatorias no había sido bueno. Tité puso enseguida manos a la obra. Mando natural y a través del afecto. Esa fue su fórmula para encaminar a un grupo de jugadores a los que no hay que enseñarles a jugar al fútbol, sino organizarlos y demostrarles que el único camino posible es el de la unión grupal y de objetivos, entendiendo que el equipo está por encima de las individualidades. Y lo demostró el día que en la conferencia de prensa le preguntaron a Neymar por las críticas del técnico mexicano (había dicho que se tiraba mucho, fingía y exageraba). Tité lo tocó fraternalmente del brazo y lo interrumpió cuando Neymar iba a contestar: "Esto es cuestión de jerarquía, el jugador contesta al jugador y el entrenador contesta al entrenador. A esa pregunta la voy a contestar yo", dijo Tité. Clara muestra de quién manda en el plantel. Y Neymar asintió.
Uruguay tiene un prócer llamado Oscar Tabárez. "El Maestro es el responsable de todo lo bueno que le está pasando a Uruguay. Si él no estuviera, Uruguay tampoco estaría en el Mundial", comentan los colegas uruguayos cuando LA VOZ DE SAN JUSTO intenta indagar sobre este hombre que no puede caminar y apenas si se apoya en su bastón para pararse una o dos veces por partido a dar alguna indicación. Llegó hasta donde podía llegar. "La camiseta celeste quedó azul (por la transpiración de sus jugadores). Pero está claro que corriendo y metiendo no se ganan los partidos, sino jugando al fútbol", decían ellos mismos, admitiendo que la garra uruguaya es un sello, pero no la panacea ni la gran verdad. Adentro de la cancha, generalmente, ganan los que juegan bien, no los que corren.
Y después estamos nosotros, aún desangrándonos con el fracaso, pateando miserias, echando culpas al de al lado, jugando al desgaste con el técnico que los incapaces dirigentes fueron a buscar y embalaron para que rompa su contrato con el Sevilla de España: Pero, la pregunta es: ¿tendrán algún candidato potable, jerarquizado y que se haya ganado el derecho y el honor de dirigir a la selección en el nuevo proceso? Dudo. Y como si esto fuera poco, aparece Armando Pérez, otro de los que mostró incapacidad para encarrilar a la AFA cuando presidió la Junta Normalizadora, diciendo que le había "aconsejado" al Patón que "ni hable con Messi" cuando lo eligió para que dirija a la selección. Sin palabras.
Con Brasil, Uruguay y Argentina afuera, el fútbol sudamericano que se pretende valorizar e impulsar otra vez a los primeros planos, sigue con sus acciones en baja. "Argentina tiene que volver a ser un ejemplo y una potencia. Pero permitime que me tome el atrevimiento de decir algo: no vivan del pasado. Maradona ya tiene casi 60 años y no se puede ni mover. Maradona ya fue hace rato. Y esta generación de jugadores también pasó. Piensen de acá hacia el futuro y hagan las cosas con humildad y sabiduría, como alguna vez lo hicieron", era la sugerencia respetuosa de otro uruguayo. Con bastante de razón, por no decir toda, mientras compartíamos una merienda en el centro de prensa.
Las eliminaciones de Brasil, Uruguay, Perú y Colombia son distintas a la nuestra. Dolerá para los brasileños porque ellos están acostumbrados a ganar siempre. Pero perder injustamente como les pasó, maquilla la frustración. Uruguay se fue con la cabeza en alto, mientras que Colombia y Perú no tenían demasiadas expectativas que las conseguidas. El gran fracaso fue el nuestro, sin dudas. Máxime habiendo recibido tantos goles, producto de una desorganización que exime de comentarios. Nada se logró en función de equipo. Jugamos a la ruleta rusa esperando que un solo jugador nos salve. Nada que ver con la filosofía y el librito de Deschamps, entrenador de la Francia que nos armó las valijas, quien jamás aceptaría que un solo jugador esté por encima del equipo.
Me da la sensación, que tenemos lo que generamos y cada uno logró lo que cosechó, pero haciendo este análisis, quedamos en la conclusión, que la ida de los sudamericanos de este Rusia 2018, ha sido absolutamente casual.