Un indicio de “mexicanización”

La violenta fuga de la cárcel de Piñero reveló el accionar propio de organizaciones criminales que operan en varios países latinoamericanos y forman parte de las estructuras "militares" de los grandes carteles de la droga.
La información cruda señala que quince presos de la cárcel de Piñero, en cercanías de Rosario, protagonizaron una violenta fuga luego de cortar con amoladoras un alambrado perimetral por el que escaparon, mientras al menos tres personas armadas llegaron en su apoyo para cubrir la huida a tiros. En ese marco uno de los tiradores habría muerto en el intercambio de disparos con los guardias. Según se dijo, antes de concretarse la fuga, personal penitenciario recapturó a siete de los evadidos y entonces los que lograron ganar la calle fueron ocho reclusos peligrosos.
Varios de estos sujetos protagonizaron sonoros episodios delictivos, muchos de ellos vinculados a las acciones de las bandas de narcotraficantes que asuelan a Rosario y que tienen en jaque desde hace años a las fuerzas de seguridad de Santa Fe. El poderío de las bandas se puede observar simplemente a partir de la osadía con la que actuaron los cómplices en el exterior del presidio, propia de organizaciones criminales que operan en varios países latinoamericanos y forman parte de las estructuras "militares" de los grandes carteles de la droga.
El relato de los hechos que se puede leer en algunos diarios es reflejo de situaciones que no son habituales en la Argentina pero que han comenzado a producirse. Ocurrían y ocurren en México, Colombia y, con menos frecuencia, en otras naciones más cercanas como Paraguay y Brasil. Sin embargo, los especialistas señalan que en el último año y medio se produjeron al menos tres intentos de fuga similares en cárceles de Santa Fe y Misiones.
Este dato habla a las claras de que se está frente a un recrudecimiento del accionar del narcotráfico y de bandas criminales que utilizan no solo su poder de fuego para lograr la evasión de las cárceles, sino que expanden sus tentáculos a muchos otros ámbitos y tienen el poder de corromper, manipular, amenazar y asesinar. La Argentina ha vuelto a retroceder en esta materia y el accionar de estos grupos tiene, otra vez, características que lo acercan a la impunidad.
Mientras tanto, los cargamentos de droga pasan por el territorio nacional con destino a Europa y Estados Unidos y las cocinas de cocaína han proliferado nuevamente. La operación de bandas colombianas y mexicanas en varias provincias se denuncia con frecuencia y varios jefes policiales y funcionarios -en especial de Santa Fe- ya han sido procesados o están siendo investigados por presuntas vinculaciones con el crimen organizado.
Así, ante la gravedad de lo acontecido en el penal rosarino y más allá de la ímproba labor con la que se procura recapturar a los peligrosos sujetos que se evadieron, el episodio devuelve la sensación de que estas bandas, vinculadas en su mayoría a los grupos narcos, están floreciendo y llevan la delantera en la batalla. Esta impresión obliga a recordar que, en 2015, el Papa Francisco, preocupado por el avance del narcotráfico, alertó sobre la "mexicanización" de la Argentina. Las imágenes y los relatos de la fuga en el presidio de Piñero podrían ser el botón de muestra de que realmente aquella frase tiene la posibilidad de ser una triste realidad.