Un guapo de verdad
En una nueva entrega del especialista Jorge Cappanera para historias de Ring Side, conocemos a Víctor Galíndez,el primer boxeador argentino que tuvo la chance de pelear por el Campeonato del Mundo como local en el estadio Luna Park
Provenía de Vedia, su prodigiosa tierra natal en la Provincia de Buenos Aires donde los prósperos campos parecieran interminables praderas.
Venía de calles sin luz ni esperanza; de piezas húmedas sin revoque en las paredes y unas camas angostas e insuficientes para las familias laburantes, aquellas que cada madrugada salían en procura de la changa salvadora.
El boxeo fue una oportunidad para Víctor como otros tantos. Tenía buena estructura física, cuello ancho, piernas finas, glúteos de marcada redondez, buena pegada, mucho amor propio y una enorme guapeza.
Su primer maestro fue Horacio García, quien lo entrenaba en Tigre. Luego llegó a su vida Don Oscar Casanovas, Campeón Olímpico de peso Pluma en los Juegos de Berlín 36 para abrirle las puertas del Luna Park. Entre los dos fueron formando a quien sería uno de los mejores campeones mundiales de peso medio pesado de la historia. Y por lo tanto miembro del Hall de la Fama.
Aquel chico de pómulos salientes, ojos hundidos y frente angosta invadida por el comienzo de una cabellera negra no solo aprendió a tirar guantes sino que además comenzó a destacarse como un excelente boxeador amateur.
Caminaba con paso cadencioso, lucía camisas floreadas con tonos vivos siempre desabrochadas, sus zapatos tenían tacos pronunciados que lo hacían más alto y los pantalones eran siempre oscuros que finalizaban en una botamanga ancha tipo Oxford que cubría todo el calzado.
Cuando se vino desde Morón al Luna Park el único que le dedicaba minutos era Ringo Bonavena. Todo le costó mucho a Galíndez, un muchacho de pocas palabras carente de expresión y simpatía. Su manera de mostrarse eran sus coches, cada peso que ganaba era para lucir auto nuevo, tenía locura por la velocidad, por el manejo y los coches.
Bonavena lo alentaba para que insistiera con esa manera de irrumpir frente a la gente y a la prensa. Y aunque le daba libreto para que declarara fuerte contra su rival antes de algún combate a Galíndez le costaba ese tipo de verbalización desafiante, no era compatible con su personalidad.
Fue el mejor medio pesado de la Argentina de todos los tiempos. Y sus rivales argentinos, casi todos de enormes cualidades, debieron irse al exterior. Fue así que por no poderle ganar debieron emigrar para conseguir chances internacionales boxeadores de la talla de Avenamar Peralta, Jorge Víctor Aconcagua Ahumada, Juan Mendoza Aguilar, Raúl Loyola y Pedro Rimowsky, todos verdaderos cracks que no podían con él.
Tras haber barrido a todos sus adversarios y a algunos extranjeros bien reputados le llegó la oportunidad de pelear por el Campeonato del Mundo. Tal circunstancia configuró un hecho tan histórico como inédito, pues sería el primer boxeador argentino que habría de pelear por el Campeonato del Mundo como local en el estadio Luna Park.
De todas sus peleas, verdaderas batallas del ring, la más recordada, la más célebre fue su triunfo ante Richie Kates en Johannesburgo, Sudáfrica, el 22 de Mayo de 1976.
El cabezazo del moreno de Estados Unidos impactó en el rostro del "Leopardo de Morón" en el tercer round. Las 42.125 personas que estaban en el estadio Ran, en Johannesburgo, Sudáfrica, vieron saltar la sangre del párpado derecho del boxeador argentino.
Los fotógrafos invadieron el ring, Kates tenía un toallón sobre sus hombros y parecía que la pelea estaba terminada. Y Lectoure le habló al médico inventando: "El referí ya autorizó a seguir, por favor no le corte la chance, que es un título del mundo". Su avivada y rápida decisión en 2 minutos 45 segundos que estuvo parada la pelea permitieron que se recupere y pueda continuar la lucha.
El argentino tiraba golpes como los de un "león herido" y pudo quebrar la resistencia del rival que se veía desbordado por el temple y el fervor de Víctor. Lo tuvo por noquear en el 7º y lo tiró en el 9º round. En el 15º y último round Galíndez terminaba noqueando a Kates en una de las peleas más sangrientas de la historia. La camisa del árbitro sudafricano y el pantalón blanco de Kates quedaron estampados con sangre.
Se trató de una noche doblemente memorable: Galíndez retuvo su corona tras una cruenta pelea unas horas antes que hubieren asesinado a su amigo, sostén e ídolo "Ringo" Bonavena en la puerta del prostíbulo Mustang Ranch, en Reno, Estado de Nevada, hecho obviamente ignorado por Galíndez al momento de subir al ring.
Perdió y recuperó la corona frente a Rossman. Y después que cayera ante Marvin Johnson (30-11-79) por K.O en el 11° asalto, supimos que se aproximaba el final.
El automovilismo siempre había sido su segunda pasión deportiva. Quería ser corredor de autos, en ese fatídico día, que caminaba junto a su compañero Lizeviche rumbo a los boxes fue embestido por otro corredor y ambos murieron en el acto.
Evocamos a este enorme campeón que fue Víctor Emilio Galíndez, una criatura que supo noquear a sus feroces rivales sin el reconocimiento popular que merecía. Sobre el ring fue un campeón excepcional. Debajo del ring tomó casi siempre decisiones equivocadas. La última, como dijimos, le costó la vida.
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