Un funeral masón

Los masones siempre han estado rodeados de misterio y leyendas. Esta logia tuvo presencia activa en nuestra región, muy marcada en localidades como Zenón Pereyra. San Francisco no fue la excepción, y el cementerio aún hoy conserva vestigios de su paso por la ciudad.
Por Manuel Montali | LVSJ
El origen de la masonería está generalmente vinculado a grupos de constructores / arquitectos, en principio de carácter gremial o de regulación del oficio, pero luego fue mutando y trascendiendo en distintas corrientes mundiales para incorporar otras características ideológicas, religiosas e incluso esotéricas, llegando a funcionar como una sociedad secreta en determinadas regiones.
En algunos panteones y tumbas del cementerio de la ciudad se observan detalles y símbolos típicos de esta logia. Si bien en San Francisco no han tenido una participación social destacada, a diferencia de por ejemplo Zenón Pereyra -cuyo fundador habría sido un importante referente de la misma-, sí algunos personajes han sido voceros de su ideología. Uno de los casos más visibles es el de Luis Amalvy, inmigrante francés que fuera concejal y director de la banda de música municipal, y que integraba la logia "Porvenir social".
Lo cierto es que entre las primeras denuncias públicas de la actividad masónica de la ciudad, de acuerdo con una investigación de Arturo Bienedell, titular del Archivo Gráfico y Museo Histórico, figura un texto firmado por Amadeo Belén Cabrera y publicado en LA VOZ DE SAN JUSTO el 5 de noviembre de 1916. En él, el periodista criticaba una suerte de "persecución" por "envidia" dentro del mismo grupo de masones que públicamente se juraban "fraternidad".
Vida masónica en San Francisco
Con el título "Vida masónica", Amadeo Belén Cabrera decía: "En la localidad hay masones, pero, en su inmensa mayoría, no han penetrado el espíritu ni conocen la misión de la masonería, resultando ocioso disertar sobre la materia. En su hora, sus elementos, se han vinculado por interés o por curiosidad cuando no por vanidad: el de creerse superiores a los ojos de los profanos al guarecerse bajo la sombra de las desconocidas y para muchos, misteriosas prácticas de la institución. Para los masones de verdad nunca caduca ni se olvida la fe jurada y aunque no sean respetados sus derechos, cumplen siempre con sus deberes sin mirar consecuencias futuras. El masón de verdad practica el bien por el bien mismo".
Ante ello, arremetía: "Se diferencia del egoísta, que cierra su corazón a toda obra de bondad, que tiene la escuela de hacer el mal por el mal mismo o por lo que le reporta en utilidad o satisfacción. Hay masones acá que no se cansan de recibir bien y aprovechan sus ventajas, pero si tienen oportunidad de hacerlo a su vez, se niegan, encastillándose en su negro egoísmo, siempre utilitarista. La masonería tiene también sus Tartufos. Son los roedores del Ideal".
El periodista hacía hincapié en que "la institución masónica no es un partido político ni una secta religiosa; es una comunidad de hombres libres sin distinción de razas ni creencias, es más: es una escuela filosófica que tiene por objeto la enseñanza y la práctica del bien en toda su extensión".
"La ignorancia -continuaba-, por escasa cultura intelectual, el imperio de las malas pasiones sofocadoras de los impulsos generosos del corazón y eclipsadoras de los sanos dictados de la razón, la escasa instrucción masónica, son factores esencialísimos y tristemente eficaces para hacer olvidar y hasta proscribir la fe jurada antes y después de ver la luz".
Y concluía: "Hoy, los hermanos de este valle, abatido su taller por inercia colectiva, se dedican a la tarea de perseguirse mutuamente, ora atacando la obra ajena en los distintos negocios de la vida, ora calumniando a los hermanos en la fe jurada al sentirse vencidos en la lucha cotidiana ante el éxito ajeno, y mordidos por la sierpe de la envidia, dejan que los eslabones fraternales sean rotos por los demonios de las pasiones. Es, a esta derrota, que se duerma en este valle y a que los masones de la localidad no sirvan para el bien y estén fuera de la buena senda".
Cabe señalar que Cabrera, según la biografía dispuesta en el sitio web del Archivo Gráfico y Museo Histórico, había nacido en Villa de María del Río Seco, estableciéndose en San Francisco en 1897. Pionero del periodismo, su iniciación se produjo en el periódico "Unión y Progreso", tras lo cual, en 1901, se incorporó como redactor en "La Semana", que era dirigida por su fundador Damián Martínez Mendivill. Fue luego redactor y director interino de LA VOZ DE SAN JUSTO. Desde el 1 de abril de 1917 publicó su propio diario "El Progreso" y también estuvo al frente de la imprenta "La Moderna", aquella que en las publicidades de la época prometía "precios módicos y sin competencia a pesar de la guerra". Falleció el 25 de noviembre de 1951.
Este periodista fue, justamente, orador en uno de los últimos actos públicos en donde se menciona la presencia local de la logia "Porvenir social". Se trata del funeral de Amalvy.
El cementerio local conserva vestigios de la
actividad masónica en la ciudad, a través de símbolos característicos de la
logia.
El concejal masón
Luis Amalvy, inmigrante francés, había sido electo como concejal en reemplazo de Domingo Lavaisse, quien había renunciado el 4 de febrero de 1910. Fue luego reelegido para un nuevo período el 6 de febrero 1911.
En la biografía que conserva el Archivo Gráfico y Museo Histórico se consigna que formó matrimonio con la italiana Francisca Acastello, con quien tuvo once hijos, entre ellos Enriqueta, inspiradora y "virtual fundadora" de la escuela Mitre.
Amalvy además había dirigido la banda de música municipal desde 1910 y compuesto la marcha "San Francisco", dedicada a José B. Iturraspe, que solía ejecutarse en celebraciones populares, como los actos del Día de la Independencia de 1915.
De acuerdo con la extensa noticia publicada por LA VOZ DE SAN JUSTO el 29 de abril de 1917, su muerte se produjo al mediodía del domingo 22 del mismo mes, luego de una prolongada enfermedad, causando honda consternación en el ámbito local. En dicha ocasión se destacó que, dentro de su amplia actividad social, también había sido "venerable" de la logia masónica local "Porvenir Social".
A su sepelio acudieron incluso delegaciones de diversos pueblos a la redonda, asistiendo asimismo la banda de música ya dirigida por su sucesor, Domingo Zanolli. Entre los oradores se destacaron Miguel Balegno, quien habló "en representación del núcleo que pertenecimos a la logia". Allí destacó que "durante la larga y proficua actuación de nuestro querido Amalvy en el seno de la familia masónica local, más de una vez tuvimos ocasión de admirar el temple de su carácter, los nobles sentimientos que albergaba su alma virtuosa y sobre todo el espíritu generoso y caritativo que siempre ha demostrado (...). Era un verdadero campeón y obrero de la causa por la cual ha luchado tantos años, o sea la religión de la verdad y de la justicia".
Fraternidad en tiempos de guerra
En nombre de los masones de Rafaela, en el funeral de Amalvy se hizo presente Juan Fertonani, quien brindó unas palabras sobre el extinto, dejando en claro el ideal utópico de la logia en tiempos de primera guerra mundial: "Artista selecto y entusiasta, hubieras podido escalar con relativa facilidad a una envidiable fortuna, pero tu corazón demasiado generoso y tu mano siempre abierta y pronta para socorrer sin preguntar a quién era, tu carácter demasiado franco y leal no te permitía distinguir al verdadero y sincero necesitado, del hipócrita".
Junto a ello, destacándolo como uno de los "iniciadores" de la actividad masónica en la localidad, resaltó: "Hombre de gran optimismo siempre ha confiado en el porvenir que sabrá corregir los defectos de la organización actual, acercando la época en que no habrá más extranjeros, en que desaparecerán las fronteras con todos los dogmas exclusivos, con las enemistades de razas, con los odios de pueblos y con todas las ideas rezagadas, formando la gran patria cosmopolita de los hombres de pensamiento libre y de corazón puro, cobijados todos bajo la bandera de la fraternidad universal".
El cementerio local conserva vestigios de la
actividad masónica en la ciudad, a través de símbolos característicos de la
logia.
Nuevo discurso de Cabrera
Curiosamente, uno de los últimos oradores en dicho sepelio sería el mismo Amadeo Belén Cabrera que tan crítico se había mostrado el año anterior hacia los masones de San Francisco, quien en su discurso empleó términos y definiciones que parecían acercarlo a la logia, señalando por ejemplo que "El Gran Arquitecto" había puesto fin a la existencia del "Hermano" Amalvy en este mundo. Por otra parte, también llama la atención que hiciera alusión a "errores", "humanas contradicciones" y una cosecha de "muchas espinas, entre las pocas flores" así como "dolores y pocas alegrías" por parte del fallecido, resaltando de cualquier manera que cumplió su misión "con eficacia". Todo ello lleva a pensar que quizá el periodista integró o tuvo afinidad también con la logia y a que su crítica del año anterior se había debido a una cuestión interna o meras diferencias con otros miembros.
Un funeral que marcaría historia
El funeral "masón" de Amalvy fue también la ocasión en que debutó una reconocida empresa fúnebre en la ciudad. Tal como se relató en el episodio 11 de este ciclo, en 1917 se instaló en San Francisco la "Cochería italiana". Era una sucursal de la empresa de Rafaela dirigida por los hermanos Miguel, Clemente y Constancio Rosso. Venía a competir con la empresa local "La Central" de Jesús Capdevilla e hijo, instalada en 1910. Rosso integró asimismo a Ricardo Cornaglia como cochero o palafrenero, quien años más tarde fundaría su propia empresa (la cual luego fue adquirida por la familia Di Monte, que mantiene vigencia hasta hoy).
Otros símbolos masónicos
En el episodio de este ciclo dedicado al "fantasma" de Cecil Newton se hizo foco en los símbolos que se observan en la placa de su monumento funerario. De acuerdo con la investigación de Bienedell, estos símbolos (la escuadra cuya explicación principal es la disciplina, y el compás, por la igualdad, con la particularidad de que una de las puntas se sitúa sobre la escuadra, quedando la otra por debajo) significan que alcanzó el grado de "Compañero", rango intermedio entre "Aprendiz" y "Maestro".
Recorriendo la parte antigua del cementerio pueden apreciarse más apariciones de estos símbolos y otros pertenecientes al instrumental de la albañilería, así como de las letras griegas Alfa y Omega, triángulos, circunferencias, flores, estrellas, entre otros vinculados a la masonería. No obstante, esto parece obedecer más a inspiración de los constructores, o a detalles arquitectónicos de moda en las primeras décadas del siglo, que a una presencia activa de la logia en la ciudad.
Por todo ello, y teniendo en cuenta la fuerte crítica de Belén Cabrera en el año 1916, Bienedell postula que, si la masonería no prosperó en San Francisco, puede deberse a dicho individualismo de sus protagonistas. El fallecimiento de Amalvy, que parecía ser uno de sus principales impulsores, junto a la presencia de otras entidades sociales de mayor proyección en la primera parte del siglo veinte, también quizá hayan incidido en el declive de esta agrupación en nuestra ciudad.