Análisis
Un faro de amistad y solidaridad
El “Refugio Daniel Mari” constituye una muestra de lo que la amistad puede generar si es férrea y comprometida.
Cumplió una década de vida. Debió atravesar un período cerrado debido a la pandemia del Covid 19. Pero la fe y el empuje de un grupo de amigos pudo más. Y reabrió sus puertas para seguir siendo un ejemplo de solidaridad y acompañamiento a los familiares de las personas internadas en el Hospital J. B. Iturraspe que provienen de otras poblaciones.
En efecto, ubicado en Padre Gervasi 366 de barrio Hospital, el Refugio “Daniel Mari” cumplió diez años y, tras la pausa de la pandemia, volvió a abrir sus puertas para cobijar a personas que tienen un familiar en la Unidad de Terapia Intensiva (UTI) del nosocomio provincial que necesitan pasar la noche y no tienen dónde ir.
De este modo, continúa cumpliéndose el sueño de Daniel Mari –quien falleció en 2008 y su deseo era contar con un espacio para ayudar a quienes pasaban interminables días y noches acompañando a familiares en el Hospital- se sigue cumpliendo gracias al trabajo incansable de sus “amigos de fierro” y a la solidaridad de toda la comunidad que hace posible el funcionamiento de este espacio.
Desde hace una década, la Asociación Civil "Refugio Daniel Mari" tiene como objetivo dar refugio a personas que no son de la ciudad de San Francisco y que tengan algún familiar internado en el Hospital. Lleva el nombre de una persona de bien que sufrió una larga enfermedad y pudo ver la necesidad que aqueja a los familiares de los enfermos. Por ello, manifestó su deseo de que luego de su muerte, sus amigos y allegados hicieran realidad su proyecto de atender esta problemática que sigue teniendo mucha vigencia por las características de la atención que brinda el centro asistencial que lleva el nombre del fundador de la ciudad.
Como bien se expresó en la nota que evocó estos diez años de trabajo, la casa abre sus puertas y su corazón para ayudar a quienes pasan por momentos difíciles. Después de un tiempo sin actividad hubo que realizar muchos arreglos y actualmente están organizando una peña para el mes de septiembre en fecha a confirmar, con el objetivo de obtener fondos que les permitan seguir brindando su servicio. Claro que sostener la ayuda no es una misión sencilla. La solidaridad de la comunidad y el trabajo de los voluntarios, además del aporte que pueden hacer algunos municipios, ha permitido que más de 1.500 personas no residentes en San Francisco hayan podido acompañar a su familiar internado.
Como bien afirman quienes continúan cumpliendo con el encargo de su entrañable amigo, han sido diez años complicados. La pandemia deterioró el inmueble que fue donado por otro vecino de San Francisco. Hubo que efectuar arreglos costosos para ponerlo nuevamente en condiciones. Se logró recuperarlo para volver a ofrecer este servicio invalorable para quienes deben pernoctar en la ciudad porque acompañan a un enfermo ingresado en el Hospital y no tienen los recursos para costear un alojamiento.
El “Refugio Daniel Mari” constituye, en definitiva, una muestra de lo que la amistad puede generar si es férrea y comprometida. Cumplir con el deseo de un amigo que supo ver la difícil realidad de sus semejantes aun en medio de su propio padecimiento, es el émbolo generador de una cruzada solidaria que merece tener el apoyo de toda la comunidad. El logro que significó la reapertura del refugio se transforma en un faro que ilumina la noble actitud de brindar ayuda al que la necesita.
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