Análisis
“Trumpa” o “Trumpolín”
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Una frase de Donald Trump frente a Milei disparó reacciones de todo tipo: ¿se trató una trampa diplomática que condiciona al gobierno o se convertirá en un trampolín hacia la recuperación? A una semana de las elecciones parlamentarias, la advertencia escuchada en la Casa Blanca agiganta la expectativa sobre lo que ocurrirá luego de conocido el resultado.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
Los particulares protagonistas de la política de este tiempo suelen ofrecer escenas dignas de un guion que mezcla el drama y la comedia. La reunión entre Javier Milei y Donald Trump dejó varias de esas imágenes: los pulgares para arriba, un elogio hasta desmedido del magnate hacia el presidente argentino, una conferencia de prensa interminable y, también, una frase que repercutió en todos los ámbitos y volvió a alterar los mercados. “Si pierde con un candidato de extrema izquierda no seremos generosos”, dijo el presidente estadounidense. Traducido: ganá las elecciones o no aparezcas de nuevo por acá.
El título -“Trumpa” o “Trumpolín”- supone un juego retórico que resume interpretaciones que se han hecho de ese encuentro en la Casa Blanca. Por un lado, la trampa diplomática en la que el gobierno argentino pudo haber caído por haber creído que ya gozaba de hegemonía en la política interna: la de depender del ego, la imprevisibilidad deliberada y el humor de un mandatario que acostumbra alterar el tablero con declaraciones y actitudes intempestivas, mucho más cuando hoy está envalentonado por el éxito que obtuvo en la primera fase del plan para terminar la guerra en Medio Oriente. Por el otro, la posibilidad de que esa misma advertencia, si el oficialismo obtiene un buen resultado en las elecciones legislativas, se convierta en trampolín. Es decir, sea un punto de apoyo para recuperar iniciativa política luego de un período en el que ha sufrido serias derrotas legislativas y ha cometido gruesos errores en la interpretación de los procesos políticos.
Más allá de las obligadas aclaraciones que debieron hacerse luego de aquella frase que convirtió la reunión en la Casa Blanca en episodio de una especie de tragicomedia, si el resultado electoral es adverso, Milei deberá quizás enfrentar la mirada desconfiada del socio del norte, cuya promesa de “no generosidad” podría traducirse en restricciones concretas desde el Tesoro estadounidense y de la caída de las prometidas inversiones de empresas norteamericanas. Funestas consecuencias posibles. Si, en cambio, logra un desempeño que pueda exhibirse como victoria, el respaldo de Washington podría convertirse en combustible político para que, exageración mileísta mediante, “los dólares nos salgan hasta por las orejas”. No obstante, restará definir qué entiende el polémico mandatario norteamericano por “ganar”: ¿el porcentaje de votos?, ¿la cantidad de bancas?, ¿el control del Congreso? ¿Ahora o en 2027? “Trump no tiene ningún problema en ser imprevisible”, afirmó Bob Woodward, uno de los “héroes” del Watergate.
Adorno de campaña
Lo cierto es que la frase altisonante pronunciada en Washington se convirtió en principal adorno de la campaña electoral. En este marco, la comparación con el histórico Braden o Perón reapareció en varios análisis periodísticos, aunque los contextos no sean comparables. En 1946, la injerencia de un diplomático extranjero ayudó a consolidar al peronismo: “Tendríamos que hacerle una estatua”, declaró Perón alguna vez. Mientras desde todos los costados del espectro político hubo empeño en adecuar a sus intereses la interpretación de la extemporánea proclama “trumpiana”, el kirchnerismo celebró esas palabras como la reedición de aquel duelo que dio origen al peronismo. Trump o Cristina podría ser un lema “original”.
Así, entusiasmada, desde su cómoda celda, la expresidenta condenada por la Justicia decretó que los argentinos que “ya saben lo que tienen que hacer”. Si hacen lo que ella ordena hacer, quizás agradezca públicamente el exabrupto de Trump, remedando la ironía de aquel líder al que no admira. Por el contrario, también sería posible que esta “orden” sea acatada por los que piensan que “lo que tienen que hacer” es impedir que el kirchnerismo retorne el poder.
En este punto, los caminos se bifurcan: ¿estas circunstancias habrán sido el germen de una más pronunciada polarización, con los votantes blandos saliendo del placar para votar “en contra de” y, gracias a un resultado que pueda interpretarse como favorable, el oficialismo acceda a un “Trumpolín” que le permita afianzar su gestión? ¿O serán una “Trumpa” que torne eufórica a la liturgia opositora y sea difícil de eludir si los guarismos de las urnas son adversos?
Resta escribirse el final de este guion.
Falta una semana.