Transexualidad: “El avance es legal, pero no cultural”
Pionera en alzar la voz por los derechos de las personas trans, Verónica Giordano la sigue peleando. Con su condición, supo conquistar espacios en el ámbito de la educación pública, pero no fue suficiente y el prejuicio social le arrancó sueños y vocación. Se mira en el espejo de su vida, que siempre fue una lucha, y asegura:"Como sucede con los trans, con el aborto hace falta información, formación y un debate maduro".
Marcos nunca se sintió como Marcos sino como Verónica. Desde tempranísima edad luchó para no vivir atrapada en el cuerpo de Marcos sino para actuar plenamente como Verónica. El reto era casi imposible hasta que en 2011, una cirugía de cambio de sexo le dio la primera batalla ganada; después vinieron otras: la ley, el cambio de nombre en su documento, sin embargo aún no se siente completa como mujer.
Verónica Giordano tiene hoy 51 años y enfrenta la vida con admirable valentía y dignidad, pero también con las depresiones lógicas que implica la visibilidad trans.
Una anécdota de cuando, como docente que es, todavía podía estar al frente de un aula le hacen apostar por una sociedad que eduque desde la diversidad. Aunque reniega de esos que se visten de progresistas. "Hay muchos discursos inclusivos pero en la práctica se actúa todo lo contrario", afirma.
Cargar con el diagnóstico de disforia de género trazó el rumbo de su existencia, pero también de sus convicciones. "Estoy de acuerdo con las marchas y las protestas sociales porque los cambios se logran a partir de la lucha, porque necesitamos que se amplíen los derechos pero no participo en las marcha del orgullo gay, porque para mí no es una cuestión de orgullo", sostiene.
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¿Cómo te sentís hoy a casi tres años de la operación de cambio de género?
Estoy sufriendo mucho. Te quedan heridas de las cosas que te pasan en la vida y no se pueden curar. A veces, cuando se está luchando, estás concentrado en eso pero después con el tiempo ves en perspectiva todo lo que hiciste, las causas, las consecuencias, los daños y ahí estoy parada. Lo atravieso con lo personal, con lo social, con todo lo que pasa en el mundo. Siento que habría que barajar y dar de nuevo, porque hemos construido un mundo desigual, violento, con pérdida de valores y puede parecer contradictorio para muchos lo que digo, especialmente para aquellos que tienen prejuicios sobre la decisión que tomé para mi vida.
- Hoy es la marcha del Orgullo LGBT en San Francisco. ¿Compartís esa lucha?
Mi lucha siempre fue muy solitaria y parecería contradictoria porque creo que cada problemática individual debe plantearse como una cuestión colectiva, porque lo que a mí me pasa, seguramente le está sucediendo a otra persona que no sabe cómo expresarse o no tiene los medios y que también necesita ser representada, pero al mismo tiempo, tampoco quiero que me arrastren a grupos colectivos y tener uniformidad de criterio, ideología y pensamiento; no solo en relación con la identidad de género sino también con otras cuestiones. Cada grupo tiene ideologías subyacentes, diferentes posturas. Por ejemplo: personas que están en mi misma situación, algunos están de acuerdo con la cirugía de cambio de sexo; otras no. No está mal que haya ideología, pero yo no puedo adscribir a una, tengo la mía.
Verónica: "Hemos construido un mundo
desigual, violento"
- ¿Te considerás parte de ese colectivo trans?
Sí, pero ningún trans vive el proceso de la misma manera. Hay una diversidad cada vez más diversa. La gente sabe que hay heterosexuales, homosexuales, bisexuales, transexuales, travestis; pero a la vez, en cada grupo, se interponen un montón de otras cuestiones.
- Tras la operación, ¿considerás que tu identidad está completa?
El concepto de identidad es muy quieto y califica; la orientación sexual clasifica los gustos pero las conductas que están por debajo están atravesadas por distintas cuestiones y vivencias.
- ¿Estás de acuerdo con las marchas?
Estoy de acuerdo con las marchas y las protestas sociales porque los cambios se logran a partir de la lucha, porque necesitamos que se amplíen los derechos pero no participo en las marcha del orgullo gay, porque para mí no es una cuestión de orgullo. Hace mucho que se realizan estas marchas y yo tal vez estoy en ámbitos más conservadores y siento que la gente me entiende a mí como persona. A veces en esas formas de manifestarse suelen darse provocaciones y el mensaje puede ser equivocado. Creo que no nos representan a todos los que somos parte de la minoría. Esos mensajes deben evacuarse en otros ámbitos de lucha, en otras estructuras sociales.
- ¿Hacia dónde crees que debería ir la lucha?
Creo que más allá del reconocimiento de la ley, las personas transexuales o travestis deberían poder acceder a un trabajo digno, al sistema educativo y formarse. Reconozco que todavía tengo mi trabajo porque visibilicé mi caso a través de los medios de comunicación, pero no soy egoísta y pienso y me preocupo por todas las personas que no pueden mostrar su problemática y que por más que exista la Ley Nacional de Identidad de Género (Nº 26.743), están esperando una cirugía por años; la mayoría haciendo trabajos indignos. Me gustaría contribuir para que las cosas cambien. Hay mucha hipocresía. El avance es legal, pero no cultural. Hay muchos discursos inclusivos pero en la práctica se actúa todo lo contrario.
- Otra lucha de hoy, la despenalización del aborto. ¿Qué opinás?
Es un tema muy sensible. Siempre soñé con ser mujer, conocer a un hombre y tener muchos hijos. No quisiera que ninguna mujer llegue a tomar esa decisión porque para mí deja secuelas, pero no criminalizaría a una mujer por practicarse un aborto. La despenalización es quitarle el velo a una problemática pero hace falta actualización de políticas públicas como la Ley de Educación Sexual Integral. Como sucede con los trans, con el aborto hace falta información, formación y debate con madurez.
- ¿Estás en pareja?
No. Sufrí un desamor y nunca más me volví a enamorar. Para muchos puedo parecer un bicho raro.
- Hijos. ¿Nunca pensaste en adoptar?
En esa relación que tuve, pensé que iba a criar a las hijas de mi pareja pero hoy estoy recomponiéndome en mi economía y estoy sola. Sería difícil criar a un hijo.
"Marcos es un chico que sufrió mucho y le tengo cariño, es parte de mi historia".
-Sos docente. Actualmente ejercés comoadministrativa en el Colegio Superior San Martín. Fuiste directora del Ipem 315. ¿Te gustaría volver?
No puedo llevar adelante una nueva lucha jurídica porque no tengo las herramientas y porque tampoco estoy fuerte para luchar. Sí, antes de jubilarme voy a luchar para que no quede el precedente de que por ser trans, no se puede ejercer un cargo en un colegio. Un cargo no se ejerce por incompetente, por delincuente o por otros motivos, independientemente de la identidad que tenga la persona.
"Como sucede con los trans, con el aborto
hace falta información, formación y un debate maduro".
Tener un puesto jerárquico como la dirección, en un colegio con una impronta pública pero católica en una sociedad muy conservadora, sabía que no iba a ser fácil de mantener. No me apartaron del cargo por un problema de gestión. La causa está archivada; no tuve el apoyo del gobierno provincial que lo único que hizo fue tolerarme, y un grupo de padres logró quitarme del lugar. El poder que tenía dentro de la institución no era tan importante como el rol que se puede tener afuera en la sociedad. Era el director ambiguo que daba una mala imagen pero eso me permitió luchar y lograr la autorización para mi cirugía, pero fue muy cruel que me acusaran de cosas falsas. Todo lo malo que pasaba era porque yo era trans y tenía que defenderme de esos ataques.
- ¿Cómo describes tu forma de educar?
Para que haya aprendizaje tiene que haber afecto, sin que se desdibujen los roles, creo que esa es la forma de educación que necesitan los chicos. Mis primeros años de docencia fueron difíciles. Nunca fui ni travesti ni gay, siempre fui una "cosa" amorfa, afeminada. Al entrar al aula por primera vez, los chicos me estudiaban y mucho, entonces les mostraba mi parte humana y lograba trascender.
- ¿Cómo ves a la docencia hoy?
Los docentes tienen escasa formación ciudadana. En nuestro rol no podemos adoctrinar, tenemos que plantear las cuestiones de manera amplia, debatir y que los alumnos se expresen libremente.
- Si no era la docencia, ¿qué hubiera sido?
Me hubiese dedicado a algo social, pero creo que no hubiera podido hacerlo porque existen muchos intereses y oportunismos aún en la gente que dice luchar por un mundo mejor. Me sentiría bien trabajando de eso y ayudar a quienes más lo necesitan.
- ¿Podrías contarnos alguna anécdota que te marcó?
Hay una que me movilizó y mucho en la que un alumno, muy conservador, me dijo que no les había contado a sus padres que su profesor era trans porque me quería mucho y no quería que lo cambiaran de colegio. Esto te da la pauta que nunca tuve problemas con los alumnos.
- ¿Qué es ser transexual?
Es algo que se siente. Desde chiquita yo sabía que era una niña en un cuerpo que no era mío. Hay cosas que no se eligen. Ser trans no es una elección. A los curiosos hoy les digo: "si me entienden, bien, y sino que lean en Internet el Síndrome de Harry Benjamín" (endocrinólogo que estudió la transexualidad y la disforia de género).
- ¿El camino hasta llegar a ser Verónica fue angustiante?
Cuando la Justicia tenía que autorizar mi operación aún no existía la Ley de Identidad de Género, tuve que luchar por cosas insólitas. Después de la cirugía, atravesé varias crisis y pensé que luego iba a sentirme más fuerte, pero no fue así. No tuve una preparación terapéutica para adaptarme a mi nuevo cuerpo, tampoco me explicaron cuáles eran las alternativas de la cirugía y después no tuve contención. Al contrario de lo que la gente piensa, fue un momento de mucho hostigamiento por parte de la medicina y del gobierno provincial. Todo lo que me pasó, me sigue pasando facturas.
- ¿El Estado está en deuda con Verónica?
Se sacan la foto con transexuales y hablan de cupos laborales trans y a mí nunca me convocaron para nada. En el buen sentido del término, podrían haberme "usado" para acompañar a otros en el mismo lugar que yo y darle un proceso más digno a mi transexualidad. Si la gente ve una imagen ambigua de vos, así te tratan y nunca superás nada a pesar de cualquier operación genital.
- ¿Te sentís una mujer completa?
Hay otras cirugías necesarias para poder verme como mujer y si bien la ley lo contempla, falta presupuesto estatal. Todavía me siento incompleta y aunque me dicen que todos tenemos un defecto, la que es mujer, es mujer, y cuando sos trans, la mirada ambigua siempre está presente.
- ¿Te referís a cirugías estéticas?
Me haría el rostro. Pero mucha gente piensa que lo que uno se hace es algo frívolo y no es importante. Tampoco hay profesionales capacitados para acompañarte en el proceso y está contemplado en la ley, pero no se cumple.
- ¿Dónde quedó Marcos en tu vida?
Está dentro de mí. Marcos es un chico que sufrió mucho y le tengo cariño, es parte de mi historia.
- ¿Qué habría pasado si hubieras vivido en el género con el que naciste durante toda tu existencia?
Me hubiera quitado la vida. Tuve dos intentos y aún hoy tengo marcas del último.
- ¿Qué les dirías a otras personas con disforia de género, que sienten miedo al prejuicio?
Sé lo que sienten, la desesperación latente que atraviesan por no tener el sexo biológico que se corresponda con lo que sentís. Entonces, les diría que los comprendo, que me gustaría poder ayudarlos porque la legislación está, pero falta presupuesto, faltan herramientas.