Trabajo comunitario en La Milka, una puerta para salir de la violencia de género

Todas las noches, el comedor Paso a Paso brinda alimento a unas 80 personas. Funciona en el garaje de la casa de Silvia, una vecina que sufrió en carne propia el maltrato machista. Las mujeres fabrican allí trapos de pisos, entre otras producciones para tener un ingreso extra. También proyectan una fábrica de pañales.
Desde hace seis meses, en el corazón de barrio La Milka comenzó a hacerse realidad el sueño solidario de Silvia Windolz, quien a diario ofrece su casa para desarrollar el comedor comunitario Paso a Paso.
Allí además tienen lugar diversos emprendimientos con un objetivo común: brindar un espacio de contención para las mujeres víctimas de violencia de género.
Ubicado en calle Madre Marsilla 406, frente al dispensario de La Milka, en el comedor funciona una pequeña fábrica de trapos de piso; se realizan actividades de panificación y el reciclaje de cartón. Estos emprendimientos permiten brindar una salida para todas aquellas mujeres como una manera de encontrar una vía de generación de recursos para subsistir fuera del infierno de los golpes y el maltrato.
Definida por ella misma como "una eterna renegada contra la injusticia y la pobreza", Silvia vivió en carne propia el flagelo de la violencia de género y decidió hacer algo al respecto.
Por un espacio propio
Al hacer alusión al inicio de esta aventura solidaria, en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO, la mujer explicó que "esto empezó hace unos seis meses como comedor solidario. Se llama Paso a Paso porque comenzó de esa manera, como un comedor para empezar luego a desarrollar otros emprendimientos que tienen como objetivo brindar una herramienta para todas aquellas mujeres que son víctimas de la violencia de género. Apuntamos a contar con un espacio físico para resguardar a la víctima de este flagelo y contenerla en todo lo que se pueda. Falta mucho para eso, mientras tanto, estos emprendimientos apuntan a que estas mujeres tengan algún ingreso económico extra".
"Esta idea empezó motivada por la necesidad de hacer algo para contribuir con las víctimas de la violencia machista", reiteró Silvia para luego agregar que "yo soy una mujer que viví 9 años en carne propia los efectos de la violencia de género. Durante ese tiempo, los primeros cuatro años sufrí violencia verbal y luego de separarme, durante los restantes cinco años sufrí persecución y violencia física. Era una asignatura pendiente hacer algo por las víctimas. Sé cómo se sufre, que es difícil salir de eso, porque es casi imposible hacerlo sin apoyo".
El crimen de Marita Lanzetti (quien falleció asesinada a puñaladas po su ex marido, Mauro Bongiovanni, en abril de 2015) fue el disparador para que Silvia empezara a "pensar en contar con un espacio físico y trabajar por las mujeres víctimas de violencia de género. Además, en el grupo contamos con asistencia legal de parte de un abogado".
Fabrican trapos de piso
Recordó que desde hace seis meses, cuando comenzó esta iniciativa, "estamos con tres programas como la fabricación de trapos de piso que por ahora los cosemos con una máquina común aunque no perdemos la esperanza de conseguir una remalladora. También necesitamos una sobadora para la panificadora; trabajamos con el reciclado de cartón y elaboramos almohadones y acolchados".
Mientras Silvia explicaba las características de los emprendimientos que se llevan a cabo en su domicilio, sus palabras se entremezclaban con el incansable sonido de la máquina que se utiliza para la fabricación de trapos de piso. "Estamos contentos porque la hemos podido hacer funcionar. Hace más de una semana que estábamos en esto hasta que finalmente pudo andar como queríamos. Los trapos de piso nos reditúan mucho margen de ganancia. Se trata de trapos de muy buena calidad, no se encojen y tienen muy buena absorción. Eso nos ha generado muy buena cantidad de pedidos y esperamos que las empresas nos compren para que podamos vender en masa".
Proyectan una fábrica de pañales
En cuanto al comedor solidario, la entrevistada dijo que "la gente que viene, en su mayoría, se dedica a changas o pequeños trabajos y vienen por la noche a buscar el alimento. En nuestro caso, la ganancia es para ampliar los emprendimientos y ahora vamos por la fábrica de pañales y a fines de 2018, queremos lograr un programa de reciclado para toda la ciudad y para eso estamos haciendo ventas de pollos y distintos eventos, para reunir los fondos necesarios".
Más allá de los distintos emprendimientos, a diario unas 80 personas que reciben una ración de alimento por la noche de lunes a jueves. "Entregamos una vianda diaria en horario nocturno para alrededor de 80 personas. También entregamos alfajores, turrones y bombones entre los chicos para que lleven a la escuela. Queremos que vayan a estudiar contentos y por eso les entregamos las golosinas".
Para llevar a cabo esta iniciativa, Silvia requiere de otras manos voluntarias y para eso aprovechó la oportunidad para solicitar "a todo aquel que quiera ayudar que colabore con ropa, leche, frazadas, alimentos no perecederos, etc. Además estamos detrás de conseguir un stand en la Plaza Cívica para que las mujeres puedan vender los acolchados. También necesitamos una balanza para pesar el cartón, la sobadora y una remalladora. Con eso tenemos tres emprendimientos en marcha y por supuesto, lo más importante es contar con un buen espacio físico para trabajar más cómodos porque hasta ahora tenemos todo esto dentro del garaje de mi casa".
"Esto no es ni más ni menos que una idea destinada a generar fuentes de trabajo para todo aquel que quiera trabajar. Nosotros no queremos un peso para nosotros, todo lo que se logra es para mantener estos programas", añadió Silvia.
Cómo ayudar
Todas aquellas personas que quieran colaborar, ya sea a través de la entrega de alimentos no perecederos para el comedor o de insumos para el taller de elaboración de trapos de piso o de panificación, puede dirigirse a calle Madre Marcilla 406. Teléfonos: (03564) 15689611 o (0351) 153332603.