Torres, el balneario del sur de Brasil que cautiva a los argentinos
Cada vez más argentinos que optan por pasar sus vacaciones en el sur de Brasil eligen a la localidad balnearia de Torres como destino alternativo ante la masividad que ofrecen otras playas, como las ubicadas en Florianópolis o Bombinhas.
Ubicada en el estado de Rio Grande del Sur (RS), límite con Santa Catarina, a 192 kilómetros de Porto Alegre y 1600 de Córdoba, la ciudad ofrece los clásicos paisajes y una gastronomía representativos del litoral brasileño.
Destino que puede ser visitado en forma individual, en pareja o en familia, sus playas casi sin declives y de aguas tranquilas se convierten en un ámbito donde el relax y la distensión son la principal recompensa.
Caminatas guiadas; fútbol y vóley de playa; pesca de mar y río; y otros deportes convencionales son el complemento ideal para el veraneante cuyo objetivo primordial es el contacto con la arena y el agua de mar.
Torres puede ser considerado un lugar único dentro de la gama de visuales que se desparrama a lo largo de la costa de Brasil; mezcla de acantilados, grutas, dunas, isla, mar y laguna unidos a una rica cultura, el balneario se presenta como una opción legítima a la hora de disfrutar del período anual de descanso.
Esta diversidad puede apreciarse en su desarrollo urbano, con predominancia de casa bajas tipo chalet y algunos edificios de altura, donde el turista argentino que la visite podrá hallar semejanzas con muchos de los destinos del literal bonaerense.
Llama la atención en muchas de sus calles el empedrado compuesto de piedras asimétricas, material común en la zona y que puede verse en diversas ciudades, desde la argentina Puerto Iguazú hasta Paraty, al norte, en el estado brasileño de Río de Janeiro.
La zona más concurrida y de mayor crecimiento edilicio es la que rodea a la plaza João Neves da Fontuora, un amplio espacio verde conformado por cuatro manzanas rodeado de una virtual muralla de edificios que, poco a poco, están ganando espacio sobre el horizonte.
Por el contrario, caminar la costanera de Torres por la avenida Beira Mar es recorrer un ámbito de casas bajas flanqueados por pequeñas dunas que sólo en contadas ocasiones dejan ver el azul del mar, y donde una calmada sucesión de "lanchonettes" tientan al caminante con una pausa para una cerveza acompañada con delicias provenientes del mar.
En la región alta de la ciudad las construcciones modernas contrastan con un conjunto arquitectónico de típico estilo azoriano e infinidad de casas de veraneo construidas en los inicios del siglo XX, en donde aún hoy se mantiene, como suspendida en el tiempo, la riqueza cultural de varios pueblos, apuntalada por leyendas, costumbres, danzas y las tradicionales artesanías en fibra de banano y palmera.
Entre estos edificios históricos se destaca el de la Sociedad Amigos de la Playa de Torres, sede también del Centro Municipal de Cultura y Artesanía, donde además de poder disfrutar de espectáculos teatrales, recitales y exposiciones, funciona la tienda de artesanías Casa da Terra, una de las más importantes de la ciudad.
Dentro del casco urbano, una de sus atracciones principales es el Parque da Guarita (de la Garita), donde los turistas se sienten atraídos por el contraste entre las torres basálticas y el mar.
La ciudad también sorprende a quienes disfrutan de la vida nocturna con los típicos quioscos a la orilla del mar, pubs, discotecas y espectáculos al aire libre, además de ser poseedora de una completa infraestructura para el turismo de eventos, corporizada en su Centro Múltiple de Eventos.
En cuanto a infraestructura turística, ciudad ofrece hoy más de 9.000 plazas hoteleras distribuidas entre hoteles, posadas, campings y chalets de alquiler, además de una completa oferta gastronómica de menúes variados, como pizzerías, restaurantes especializados en frutos de mar, tenedores libres, cantinas, heladerías y cafés.
La proximidad con los cañones y de la región rural ubicada en la Serra do Mar, a sólo 60 kilómetros, brindan la posibilidad de organizar paseos turísticos integrados con paradas en Praia Grande y el Parque Nacional Aparados da Serra.
Otro exponente del turismo rural es el paseo integrado al Valle del Paraíso, una región rural donde se destacan la colonización alemana e italiana.
Para quienes prefieren vacaciones en donde, paradójicamente, el gasto de energía suele ser mayor que durante el resto del año, el destino ofrece varias alternativas en lo que a deportes extremos se refiere; la práctica de motocross, surf, rafting, kite surf, motoacuatismo, paddle, parapente, canotaje de regata, paracaidismo y vuelos en globo pueden ser efectuados en áreas dentro de la misma ciudad.
"Me animé acá, antes nunca lo había hecho y me parece una experiencia única. Ya es mi tercer paseo en apenas una semana, una experiencia fantástica", dijo a Télam, casi al borde del Morro do Farol, Mariana Montenegro, una uruguaya, habitué de Torres, antes de iniciar un vuelo asistido en parapente.
Torres es considerada como la capital brasileña del vuelo en globo; cada año el Festival Internacional de Balonismo, que se realiza desde hace 25 años ofrecerá, a fines de abril, un espectáculo único con sus vuelos nocturnos, en donde la multiplicidad de colores incandescentes son un atractivo en sí mismo.
Los veraneantes que deseen realizar un vuelo de bautismo en globo -o repetir la experiencia- pueden contratar vuelos grupales durante la temporada estival.
Las playas al sur de Torres, por su parte, aportan al veraneante su tono agreste; por momentos parecidas a San Clemente del Tuyú, por momentos a otros balnearios del partido de la costa, localidades como Rondinha, Capão da Canoa, Tramandaí, Pinhal y Quintão, se extienden hacia el sur en una franja costera de más de 120 kilómetros.