Toda una vida en la ENA: fue alumna y hoy se jubiló como docente

Escuela de maestros. "Lo mío es la docencia y el sentido de pertenencia por la Normal", aseguró Marisa Luna, que fue alumna en el mismo establecimiento donde después regresó como profesora hasta jubilarse días atrás.
Luego de más de 50 años de recorrer las aulas de la Escuela Normal, Marisa Luna se jubiló como docente y de esa manera decidió ponerle fin a toda una vida ligada a ese establecimiento.
Tiene 57 años y su edad marcó el comienzo de una nueva etapa en su vida: colgó el guardapolvo.
Marisa ingresó a la escuela en el año 1970 con cinco años, cuando comenzó a cursar sus estudios primarios. Como la mayoría de los estudiantes de la ENA, continuó en el nivel secundario, donde egresó en 1982 luego de culminar el Bachillerato con Orientación Docente. Al momento de definir qué iba a hacer con su vida laboral no dudó en inclinarse por estudiar el Profesorado de Educación Primaria motivada por la influencia de varias docentes que tuvo en su paso como alumna.
Si bien su trayectoria educativa y laboral puede resumirse en pocas líneas, mucho más extenso es el recorrido realizado en todos estos años, con los muros de la más que centenaria Escuela Normal Superior "Dr. Nicolás Avellaneda" como testigos del nacimiento de una vocación de alma y corazón, desarrollada en distintos tiempos y contextos, primero como alumna y después como docente.
Al momento de jubilarse, días atrás, Marisa era profesora de Psicología en quinto y sexto año; profesora de Metodología de la Investigación en sexto año y por la noche forma parte del plantel de formación docente en el Profesorado de Educación Primaria con tres espacios a su cargo y uno en Educación Inicial.
Marisa Luna recibió a LA VOZ DE SAN JUSTO en una de las aulas de la Escuela Normal, su segundo hogar. "Apenas terminé el Profesorado de Educación Primaria, en 1984, al año siguiente empecé a trabajar en esta misma escuela como docente de nivel primario y mi primera experiencia fue con un tercer grado", recordó.
Mientras comenzaba a hacer sus primeras experiencias en el campo de la docencia cursó el Profesorado de Psicología y Ciencias de la Educación y una vez que egresó comenzó a dar clases como docente del Profesorado de Educación Primaria. "Siempre tuve hambre por mayor conocimiento y me movilizó conocer qué es y cómo aprende un estudiante y sin embargo me voy jubilada sin saberlo".
"En esta etapa de mi vida me voy de la actividad laboral con preguntas a las que no les encontré la respuesta", expresó aunque dentro de las certezas que logró construir en su vida no dudó en definir a la docencia como "un darnos de manera permanente hacia el otro".
"La escuela no es un lugar donde simplemente se transmite conocimiento. Es más que eso porque la escuela contiene y forma al ser humano", agregó.

Marisa definió a la docencia como "un darnos de
manera permanente hacia el otro". (Fotos: Marcelo Suppo | LVSJ)
Su experiencia en Francia
Mientras daba clases en el Profesorado de Educación Primaria le surgió la posibilidad de conocer cómo se desarrolla la docencia en Francia a través de su participación en un programa educativo con una escuela de aquel país.
"Me fui a Francia con un grupo de estudiantes y profesores de la Escuela Normal en lo que fue una experiencia muy buena para todos", contó Marisa para explicar de esa forma lo que vivió en una escuela enclavada en la región de los Pirineos.
De regreso a nuestro país, Marisa conoció a quien hoy es su pareja y deciden irse a vivir a Capital Federal, donde nacen sus hijas.
No obstante, ese cambio radical de costumbres no la alejó de las aulas porque durante ese tiempo cursó la Licenciatura en Psicología, motivada por encontrar respuesta a la pregunta ¿qué es enseñar? Y ¿qué es aprender? sobre todo para intentar descubrir qué cosas se juegan en una escuela.
"La formación docente me apasiona", afirmó quien luego de vivir unos 9 años en la Ciudad de Buenos Aires, como familia decidieron retornar a San Francisco y una vez aquí no dudó en volver a la Escuela Normal.
"Cuando vine a San Francisco la directora de la Escuela Normal en ese momento, Mónica Giletta, me sugirió que me anotase para dar clases porque 'necesitamos gente de tu perfil', me dijo".
"La escuela no es
un lugar donde simplemente se transmite conocimiento. Es más que eso, contiene
y forma al ser humano".
"Así fue que en 2005 tomé horas en el Profesorado de Psicología y a partir de ahí siempre trabajé en esta escuela en el Nivel Secundario y en el Nivel Superior en la formación docente que me apasiona", siguió.
"Lo mío es la docencia y el sentido de pertenencia por esta escuela", indicó para luego intentar definir a la ENA como "una gran parte de mi vida".
"La Escuela Normal es el lugar donde me siento feliz", confesó con emoción mientras era consciente que se encontraba transitando las últimas horas como docente en esas aulas y pasillos recordando además que sus hijas "también cursaron sus estudios acá y tienen el mismo amor y sentido de pertenencia que yo".
El día después de mañana
Luego de haber atravesado casi toda su vida por las aulas de la Escuela Normal, Marisa encaró este último año como lo que es: una etapa de despedida que debía enfrentar inexorablemente.
De hecho, reconoció que "sabía muy bien" que se encontraba en esta última etapa y por eso "empecé a desprenderme de cosas".
"Al comenzar este año llegué a la escuela trayendo cajas con libros de pedagogía. Elegí los libros que quería regalar a mis amigas docentes, así como también regalé a la escuela", siguió.
Si bien podría haberse retirado en agosto, finalmente decidió quedarse un tiempo más "porque estoy en una escuela pública donde las cátedras no se van a cubrir rápidamente. Me debo a mis estudiantes y por eso decidí seguir hasta ahora".
A partir de ahora y mirando hacia adelante, en esta nueva etapa de su vida se propuso "empezar a mirar las cosas desde otro lugar con los chicos, ya no plantearme si no iba a llegar con algún tema. Estoy mucho más relajada, de eso se trata".
En los días previos a su retiro Marisa vivió muchas emociones. Encuentros con compañeros de trabajo, estudiantes, amigos. Todo servía como excusa para entender la importancia del momento por el que atraviesa.
Lo cierto es que tal como ella misma lo sostuvo, este nuevo tiempo en su vida le permitirá empezar a mirar las cosas desde otro lugar, pero lo que seguramente no cambiará es ese sentido de pertenencia con la Escuela Normal que perdurará para siempre, más allá de que sus aulas no la tengan frente al pizarrón, tal como lo hizo durante casi toda su vida.