“Tengo mi propio circo para poder tener mi familia unida”
Carlos Dante Etchegaray pertenece a la cuarta generación de una familia circense y hace 4 años se embarcó en la odisea de tener su propio emprendimiento con el único objetivo de tener a sus hijos Dante y María Sol, trabajando con él.
Carlos Dante Etchegaray es el propietario del circo Luxor. El hombre pertenece a la cuarta generación de una familia circense y hace 4 años se embarcó en la odisea de tener su propio emprendimiento con el único objetivo de tener a sus hijos Dante y María Sol, trabajando con él.
Desde Uruguay hasta San Francisco, la familia Etchegaray viajó en comunidad llevando alegría a cada ciudad y pueblo que fueron visitando. "Este es un trabajo familiar, para alegrar a la familia". Así define Carlos Dante el significado de Luxor, el circo que dice haber creado con tanto esfuerzo.
A él lo acompaña su esposa Rosario, nacida en Uruguay y sus hijos -además de Dante- María Sol y Sebastián y su nieto Luan. A ellos se suman más familias que hacen al "barrio" Luxor, que hoy se puede divisar en el gran parque de la Sociedad Rural San Francisco, y donde estarán por al menos 20 días.
"Vivimos en familia, pero cada uno tiene su propio hogar, aunque rodante", explicó Etchegaray, que tiene su motor home perfectamente ambientado con plantas, Direct TV, aire acondicionado y otras comodidades propias de una casa, "aunque ésta tiene ruedas", destacó.
En cada una de las casas rodantes disfrutan del verde césped las mascotas de los integrantes del circo. Más cerca, los tender se llenan de prensas que fueron lavadas hace momentos. Así es la vida cuando viajan.
"Con mi nieta Mía estamos ya en la sexta generación. Luan, mi nieto varón también es cordobés y nació en las sierras de Córdoba", agrego Carlos Dante.
"El circo es como un barrio. Está el que es un chusma, Doña Rosa, la casa rodante más bonita y aquella que no es tan linda. Digno de un barrio cualquiera de ciudad", describe el entrevistado.
Otra familia que se sumó a los Etchegaray es uno de los hermanos Tejedor. "Se sumó para participar del número de la cama elástica y dijo que solo lo hacía una temporada y volvía a su casa, porque él vendió su circo. No pudo irse más y hace más de un año y medio que está con nosotros, él y su familia".
Códigos
En el barrio circense hay códigos y reglas. "No quiero que haya problemas, chismeríos o líos entre nosotros porque conformamos una gran familia. Si pasa algo, se habla", definió Carlos Dante.
Para mantener la unión de la comunidad conformada por las 38 personas -entre ellas artistas y personal estable para armado y desarmado de la infraestructura del circo- más allá de tener cada uno su familia, no faltan los platos generales como el pollo al disco, el asado y la ronda de mates para afianzar más la unión entre el grupo. "Aquí hay que compartir, ser familia", agregó.
En la función, el hombre detiene el show y descarga un mensaje de reflexión. "Siempre le digo a la gente que la plata no se la van a llevar cuando se mueran pero lo que va a estar hasta el último día es la familia".
Crecer en el circo
"Soy nacido y criado en el circo. A los 9 años comencé a dar mis primeros pasos en los shows y para mucha gente eso es raro, porque creen que los padres nos usan y nada que ver. Los niños normalmente van a jugar a la pelota y nosotros los chicos del circo hacemos piruetas, en los aros y en las colchonetas. Para nosotros es todo un juego y queremos hacer lo que hacen nuestros padres, porque ellos son nuestros ídolos", confesó Carlos Dante, santafesino aunque de padre cordobés y madre entrerriana.
El hombre, de ojos verdes brillosos, trabajó en muchos espectáculos. Primero en el circo que pertenecía a la familia, el Osvaldo Terry. Luego fue parte de otro de origen aunque de origen brasileño, reflejando una dura mirada hacia el circo argentino: "Los circos argentinos comenzaron a utilizar animales en la pista porque a ellos no les pagaban un sueldo el domingo. Los animales eran más baratos que los humanos", recordó con dolor.
Pasó el tiempo y Carlos Dante se sumó al circo de Quico, el mítico personaje de "El chavo del 8", pero sus hijos, ya grandes pero también circenses, abrieron sus alas y despegaron. Dante hijo se fue a trabajar a un circo de Alemania y María Sol a otra compañía argentina. "Ahí me di cuenta que toda la familia estaba separada. Gastaba mi dinero en pasajes y no era lo que quería. Hace cinco años atrás nos juntamos en Uruguay y les propuse a los chicos empezar nuestro propio circo, de que podían tener su negocio en familia y me siguieron en esta", narró.
El circo Luxor nació en Uruguay con la idea de ser un circo tradicional. "A mi propio circo lo tengo para tener a mi familia unida. Siento pena que mis padres no puedan ver lo que logré", expresó.