Teatro en los barrios
Permite generar una experiencia completamente nueva al vivenciar una obra de teatro".
Este verano la ciudad cuenta con un capital cultural más. Se trata de la excelente iniciativa denominada "El teatro va a los barrios", de la Comedia de San Francisco, que cuenta con el apoyo de la Dirección Municipal de Cultura. Gracias a este proyecto, recobró vida el anfiteatro del barrio Roque Sáenz Peña y también los vecinos del barrio 20 de junio disfrutaron de un espectáculo inusual para cualquiera de nuestras barriadas.
Vale destacar una parte de la lucida crónica que se publicó en este diario sobre la función concretada en el barrio 20 de junio, para resaltar la impronta cultural que puede manifestarse en cada una de las presentaciones: "A diferencia de lo que había pasado una semana atrás, cuando el ciclo inició su camino por las noches de verano en el Anfiteatro de barrio Roque Sáenz Peña, un espacio preparado para estas actividades, la función del 20 de Junio se entabló en un playón sí, pero que está a medio construir. Es decir, no había gradería, solo sillas plásticas ubicadas a la misma altura que el improvisado escenario, que era propiamente el suelo y los actores ingresaban a escena por un hueco entre bloques de ladrillos grises que algún día serán una puerta. Eso que tiene tono de queja no lo es, más bien todo lo contrario. La magia del teatro se alimenta de eso: de ese paisaje. La iluminación elegida, para la obra "Latidos" -y la obra en sí- hacen que en una noche que solo se corta con las luces naranjas de la calle, contrarresten lo que falta y le dé, acaso, ese condimento secreto que permite generar una experiencia completamente nueva al vivenciar una obra de teatro".
De eso precisamente se trata. De llevar el teatro a la gente. De que el vecino de cualquier sector de la ciudad experimente en su propio contexto el estímulo del arte y recree a partir de ello los modos particulares de la cultura barrial. Porque es el ciudadano el que se legitima nuevamente si se lo inserta dentro de las políticas culturales. Porque son las nuevas generaciones las que deben construir a partir de lo ya edificado. Y esto es difícil de conseguir si no existen cimientos culturales sólidos. El teatro en el barrio permite que la base crezca con fortaleza y destruye mitos y estereotipos que sostienen que la cultura debe estar restringida a espacios especialmente preparados.
Por el contrario, cualquier solar de cualquier barrio de la ciudad puede convertirse -está comprobado luego de las dos primeras funciones- en un lugar privilegiado para este encuentro vital entre un grupo de actores, un texto que relata una historia y el espectador. Este último no es otro que el vecino del barrio, quien se transforma en protagonista del hecho cultural: intercambia experiencias, socializa y recupera el espacio público como un ámbito de encuentro.
Plausible iniciativa ésta de llevar obras teatrales a los barrios de la ciudad. La esperanza es que no sea sólo una moda veraniega, sino que se fortifique la idea de que una verdadera política cultural requiere sin dudas de este tipo de proyectos.