Superar la pandemia exige explicar qué pasó
Ahora, que las cosas se han trastocado, ya el encierro es una medida no solo inadecuada sino también contraria a cualquier interés político. El interior hoy sufre la pandemia tal como sucedió meses atrás en Buenos Aires, pero allá ahora una de las grandes preocupaciones es cómo habilitar la temporada veraniega en la costa bonaerense.
El recrudecimiento de la pandemia en el país y las cifras de contagios que no se reducen producen lógica alarma en toda la población. El fenómeno del Covid 19 domina la vida de todos en estas semanas. Lo fue en los meses anteriores, pero hubo una modificación sustancial. Por aquel entonces, el discurso dominante era que veníamos ganando la batalla, los infectólogos que asesoran al gobierno nacional eran las estrellas del momento y las comparaciones con otros países, aunque a veces artificiosas, siempre mostraban resultado positivo.
Era el tiempo en el que el eterno centralismo argentino determinó que todo el país se cerrara aun cuando el virus solo se paseaba orondo por la gran capital y el Conurbano. Ahora, que las cosas se han trastocado, ya el encierro es una medida no solo inadecuada sino también contraria a cualquier interés político. El interior hoy sufre la pandemia tal como sucedió meses atrás en Buenos Aires, pero allá ahora una de las grandes preocupaciones es cómo habilitar la temporada veraniega en la costa bonaerense.
En los tiempos iniciales de este largo y penoso proceso se recomendó la estrategia del "martillo y la danza". Es decir, cerrar drásticamente por escasos días y luego habilitar para evitar el hartazgo y las contradicciones en las medidas que se adopten. Debía, además, existir una tarea sistemática de testeos masivos para controlar la evolución y el movimiento del virus en la sociedad. En marzo, el martillo bajó de golpe en todo el territorio nacional. Se hizo a tiempo. Permitió reacomodar el sistema sanitario que, a pesar de todos los trastornos, no ha colapsado. Sin embargo, el martillo continuó más de la cuenta y el baile no se hizo presente, al menos en el rastreo, el testeo y el aislamiento focalizado, que son las críticas más escuchadas por estos días.
Así fue transcurriendo este año. En medio de provincias que impiden el paso incluso de sus propios habitantes, filminas y estadísticas comparativas que hoy han ido a parar a la papelera, actividades que aún no logran arrancar, crisis económica de consecuencias imprevisibles aún y, lo más grave, desde hace varias semanas con un índice contagios y de fallecidos por millón de habitantes que ubica a la Argentina en los primeros del ranking de los países del mundo.
Es una característica propia, bien nuestra, aquella de cantar victoria antes de tiempo. Aquellas tapas de revistas de la guerra de Malvinas son el recuerdo doloroso de cómo el exitismo daña la percepción de la realidad y, cuando se demuestra su falsedad, hace cundir la desesperanza. La lucha continúa. Y seguramente algún día terminará. En ese momento, superada la pandemia, será necesario que se explique claramente, con filminas o sin ellas, qué ha pasado. Aprender de esta nefasta experiencia es una obligación de todos.