Suelos siempre “vestidos”, un modelo para producir pegado a una ciudad

En el Inta Marcos Juárez cultivan ocho hectáreas en una zona con fuertes restricciones ambientales. Con una rotación intensiva y sin aplicaciones químicas, lograron excelentes rindes en el último ciclo.
Son 25 hectáreas dentro de las más de 1.200 que ocupa la estación experimental del Inta en Marcos Juárez. Es el lote 6, donde funciona desde 2011 el Módulo Productivo Periurbano (MPP), un proyecto que tiene como objetivo ensayar prácticas agropecuarias que disminuyan el uso de agroquímicos, incrementen la diversidad del sistema y contribuyan a la sustentabilidad en sus tres dimensiones: ambiental, social y económica.
De las 25 hectáreas, 16 son productivas: la mitad agrícolas y la otra mitad, con pasturas que próximamente recibirán los animales que conformarán el módulo ganadero.
Las otras nueve hectáreas están ocupadas principalmente por una cortina forestal y una barrera verde pensadas para cumplir con la ordenanza municipal.
Sucede que el MPP, dividido de la ciudad apenas por los árboles y un camino de tierra, está clasificado como de riesgo "alto", lo que implica fuertes restricciones para el uso fitosanitarios.
Estas limitaciones son las que llevaron al Inta a pensar en el MPP que este año cerró la campaña gruesa con resultados sorprendentes: 112 quintales por hectárea en maíz y 36 quintales en soja.
Pero con un factor que agrega valor: una sola aplicación de herbicida en los lotes de la oleaginosa, y en una dosis ínfima en comparación con la que se utiliza en planteos con barbechos químicos.
Según relató Melisa Defagot, coordinadora del módulo periurbano, una rotación intensiva con cultivos de cobertura, que mantiene a los suelos siempre "pintados" de verde, es el principal secreto del éxito logrado en el último ciclo.
Sin descanso
En la mitad de la superficie, la rotación elegida fue vicia-maíz. La vicia se implantó a fines de abril de 2018 y se roló el 6 de diciembre. Apenas dos días después, ingresó la sembradora con maíz, que se cosechó el 26 de junio pasado.
Y también sólo dos días después pasó la máquina depositando las semillas de trigo para continuar con la secuencia que culminará con la siembra de soja a fin de año.
"La vicia no solo es importante para el control de las malezas sino porque aporta nitrógeno para el cultivo sucesor. Normalmente se rola en las primeras semanas de octubre, pero en esta campaña debimos hacer un manejo especial porque en esa fecha tenía demasiada humedad", explica Defagot.
En el otro 50 por ciento de los lotes, se implantó trigo que no se cosechó sino que se utilizó como cobertura: se secó a través de un producto de control de malezas superficial.
"La soja se sembró de forma estratégica al otro día y a 26 centímetros entre hilera, con el fin de que cerrara el surco lo antes posible para que no le diera lugar las malezas", explicó Defagot. Aquí la secuencia siguió con la vicia que se implantó antes de que se cosechara la soja, con una sembradora Altina. "El objetivo de usar este sistema es tener el cultivo de cobertura implantado lo antes posible", agregó.
La ingeniera remarcó en este contexto que las aplicaciones son siempre la última opción. "En el cultivo de soja aparecieron hicimos una sola pulverización con apenas dos litros de glifosato por hectárea, una cantidad ínfima y de producto banda verde. En maíz no necesitamos", subrayó.
La evaluación del éxito del MPP también tiene su costado en términos de rentabilidad. El economista Carlos Ghida Daza, también investigador del Inta Marcos Juárez, estimó que la rotación vicia-maíz arrojó un margen bruto de casi 45 mil pesos por hectárea, que supera los 31.500 pesos de un planteo tradicional de maíz con siembra directa con un rinde de 95 quintales (promedio zonal).
En el caso del trigo como cobertura combinado soja, el resultado fue positivo en más de 16.000 pesos por hectárea, aunque este valor está por debajo de una estrategia promedio de soja de primera con rinde de 40 quintales, que tuvo un margen de casi 25 mil pesos; y de una rotación trigo-soja de segunda (38 quintales y 26 quintales, respectivamente), que sumó casi 30 mil pesos.
Efectos positivos
Para Defagot, este modelo no es comparable con otros ni replicable tal cual como una receta infalible pero sí adaptable a situaciones y contextos similares.
"Está diseñado para que sea dinámico. Se piensa estratégicamente a mediano plazo pero si los indicadores de cultivos varían, la estrategia se puede ir modificando", expresó.
Y continuó: "En este sistema lo que funciona es evaluarlo, leerlo, saber qué tenemos y qué hacemos con respecto a lo que tenemos. No hay que tomar decisiones fijas ni pensar en recetas únicas porque a la larga eso no da buenos resultados".
Desde su punto de vista, en este caso no hay que enfocarse solo en que no se necesitaron aplicaciones químicas para controlar malezas, sino también en los otros "servicios" que brindan los cultivos de cobertura. "El aporte de las lluvias fue muy bueno, pero también podría haber sido un problema si no hubieran estado estas coberturas que equilibran el perfil", sintetizó.
Ganadería, el próximo paso
Las otras ocho hectáreas productivas del módulo periurbano están destinadas a un proyecto ganadero.
Hace un año y medio, estos lotes tienen implantadas pasturas consociadas: alfalfa, raigrás, festuca y cebadilla. Ya se instalaron los alambrados y faltan las aguadas.
El ingreso de los ejemplares que se alimentarán de este forraje aún no tiene fecha, pero Defagot estima que el plazo no será demasiado largo.
"La idea es producir carne con animales que consumirán la oferta forrajera como está, inclusive rastrojos y malezas. No queremos hacer cortes de pasturas, armar rollos o implementar control de malezas, sino que todo sea consumido por los animales que, además de transformar este alimento en carne, aportarán nutrientes al sistema a partir de la orina y las heces", remarcó Defagot.
En este caso, este módulo específico también está pensado para generar una buena convivencia con los pobladores urbanos. "Al ser un sistema de pastoreo directo y no un feedlot, los olores no son un problema. Y tampoco lo son los ruidos, porque la distancia a los hogares es óptima", concluyó la ingeniera del Inta Marcos Juárez.
Agro Voz