Sobre misoginia, concursos y violencia
Los veranos son agitados en la Argentina. Es una verdad constatable fácilmente. No sólo en materia política y económica. También en aspectos sociales.
El documento de rechazo, al que adhieren 40 ONG, considera que el evento es "sexista y misógino" y que su difusión viola la ley al publicar "imágenes estereotipadas" que "construyen patrones socioculturales reproductores de desigualdad o generadores de violencia contra las mujeres". Esto significó, por ejemplo, a la modificación del concurso de este año, haciendo "honor" a lo que en estos tiempos es "políticamente correcto".
La pregunta que obliga a reflexionar sobre el asunto es si los concursos de belleza fomentan la violencia de género. Está claro que en determinados casos utilizan a la figura femenina como un objeto y es necesario remarcarlo para que no se repitan. El ejemplo es el del concurso Miss Cola Reef que premiaba desde 1993 a las jovencitas que mostraran la mejor cola. Esto sí es denigrante para la mujer y el reclamo para que no se llevara más a cabo está fuera de toda discusión.
Sin embargo, no siempre este tipo de certámenes tiene esta característica tan agresiva, que cosifica sexualmente al sexo femenino. La elección de la Reina del Mar, por ejemplo, permitía a Mar del Plata contar con una embajadora que durante un año promocionaba a la ciudad en todos los foros turísticos internacionales. Quizás algunos de los requisitos para postularse podrían ser cuestionados, pero en general no agrede la condición femenina el tener belleza y convertirse en referente de un sitio a través del "reinado".
Esto es al parecer lo que no se comprende en posturas extremas que no resuelven el problema de la violencia machista en el país. Un problema muy grave, es verdad. Pero que encuentra posiciones que bien pueden ser sospechadas de tener otros intereses, pues afirman defender a ultranza la libertad de las mujeres en temas muy sensibles para la sociedad, pero no trepidan en coartar esa misma libertad con tal de asegurar una supuesta "igualdad".
Entre los sexos existe una diferencia natural que no significa de ningún modo desconocer las enormes desigualdades que subsisten contra la mujer. Además, debe seguir enfatizándose que la prepotencia machista debe ser erradicada de plano. Esta lucha contra una cultura instalada desde hace décadas encuentra posturas límites en algunos colectivos que, defendiendo verbalmente a la mujer contra la agresión machista, intentan imponer sus ideas a la sociedad, a veces contra natura.
El debate sobre los concursos de belleza está abierto y, al ser una cuestión tan sensible, las acusaciones de misoginia se desparraman fácilmente. No obstante, la solución al flagelo de la violencia contra la mujer se hallará cuando se comprenda desde la educación familiar y escolar que la dignidad del ser humano no puede ser menoscabada, se predique con el ejemplo y no con el discurso lleno de palabras pero vacío de contenido y cuando desde todos los estamentos sociales se comprenda que la insuperable condición de mujer debe ser realzada, garantizándose su libertad y sus derechos.