Simplemente “Chacho”
El Club Antártida Argentina recientemente lo homenajeó instaurando su nombre al predio deportivo de barrio Las Rosas. Pablo Ramón Panero aludió a tal privilegio exhibiendo su amor y gratitud a la institución "pingüina".
Días atrás vivió uno de los días más felices de su vida. No es para menos, el Club Antártida Argentina bautizó con su nombre al predio deportivo y lo inmortalizó en un cartel que próximamente lucirá el pórtico de entrada de las instalaciones en el barrio Las Rosas. Tamaña designación que lógicamente lo llenó de orgullo y todavía lo sigue emocionando.
Un atinado homenaje en vida para quien vio nacer a la popular institución, la cual presidió tiempo después y donde desde siempre con la camiseta puesta junto a su inmensa generosidad, fue apuntalando ese fuerte sentimiento por el "pingüino".
Pablo Ramón Panero, a sus 79 años, uno de esos ejemplos de esfuerzo, perseverancia y compromiso por su club, en una amena charla con LA VOZ DE SAN JUSTO se refirió a la adquisición del terreno y su transformación a la vez que exhibió su gratitud frente al reconocimiento recibido en una inolvidable jornada.
"La verdad que estoy muy agradecido a la dirigencia de Antártida que le puso mi nombre al predio, no voy a hacer nombres por miedo a olvidarme de alguno, pero realmente agradecido y honrado por la designación. Voy a seguir disfrutando del predio hasta donde pueda porque ya estoy viejo, pero lo importante es que mis hijos y mis nietos cuando vean mi nombre en el cartel, se sientan orgullosos de uno", expresó complacido en el comienzo de la charla con LA VOZ DE SAN JUSTO.
"Me sorprendió mucho la designación, no pensaba que iban a hacer eso, pero puede decirles que no se equivocaron en poner mi nombre sin desmerecer a los otros muchachos que también trabajaron, porque estuve al aborde de perder mi negocio por brindarle todo a Antártida, ojo, lo hice de todo corazón porque cómo dice el refrán "sarna con gusto no pica".
"Trabajé mucho, nunca saqué un peso del club y sí, puse de mi bolsillo porque lo quería y lo sigo queriendo", indicó el conocido comerciante.
"Viví un día feliz, inolvidable rodeado de mi familia, algo que se viene repitiendo porque adónde voy recibo las felicitaciones de la gente", dijo emocionado, como ya lo había hecho en el discurso que le tocó dar ante el público hace poco tiempo atrás.
Un predio conseguido a base de esfuerzo, sacrificio y que cómo todo, tiene una historia detrás que Panero quiso compartir.
"Como había tenido un infarto el médico me recomendó caminar y lo hacía todos los días por aquellos lados donde había un terreno que decía "se vende", entonces me dije lo voy a comprar y lo hicimos con el "Huguito" Canello".
"Cuando fuimos al banco el gerente nos dijo no había problema con el préstamo y como garantía puse dos casas. El "Negro" Scocco que era el dueño del supermercado "El Gato Negro" y propietario del terreno lo tenía casi vendido, pero me lo dio a mí por amistad y fundamentalmente porque el propósito era encarar la cancha para el club".
"Ahí empezamos a desmontar porque era todo campo, llevaba a seis empleados míos todos los días a trabajar, sacamos toda la plantación de caña tacuara y pusimos nuevas plantas, además había una vieja construcción en la que trabajamos con mi amigo "Pichirica" (Alcides Bessone) quien me prestó mucha ayuda y otro que fue mi mano derecha fue el "Bocha" Albornoz que nos prestó la máquina para sacar el musgo. Cuando terminamos todo, empezamos a hacer los festivales para recaudar fondos".
"Entonces encaramos la construcción de la cancha y bueno, después vinieron otros dirigentes para continuar con el crecimiento del club que hoy es un verdadero orgullo".
En esos recuerdos traídos del ayer tampoco olvidó la etapa previa a la compra de la propiedad que dio lugar a la cancha propia, luego de un largo peregrinar por muchos lugares de la ciudad.
"La primera cancha estuvo por las calles Castelli y Ramón y Cajal, tenía seis años y ya me metía con los muchachos de Antártida y al frente había otro club que se llamaba Los Andes que lo conducía la familia Ferreyra", contó quien fuera jugador y también presidente de la entidad "pingüina" .
"Después se pasó a un lugar frente de lo que es un conocido supermercado por Bulevar Buenos Aires, luego a lo que era el Stanford sobre la avenida Urquiza, la cancha se trasladó también a lo que es Carossio y Vairalotti, posteriormente a donde está Akron, luego a los lugares en los que se encuentran Tiro y Gimnasia y la Parada 19. Finalmente jugamos en el predio de La Rural y en los eucaliptos de Boero".
"Incluso en La Rural hicimos la cancha donde levantamos un cabina de transmisión que bautizamos con el nombre de "Poroto" Carreño que fue un gran arquero y también era del barrio. En aquel tiempo estaban los Pedrone, los Medina, Salomón, "Potro" Damia, Zapata", completó en su evocación.
Acerca de la actualidad de la institución de sus amores, señaló: "Ahora en el fútbol se hicieron cargo chicos que son exjugadores y eso me alegró mucho porque los conozco y son personas de bien, y esto le hace bien a la ciudad, porque a través de la práctica deportiva es una forma de sacar a los chicos de la calle".
"Además hay otras disciplinas que hacen al crecimiento del club, y la verdad que uno se siente orgulloso de ese progreso sostenido en un gran trabajo de dirigentes, entrenadores y jugadores", añadió.
"Siempre digo que Antártida es mi gran amor, y más allá que ya no soy dirigente sigo colaborando y espero poder seguir haciéndolo en los años que me quedan de vida, entiendo que hay que ayudar a la institución para que arrime a los jóvenes, porque ahí está el bien para la ciudad", cerró quien es un enamorado de su club, un hombre vital, generoso y sencillo, más conocido por su apodo que por su nombre de pila. Es que siempre será simplemente "Chacho".