Siempre lleno de recuerdos
El Campeonato Nacional de Baby Fútbol fue y es parte de mi vida. Por muchas razones y viviéndolo de diferentes maneras. Empezó una nueva edición y se suma al historial, ojalá con grandes emociones.
Otro enero con el Nacional. Uno más y van. Por diferentes motivos siempre es una semana especial. Quizás ser autorreferencial no es lo más lindo, pero estoy casi seguro que algunas de las cosas vividas se reflejan en muchos de los que siguen el torneo.
A veces más de cerca, otras alejado, las primeras como hincha, uno como jugador, algunos otros como colaborador de un club, las últimas ya como periodista. Ligado plenamente desde lo familiar y lo afectivo, eso seguro.
Estos días previos al comienzo de esta nueva edición me llevaron a revisar diarios viejos. Porque esto es algo a destacar, LA VOZ estuvo siempre, desde aquel primero en 1976 hasta la fecha.
Una página de 1977 me sorprendió con una foto de mi papá. Y ahí recordé cuando de chico, con la visita de Don Carlos Corzo a mi casa o del recordado Héctor "Pichina" Goyenechea, las historias del Nacional se multiplicaban. Algunas deben haber sido como la de los pescadores, cada vez eran más grandes, pero no me cansaba de escucharlas.
Desde ya siempre ligadas a Belgrano, el club que todavía hoy tiene a parte de mi familia. Pero también de Estrella del Sur que era el viejo clásico, de Tarzanito por Don Corzo, de 2 de Abril porque nací en el barrio y era mí clásico, como de tantos otros equipos y nombres de jugadores.
Como olvidar las anécdotas de la "altura". Sí, porque alguna vez si un chico era más alto que cierta medida estipulada por el reglamento no podía jugar, pero el "Colo" se las ingenió para no "estar pasado". Del riojano que trajeron "adulterado" y era por lo menos dos años más grande. De mi mamá en la hinchada de un equipo gritando contra el entrenador rival, que era mi papá. Y bueno, pasaron cosas. Como esas, miles.
Y un día me tocó ser hincha del "tablón". La '78 de Belgrano con el "Topo" Gigena y Fernando Balkenende que fue campeón y ese festejo que duró hasta el otro día. Con la '80 que no llegó más lejos y vio festejar al "Coto" y con la '82 que perdió en la final contra los mendocinos que la rompían. Porque en el baby la distinción más grande que uno tiene es la categoría, yo la '83.
Fue especial jugarlo. La inauguración fue en nuestra cancha y el orgullo me llenó el pecho. De lo deportivo mejor no acordarme, no fue lo mejor del torneo, dicen que lo importante es competir. Algo es innegable, pasaron 26 años y todavía tengo en la mente cada partido.
Después de algunos años me tocó sentirlo como colaborador. Ver como los dirigentes juntan peso por peso y hacen hasta el último esfuerzo por dejar la cancha en las mejores condiciones. Es que son noches especiales y la casa tiene que estar bien arreglada para recibir a todos.
El periodismo me puso en otra vereda. Ver el Nacional con otros ojos, con nostalgia sí, pero con la obligación de dar lo mejor. Lo mismo que hacen todos los que comunican y están atrás de cada detalle del torneo. El Nacional, que me hizo correr hasta la fecha de mi casamiento una semana, para que muchos de los invitados puedan estar en la fiesta. Por eso no tengo dudas que siempre me marcó, es parte de mi vida.
Otra semana de enero se viene a puro fútbol infantil. Recorriendo la mayor cantidad de canchas posibles, conociendo a los chicos, viendo partidos y más partidos, enojándome cuando algo no sale bien, pero disfrutando de todo lo que se vive. Es distinto a todo, es especial y acá estamos, otro año más.