Análisis
Separación de residuos: prueba piloto
La gestión integral de los residuos urbanos era un asunto pendiente para que vecinos y Estado construyan juntos hábitos sostenibles que mejoren el ambiente y la calidad de vida.
La municipalidad anunció que días atrás comenzó a implementarse la recolección diferenciada de residuos en algunos barrios de la ciudad. En efecto, lo que ha sido calificado como una prueba piloto, se concreta en los loteos Palmares 1, 2, 3 y 4 y Altos del Prado, permitiendo el reciclado de papel, cartón, plásticos, vidrio y metales que deben depositarse limpios y secos.
Según se informó, en la primera jornada se logró recolectar el equivalente a 1,5 camiones de material reciclable que fue depositado en las instalaciones de la Cooperativa San Francisco Recicla para ser clasificados y enfardados con el objetivo de su reinserción en el marco de un procedimiento de economía circular. Entre los residuos que se recolectan figuran papel, cartón, metales no ferrosos (bronce, cobre, aluminio), vidrio y todo tipo de plásticos. En todos los casos los residuos tendrán que estar limpios y secos y no mezclarse con desechos orgánicos.
La experiencia que se ha puesto en marcha es un nuevo intento para que, por fin, San Francisco se sume a las poblaciones que hacen de la separación en el hogar una actividad cotidiana. En los casos exitosos que pueden observarse en nuestra región, la separación de residuos en origen es fruto de una política sistemática de cuidado del ambiente por parte del Estado local, así como de un acto de responsabilidad y compromiso ciudadanos.
Porque cuando los vecinos se comprometen con la clasificación de sus desechos, se reduce significativamente la cantidad de basura que termina en vertederos, se facilita el reciclaje y se promueve una cultura de respeto por el entorno. Esta acción cotidiana, aparentemente simple, tiene un impacto profundo: disminuye la contaminación del aire y del agua, previene enfermedades y mejora la calidad de vida en los barrios. Además, fomenta la conciencia ambiental desde el hogar, generando hábitos sostenibles que pueden transmitirse entre generaciones.
En varias poblaciones de la región se han puesto en marcha, en algunos casos hace décadas, procesos exitosos de los que todos los vecinos participan con convicción y sin mayores reparos. A ello se suma un efectivo esquema de recolección que permita que los hogares saquen los residuos secos (papeles, plásticos, latas, vidrios, etc.) una vez a la semana. Y que las demás jornadas sirvan para recoger la basura orgánica. Como se observa, si existe voluntad no muy complicado llevar adelante esta práctica.
Es más, en determinadas localidades de nuestra zona, algunos gobiernos municipales diseñaron y pusieron en marcha similares programas de recuperación de materiales como vidrio, cartón, papel, aluminio, plásticos, aceites y hasta el cobre de los cables. En el mismo sentido, se avanzó en la elaboración de compost por parte de los vecinos, con la colaboración de los establecimientos educativos que trabajan en la concienciación ambiental.
No obstante, queda claro que ningún compromiso comunitario puede sostenerse sin el respaldo activo del Estado local. San Francisco lleva bastante tiempo de atraso en esta materia y, por ello, es plausible el intento que ha comenzado en un sector de la ciudad y debería extenderse rápidamente hacia los demás barrios hasta completar todo el ejido urbano. La gestión integral de los residuos urbanos era un asunto pendiente. Conseguir ese objetivo implica articular la acción vecinal y la responsabilidad empresarial con una decisión oficial de llevar adelante una efectiva y participativa política pública de cuidado ambiental.