Fútbol
Santiago Vico: del semillero argentino al ascenso italiano
:format(webp):quality(40)/https://lvdsjcdn.eleco.com.ar/media/2025/12/santiago_vico_1.jpeg)
A los 21 años, el delantero sanfrancisqueño atraviesa su segunda temporada en Italia mientras busca consolidarse en Trebisacce Calcio y seguir creciendo lejos de casa.
La vida de Santiago Vico cambió muchas veces en poco tiempo. Del fútbol formativo argentino al ascenso europeo, de clubes grandes a pueblos pequeños, de ciudades gigantes a paisajes con mar. Pero si algo se mantuvo, fue su capacidad para adaptarse. Hoy, con 21 años, vive en Trebisacce, un rincón del sur italiano donde encontró continuidad, estabilidad y un lugar para seguir construyendo su carrera.
“Acá en Italia estoy hace dos años. Primero vine a Bisignano y ahora estoy en Trebisacce Calcio”, explica. El club compite en la Eccellenza, la quinta categoría del fútbol italiano, un torneo exigente, táctico y con ritmos que poco tienen que ver con los juveniles argentinos donde se formó. Sin embargo, Santiago ya no compara: entiende que cada etapa le dejó algo. Y que hoy está parado en un punto donde empieza a ver con más claridad lo que quiere para su futuro.
Su recorrido fue largo a pesar de su edad. Pasó por River Plate, donde terminó de recuperarse de una lesión de infancia que marcó su vida; por Atlético Rafaela y Newell’s Old Boys, donde se fortaleció técnica y tácticamente; por Jóvenes Promesas en España, donde conoció la experiencia de competir lejos de casa; y por Deportivo Morón, antes de cruzar definitivamente a Italia. “Creo que el año pasado acá y en este club es donde más cómodo me sentí”, sostiene. Y esa frase vale más que cualquier estadística.
Santiago es, ante todo, un extremo. “Siempre jugué de extremo derecho”, aclara. Ahí construyó su identidad futbolística: velocidad, cambio de ritmo, profundidad, el uno contra uno como lenguaje propio. En Argentina, ese perfil se apoya en el físico; en Italia, en la lectura táctica. “Acá el fútbol es más táctico y en Argentina más físico, pero no hay tanta diferencia”, analiza, consciente de que ya aprendió a moverse en dos mundos.
Trebisacce, el pueblo donde vive, es tranquilo y costero. Un contraste fuerte con su vida pasada, pero también un alivio. Le permitió algo que venía buscando: continuidad. Minutos, entrenamientos estables, rol claro. Para un jugador joven, eso vale más que un contrato grande. Y él lo sabe: lo dice sin estridencias, pero con una seguridad nueva, la de quien por fin encontró un lugar donde quedarse más de un año. “Tengo pensado seguir acá y subir alguna categoría más arriba”, proyecta.
Si algo caracteriza su historia es que nunca fue lineal. No fue el chico que creció siempre en el mismo club ni el que firmó contrato profesional a los 17. Fue el que tuvo que adaptarse, cambiar, mudarse, insistir, empezar de cero varias veces. Tal vez por eso, su presente en Italia tiene un peso especial: no es un destino turístico, es un logro cotidiano. Es trabajo, constancia y una carrera que él mismo va armando paso a paso, en silencio.
Eso es lo que hace que su historia tenga una emotividad distinta. No necesita épica: basta con mirar su recorrido para entender que llegar hasta acá ya es un mérito enorme. El fútbol lo llevó a lugares que no imaginaba, le dio una oportunidad cuando era niño y hoy le permite vivir de lo que ama, aun sin luces, sin promesas grandilocuentes y sin atajos.
A sus 21 años, Vico está en ese punto en el que un jugador define hacia dónde va. Y él va hacia adelante. Con minutos, con paciencia, con la tranquilidad de un pueblo italiano que le dio cobijo y con una ambición que ahora tiene forma concreta: crecer, consolidarse y seguir avanzando.
