Salir de la rutina y buscar nuevos horizontes, tres historias de jóvenes viajeros
En los últimos años, muchos jóvenes sanfrancisqueños decidieron dejar de lado, por un año, la rutina y la cotidianeidad de sus trabajos o estudios para darle rienda suelta a sus sueños en base "a nuevas experiencias", tal como ellos sostienen. Esto contaron sobre sus vidas Ezequiel Giuliano, Lisandro Lucarelli y Milena Ribes.
En los últimos años, muchos jóvenes sanfrancisqueños decidieron dejar de lado, por un año, la rutina y la cotidianeidad de sus trabajos o estudios para darle rienda suelta a sus sueños en base "a nuevas experiencias", tal como ellos sostienen.
Esto nos contaron Ezequiel Giuliano, Lisandro Lucarelli y Milena Ribes.Viajar a destinos paradisíacos o a terrenos poco conocidos, con sociedades y culturas muy diferentes a las nuestras, se convirtió en una experiencia que año tras año gana más adeptos.
Ezequiel Giuliano, quien vivió un año en Nueva Zelanda; Lisandro Lucarelli, que se encuentra actualmente en territorio neozelandés, y Milena Ribes, que lleva meses junto a su novio Matías Mina en Dinamarca, contaron la experiencia a LA VOZ DE SAN JUSTO tras acceder a la "Work and Holiday", la visa destinada a personas de entre 18 y 30 años de edad, que se otorgan solo por un año.
"Hay cosas de nuestro país que estando allá uno no ve"
La pareja conformada por Milena Ribes y Matías Mina, en marzo de este año, partió con destino a Dinamarca, precisamente en Copenhague, la capital del país nórdico. Pocos días después de trasladaron a Aarhus, la segunda ciudad más importante.
"Un amigo de Matías hizo una Work and Holiday, que es el tipo de visa que tenemos nosotros en Dinamarca, pero él la realizó en Australia y Nueva Zelanda. Cuando regresó lo contagió a Mati, que me lo propuso a mí, me dijo que sería lindo hacer un viaje, conocer un poco, pero quedó ahí". Sin embargo, el escenario cambió: "Al principio uno piensa que es difícil dejar todo, pero cada día nos íbamos sintiendo más seguros".
Consultada por la elección del país, Milena sostuvo: "Elegimos Dinamarca porque es una de las visas más simples de este estilo, hay otros países para recorrer como Australia, Nueva Zelanda, Alemania, Irlanda, España, Suecia". Y remarcó que "la idea es volver un tiempito a San Francisco y luego seguir haciendo estos viajes". Ribes dijo que la adaptación "fue chocante al principio" y que "el lenguaje danés es imposible". Aunque se las arreglan con el inglés.
Al comparar culturas, Ribes señaló: "Son muy diferentes a nosotros. El danés es una persona ordenada, silenciosa, tranquila; en un país limpio. Te subís al colectivo urbano y no hay ruido, es increíble. Son amables generalmente. Después hay otros detalles como, por ejemplo, que ellos cenan a las 6 de la tarde". Sobre la comida, dijo: "El tema de la comida es lo que personalmente me costó más, tienen mucha comida orgánica. Comen muchas frutas y verduras, acá la carne, el pescado y el pollo es muy caro. Eso fue algo que tuvimos que empezar a dejar de lado".
Con respecto al ámbito de inserción laboral, manifestó que "en ambos casos ya hemos realizado muchos trabajos. Actualmente trabajamos para uno de los distribuidores más grandes de supermercado de Dinamarca, en el depósito. Los trabajos más fáciles de obtener con este tipo de visas son aquellos no calificados". Acerca de los motivos para realizar esta incursión, sostuvo: "Fueron las ganas de conocer otra cultura, las ganas de salir de esa burbuja en donde uno vive".
"Es un país de primer mundo que te sorprende"
A finales de octubre, Lisandro Lucarelli partió a Nueva Zelanda acompañado por dos amigos: Agustín Baissero y Lucas Felizia. "Venía pensando en esto hace dos o tres años, siempre había algo que me hacía postergarlo. Por suerte un amigo lo quería realizar también y mientras organizábamos se sumó otro más. La estadía es por un año, la visa que tenemos es una Work and Holiday, que tiene por objetivo viajar y conocer y para ello te dan la posibilidad de trabajar en el país generando recursos", señaló.
Consultado por la adaptación, Lisandro sostuvo: "El idioma no es limitante. Viene mucha gente europea, asiática y latina, igualmente en los últimos meses en San Francisco estuve tomando clases de Inglés". Además señaló que no es difícil adaptarse a la sociedad neozelandesa dado que "son muy simpáticos y asistenciales, donde vayas te reciben con una sonrisa y te quieren ayudar. Son muy tranquilos y ordenados".
A la hora de describir ese país, Lucarelli se deshizo en elogios. "Es un país de primer mundo, que te sorprende a cada paso tanto en lo social, donde hay un alto nivel de vida y hay total seguridad, como en lo natural de su tierra, llena de lugares hermosos", expresó. En cuanto a su estadía, Lisandro dejó entrever que "la idea del viaje es ir rotando los lugares, guiándonos por las estaciones de los trabajos. Empezamos en Tauranga, después viajamos 1.400 kilómetros en una semana recorriendo muchos lugares increíbles, ahora nos estacionamos por un mes en Christchurch en donde estamos trabajando los tres".
Por último, Lucarelli contó que "la idea de cambiar, de salir de la rutina y de conocer el mundo para abrir la cabeza y llenarse de otras culturas, de otra gente y otras experiencias" lo motivaron a realizar este viaje. "Fue difícil en lo personal dejar de lado varias cosas, la familia, mi novia, más allá del apoyo que me brindaron. En lo laboral me sentí apoyado tanto por mis compañeros como por mi jefe", cerró.
"Sentía que quería algo más, algo nuevo"
Ezequiel Giuliano estuvo en Nueva Zelanda durante un año. Tras su regreso se radicó en Córdoba capital: "Fue de casualidad, con unos amigos empezamos a darle forma a la idea de emigrar y nos enteramos que al mes abría la aplicación para la visa en Nueva Zelanda. No lo dudamos".
"Viajé junto a dos amigos, se suponía que no íbamos a separarnos pero a las dos semanas cada uno ya estaba viviendo en una ciudad distinta. La estadía fue por un año exacto, pero ellos decidieron quedarse a vivir allá", añadió.
El idioma y la cultura aparecieron como las primeras dificultades en la inserción dentro de la sociedad neozelandesa. "El idioma fue complicado al principio, tienen un inglés complicado, por suerte viví con una familia local que me ayudó y a los tres meses ya hablaba más fluido", mencionó Ezequiel, quien agregó que "las costumbres son diferentes a las nuestras, la gente es más tranquila, la limpieza y el orden que tienen es admirable".
Giuliano, que estuvo en Tauranga y Mount Maunganui, en la isla norte, y Blenheim, en la sur, se refirió también al aspecto laboral, antes y durante el viaje. "Allá tuve varios trabajos, los más duraderos fueron seguridad en una casa y en dos fábricas que comercializaban palta y vino. Yo estaba muy bien en mi empleo anterior, pero la rutina me estaba matando. Había viajado a otros países solo de vacaciones y sentía que quería algo más, algo distinto y si bien al principio no sabía dónde me estaba metiendo, terminó siendo una de las mejores experiencias de mi vida", puntualizó.