Análisis
Ruta 158: la huella del abandono

Se vive afirmando que la importancia de la carretera del Mercosur, aun cuando su pavimento refleja un estado lamentable y su angostura invita al accidente, a la maniobra riesgosa. Nunca deseadas, las tragedias son la consecuencia esperable.
Dos siniestros viales ocurridos en los últimos días volvieron a poner en evidencia el calamitoso estado de la ruta nacional 158, vía estratégica que comunica a San Francisco con ciudades clave del interior cordobés como Villa María y Río Cuarto. Un choque frontal en el que murieron dos jóvenes oriundos de Las Varas, y otro episodio en el que un vehículo impactó contra una columna tras reventarse un neumático, son solo las manifestaciones más recientes de una penosa realidad que se arrastra desde hace décadas.
El tramo de esta denominada “carretera del Mercosur” que une a Colonia Prosperidad con Las Varillas es una invitación a la tragedia. Las roturas y ondulaciones son tan pronunciadas que muchos automovilistas prefieren hacer muchos más kilómetros para llegar a la ciudad del sur del departamento desde San Francisco. Entonces, deciden utilizar la ruta que parte desde La Francia o, en algunos casos puntuales, llegar a Las Varillas por el este, utilizando vías de comunicación de la provincia de Santa Fe. Si a todo esto se le adosa anomia de muchos automovilistas que no respetan ninguna indicación de tránsito, aquella invitación se torna tangible.
Sin embargo, no hay excusas para ignorar el estado impresentable de la 158 en algunas de sus partes. Su deterioro impacta de lleno en comunidades que no tienen otra opción para movilizarse, y compromete la salida de la producción agrícola y lechera de toda la región. No se trata solo de un problema local: por esta traza circulan diariamente camiones pesados que trasladan cosechas hacia los puertos y mercancías desde Brasil rumbo a Chile o al sur argentino. El riesgo es constante: pavimento inexistente en algunos tramos, calzada angosta y un volumen de tránsito que la infraestructura actual no puede soportar.
A lo largo del tiempo, intendentes, legisladores y funcionarios provinciales han elevado reclamos al gobierno nacional. Algunas gestiones han logrado intervenciones menores y bacheos de baja calidad, que se deshacen con las primeras lluvias. La inacción es la respuesta más habitual. Ninguna administración, más allá de los discursos, abordó el problema con la seriedad y urgencia que requiere. Y todo indica que, en el contexto actual, signado por el ajuste y la motosierra, tampoco lo hará el gobierno nacional en funciones.
Así las cosas, la 158 es una muestra palpable de la decadencia nacional. De cómo la retórica vacía vence a los hechos y de cómo las promesas de solución se evaporan. Porque se vive afirmando que la importancia de la carretera del Mercosur, aun cuando su pavimento refleja un estado lamentable y su angostura invita al accidente, a la maniobra riesgosa. Nunca deseadas, las tragedias son la consecuencia esperable.
Vale recordar uno de los reclamos que se hicieron en el pasado. En 2005, la Legislatura de Córdoba aprobó un proyecto en el que instaba a la Nación a “agilizar con urgencia” la licitación para repavimentar, bachear y limpiar las banquinas de la ruta. El texto reconocía que algunos municipios habían afrontado con fondos propios las tareas mínimas de mantenimiento, pero que muchas comunas ya no podían sostener ese esfuerzo. También alertaba sobre los problemas de drenaje, causados por banquinas más altas que la calzada, que provocaban anegamientos peligrosos. Han pasado veinte años. Todo sigue igual. O peor.
En algunos tramos, la ruta nacional 158 tiene la fisonomía de una huella. Es la huella del abandono y la desidia.