Historias
Romina Guevara: “A los enfermeros nos motiva el deseo de ayudar a los demás”
Lleva 18 años trabajando en el hospital y también atiende en su barrio. Enfrentó desafíos como la pandemia y se dedica a educar a la comunidad en salud. Además, cursa la carrera de Abogacía.
"Yo nací en este barrio", dice Romina, a modo de presentación, mientras recuerda sus primeros años en barrio Parque. A pesar de haberse mudado, su vida siempre transcurrió por el andarivel de la permanencia, en la convicción de que la vocación es un llamado que no se desvanece.
Romina Victoria Guevara, enfermera de 38 años, lleva 18 trabajando en el campo de la salud, y hoy, a días de celebrarse el Día de la Enfermera en Argentina, ofrece su testimonio de vida como un homenaje a todos los trabajadores de la salud.
En el marco de esta fecha, que se conmemora el 21 de noviembre en honor a la fundación de la Federación de Asociaciones de Profesionales Católicas de Enfermería, Romina rememora su trayectoria. Egresada de la tecnicatura superior en Enfermería del Instituto Fasta, completó posteriormente la licenciatura en Rosario. Actualmente, trabaja en la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital “J. B. Iturraspe” y, por las tardes, dedica su tiempo al comedor La Virgencita de barrio Parque y a la atención de vecinos en barrio San Cayetano, un servicio ad honorem que realiza con gran compromiso.
En 2009, cuando la gripe A llegó a Argentina, Romina ya enfrentaba el desafío de trabajar en primera línea de atención en un escenario de crisis sanitaria. Esa experiencia la preparó para lo que vendría en 2020, durante los días más críticos de la pandemia de Covid-19, cuando los hospitales colapsaron y los contagios se multiplicaban. "Nos reclutan a todos los enfermeros con experiencia para atender también la primera línea del coronavirus", recuerda Guevara, quien describe esos meses como "algo muy fuerte, muy duro". Los protocolos cambiaban constantemente y, como todos, tuvo que aprender a enfrentar un virus desconocido. “Fue un desafío sin precedentes, pero lo afrontamos con la esperanza de poder cuidar a cada paciente”, agregó.
Romina está nominada al Premio Arquitectos Sociales en la terna “Vocación de servicio”. Sin embargo, la enfermera sostiene que el mayor reconocimiento para ella es "brindarse a los demás". Su vocación está centrada en proveer el mejor cuidado posible al paciente, la familia y la sociedad, lo que considera su misión de vida. Entiende que para ser enfermero hay otro pilar fundamental: la empatía, que “va más allá de ponerte en los zapatos del otro", implica saber observar, leer e interpretar las necesidades ajenas.
Romina también se desempeñó en diferentes áreas del hospital, como Pediatría y Neonatología, un campo particularmente desafiante por la vulnerabilidad de los pacientes más pequeños. La experiencia en estas áreas la ha marcado profundamente, al igual que la pandemia, que la hizo valorar más que nunca "lo simple de la vida". Y, al igual que muchos profesionales de la salud, surgió la reflexión sobre si la crisis sanitaria se podría haber evitado: "Sí, con prevención y educación. La promoción de la salud es la clave", asegura. Este pensamiento la llevó a comenzar la carrera de Abogacía, que actualmente cursa y le queda poco para finalizar, con el objetivo de poder conocer más sobre políticas públicas de salud.
"Un día me dije: si los pacientes no vienen a mí, yo voy a ir a ellos", reflexiona Romina sobre cómo comenzó a brindar atención en la salita del barrio donde nació y creció. Esta iniciativa, según ella, fue su clic de conciencia: "Me di cuenta de que como sociedad podemos ayudarnos entre todos", añadió, aludiendo al trabajo comunitario que comenzó a desarrollar en su barrio natal.
Cuando recuerda sus comienzos, su mirada se ilumina al rememorar aquellos tiempos de anhelos y búsquedas de aprendizaje. "La mayoría de mi carrera fue hospitalaria, pero al mirar hacia atrás, siento que fue una buena decisión. Aprendí mucho y también pude brindar mucho de mí", comentó.
Romina cree firmemente que la atención primaria de la salud es un aspecto fundamental, pues implica un trabajo constante de seguimiento de los pacientes. "Empecé atendiendo a familiares y luego me abrí a los vecinos”, que hoy la toman como una referencia para su salud". En su barrio, comenzó a atender casos de pacientes con diagnóstico de cáncer, cirugías programadas, e incluso niños con hipoacusia.
Para Romina, la enfermería es, ante todo, un servicio. "Cuando una persona está atravesando alguna enfermedad o ha sufrido un accidente, la primera mano que tiene para agarrarse es la de una enfermera", expresó. Esta visión la ha llevado también a ser parte del comité de Bioética del hospital, donde se promueve una atención más humanizada del paciente y una mirada integral en la práctica médica. Además, participa activamente en el proyecto Creciendo Juntos, que busca educar a madres embarazadas sobre la planificación familiar.
En su trabajo, Romina también se enfrenta a situaciones difíciles, como el abordaje de la muerte. "Le tengo mucho respeto a la muerte, porque sé que muchos tienen miedo. Es importante llevar ese mensaje de que la muerte va a llegar y tratar de hacer lo mejor posible con la vida", dijo.
Cuando se le pregunta qué le da más satisfacción en su profesión, no duda: "Ayudar al otro". Además, destaca que el trabajo en equipo y la interdisciplinariedad son clave en el ámbito de la salud. "En un hospital, no se siente tanto la jerarquía verticalista entre médicos y enfermeros. Hay más paridad y trabajo conjunto", destacó.
Romina también subraya la importancia de la educación en salud, mencionando que en su equipo de enfermeras ha trabajado en la educación prenatal, lo que contribuyó a un aumento en los partos naturales en el hospital y a una disminución de las cesáreas. "La Enfermería se ha profesionalizado mucho en los últimos años. Antes era más práctica, pero ahora hay fundamentos sólidos, con especializaciones", aseguró.
En su barrio, explica cuestiones simples pero cruciales, como el uso adecuado de antibióticos, el seguimiento de tratamientos o la correcta interpretación de una receta médica. "He tenido casos de madres que no sabían leer y no entendían cómo administrar los medicamentos a sus hijos. Ahí entra el rol de la enfermera: traducir, asesorar y acompañar", señaló Guevara.
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Legado de familia
La enfermería es también una vocación que atraviesa a toda su familia. De cuatro hermanos, tres son enfermeras, y Romina cuenta con tías y primas que también ejercen la profesión. "A mi mamá le hubiera encantado ser enfermera, porque siempre predicó la solidaridad hacia los demás", contó.
Aunque reconoce que la enfermería es una profesión difícil y exigente, Romina siente una profunda gratitud por poder ejercerla: "Soy una privilegiada por poder trabajar de lo que amo. No todos tienen esa oportunidad".
Romina enfrenta también desafíos importantes en su comunidad, como el abordaje de las adicciones. "Cuando vengo aquí a La Virgencita, me enfrento a realidades muy distintas a las de la terapia intensiva. Las adicciones al alcohol, las drogas, el juego, son problemáticas que veo a diario y en las que me gustaría especializarme", reconoció.
A pesar de la complejidad de estas situaciones, ella tiene claro que la clave está en cuidarse como profesionales de la salud, tanto física como mentalmente, para poder seguir ayudando a los demás. "La enfermería requiere de un trabajo en equipo. Y aunque no siempre es fácil, el respeto por la vida y el deseo de ayudar a los demás siempre nos motiva", concluyó.