Revalorar la tradición del carnaval

Durante muchos años, los corsos y bailes fueron una realidad en San Francisco. Hoy, más allá de la discusión sobre los feriados y adoptando todos los recaudos que la pandemia impone, vale la pena avalar el intento de que vuelva a latir en la ciudad esta alegre tradición.
El carnaval es uno de los festejos más populares en varios países del mundo. Se cree que dicha práctica, fue implementada por los sumerios y, posteriormente, por Roma, Egipto y Grecia. En la historia argentina, se encuentra presente desde la época colonial, simbolizando una expresión de júbilo, alegría e identidad por parte de los pueblos.
En el noreste argentino son una manifestación palpable de la cultura añeja del pueblo y la proximidad geográfica establece que las celebraciones allí se asemejen a las del Brasil. En las provincias del noroeste, se entremezcla con las tradiciones de los pueblos originarios y la evangelización cristiana, dando lugar a manifestaciones muy atractivas y de un simbolismo particular. Mientras, en el río de la Plata, la murga es el elemento distintivo. En la Argentina casi habían desaparecido, mientras que el Uruguay mantuvo la tradición con agrupaciones de notable calidad. Asimismo, la tradición cristiana establece que luego del carnaval comienza el período de la Cuaresma con el miércoles de ceniza, elemento que excede el ámbito estrictamente religioso y se ha transformado en un objeto cultural propio que tiene raíces profundas y selladas en el corazón de la gente.
"A nosotros nos tocaron unos carnavales viejos y gastados que a duras penas se resistían a morir. Unos carnavales que poco y nada tenían que ver con los de antaño, esos que los viejos del barrio describían como llenos de disfraces y de corsos, y que a nosotros nos sonaban un poco extraños y monstruosos, de tan desconocidos". La pluma de Eduardo Sacheri refleja la impresión de que "carnavales... eran los de antes", y "nosotros en el fondo nos sentíamos responsables de vaya uno a saber qué culpa, como si nos hubiesen encargado la custodia de algo, y ese algo lo hubiésemos perdido".
La cita literaria resume una realidad evidente. Durante muchos años, los corsos y bailes fueron una realidad en San Francisco. En determinadas épocas, el carnaval pasó inadvertido como consecuencia de la eliminación de los feriados y de otras restricciones de tipo político, por ejemplo. Otros años el festejo se circunscribió a algunas barriadas. La pandemia también obligó a que las fiestas carnestolendas se suspendieran. Por ello, la intención de recobrar nuevamente al carnaval en la ciudad merece ser destacada. Porque pone en valor el trabajo que muchos vecinos llevan adelante en sus barrios para formar comparsas o construir carrozas que, por todas las circunstancias apuntadas, no han tenido la posibilidad de participar.
En una actitud rescatable y quizás asumiendo la responsabilidad de la que habla el escritor citado, el club Antártida Argentina ha lanzado la idea de poner nuevamente en valor el carnaval en la ciudad. Para ello, convocó a agrupaciones artísticas y a otros sectores sociales para trabajar en la vuelta de festejos populares que, tiempo atrás, eran una costumbre habitual en San Francisco. Por ello, más allá de la discusión sobre los feriados y adoptando todos los recaudos que la situación sanitaria impone, vale la pena avalar el intento de que vuelva a latir en la ciudad esta alegre tradición.