Análisis
Recuperar el juicio
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El juicio por la causa Cuadernos enfrenta el desafío de recuperar la seriedad y la confianza pública en la Justicia. Mientras Cristina Kirchner tuitea y “denuncia” desde su prisión, el reclamo de presencialidad y aceleración de las audiencias marca la oportunidad de que los jueces asuman su misión con el compromiso de una nueva “hermandad de astronautas”.
Por Fernando Quaglia | LVSJ
El caso Cuadernos representa un juicio emblemático y bisagra en la lucha contra la corrupción en la Argentina. A partir de las anotaciones de un chofer que detallaba los pagos de sobornos y coimas durante los gobiernos kirchneristas, corroborados por múltiples arrepentidos y difundidos por una brillante investigación periodística, se está juzgando a 87 imputados, incluyendo exfuncionarios públicos de alto rango y empresarios importantes.
Las dos primeras audiencias, sin embargo, resultaron ser encuentros virtuales de características insólitas: un empresario participando desde su cama, acompañado; un exfuncionario almorzando a la vista de todos; otros imputados ausentes o con cámaras apagadas, reclamos permanentes de que algunos se “muteen” e interrupciones varias para llamar la atención de quienes participan.
Ante el rechazo público de ese “espectáculo”, la Cámara Federal de Casación ordenó a los jueces del Tribunal Oral acelerar el proceso: las audiencias deberían realizarse al menos tres veces por semana, de manera presencial y sin receso estival. Además, se los eximió del sorteo de nuevas causas, se levantaron sus subrogancias y se les garantizó apoyo logístico. El objetivo es que los tres magistrados se dediquen casi exclusivamente a esta causa. La respuesta no tardó: en la audiencia virtual de esta semana, el presidente del tribunal intentó explicar los motivos de la modalidad, dando cuenta de incumplimientos de las instancias superiores que ahora le reclaman y anunció que ahora habrá dos sesiones por semana. La interna también es judicial.
Minutos antes de que comience la segunda audiencia virtual, la condenada expresidenta Cristina Kirchner, desde su prisión domiciliaria, se explayó en las redes con una serie de “denuncias” sobre supuestas “torturas” de las que habrían sido víctimas algunos de los arrepentidos. Su discurso hiperbólico impacta en lo mediático, pero a poco de andar pierde fuerza. Y credibilidad. Cuando alguien se ahoga no repara en manotazos.
Solo dos semanas bastaron para que quedasen expuestas las falencias de la decisión de la Cámara Penal de sesionar virtualmente. De persistir ese esquema, la sentencia podría demorar varios años en llegar. De este modo, la causa más detallada de la corrupción política y empresarial del país amenaza con convertirse en otro despropósito.
Desprestigio
La urgencia por devolver seriedad al proceso cobra aún más sentido frente al descrédito del Poder Judicial. El índice de confianza en la Justicia de mayo de 2025, elaborado por la Escuela de Derecho de la Universidad Torcuato Di Tella y el Foro de Estudios sobre la Administración de Justicia, es muestra elocuente.
El estudio determinó que solo la mitad de la ciudadanía está predispuesta a recurrir a los tribunales ante situaciones de conflicto. El índice de percepción sobre atributos esperados como imparcialidad, eficiencia y honestidad se mantuvo en un magro 28.3. Es decir, siete de cada diez ciudadanos tienen una percepción negativa sobre estos aspectos. Las críticas más reiteradas son falta de equidad, de honradez, de capacidad y de control del poder.
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Astronautas
En este contexto, a pesar de la desafortunada analogía que hizo la expresidenta, y salvando las distancias notorias entre ambos procesos, el juicio a las Juntas Militares de 1985 es un espejo de referencia ineludible. Aquel proceso consolidó la democracia al juzgar el capítulo más oscuro de la historia reciente. Hubo presiones, amenazas y dilemas a resolver. Sin embargo, duró solo nueve meses y sus audiencias fueron todas presenciales y abiertas.
“Lamentablemente, la alta consideración pública que alcanzó la justicia en aquella oportunidad se ha evaporado de modo peligroso”, reflexionó Ricardo Gil Lavedra, uno de los integrantes de aquel tribunal, en su libro La hermandad de los astronautas, en donde retrata el histórico suceso desde la perspectiva del tribunal que integró. En esa obra, Gil Lavedra recuerda que los siete jueces se dedicaron por completo a la causa. Jorge Torlasco, otro de los magistrados, definió la tarea como “un viaje en una cápsula espacial”. De ahí la “hermandad de los astronautas”. Estaban aislados, concentrados en un objetivo único y primordial: llegar a destino.
Las polémicas alternativas de las dos primeras audiencias del juicio por los Cuadernos ameritan el reclamo para que el tribunal emprenda un viaje similar. Porque su tarea no menor. Consiste en desentrañar una trama de corrupción sistémica y determinar las responsabilidades políticas y empresariales.
Apelando a la metáfora de Torlasco, los “astronautas” del caso Cuadernos parecieron estar “en la luna” cuando definieron la modalidad inicial del proceso. Todavía tienen la oportunidad -y el deber- de recuperar el juicio.
