Sociedad
Raíces que luchan: jubilados de pie en San Francisco
Inspirados en la histórica activista Norma Pla, los integrantes de "Jubilados y Pensionados en Lucha San Francisco" reclaman cada miércoles frente al Pami por mejores jubilaciones, medicamentos y una vida digna. No responden a ningún partido político y, a fuerza de solidaridad, humanismo y perseverancia, lograron abrir canales de diálogo y sumar apoyos claves para su lucha.
Por María Laura Ferrero
“Luche, jubilado, luche por lo que es nuestro”, pidió ya muy enferma Norma Pla en una de sus últimas entrevistas, a mediados de los años noventa. La activista, símbolo de la resistencia contra el ajuste menemista, falleció en 1996, pero su voz sigue retumbando en plazas y esquinas de todo el país. También en San Francisco, donde cada miércoles, desde octubre pasado, un grupo de adultos mayores se planta frente al Pami bajo la consigna de luchar, contener y acompañar.
La semilla que sembró aquella mujer menuda pero imbatible sigue dando frutos. En nuestra ciudad, los integrantes del grupo "Jubilados y Pensionados en Lucha San Francisco" decidieron no resignarse. Miryam Bratti, Adriana Buffa y “Quique” Baigoria, entre otros, son los rostros visibles de una causa que, lejos de banderías políticas, pone en el centro la dignidad de quienes dieron toda su vida al país.
"Empezamos siendo cuatro locos", recordó Miryam con una sonrisa que no esconde la dureza de los primeros tiempos. "Nos parábamos afuera del Pami con carteles pidiendo por la suba de los haberes, por los medicamentos... Salía gente llorando, desesperada, y tratábamos de ayudarlos como podíamos".
Situación crítica
Hoy la realidad de los jubilados en Argentina es crítica: las jubilaciones mínimas están muy por debajo de la canasta básica que supera ampliamente el millón de pesos, mientras los ingresos promedio apenas arañan los 370 mil, incluyendo bonos congelados desde fines de 2023. "Con suerte podemos gastar cuatro mil pesos diarios entre comida, medicamentos y servicios, y eso quienes todavía tenemos techo propio", explicó Miryam.
La pobreza golpea fuerte a los adultos mayores. "Muchos tienen que optar por vivir en geriátricos porque no pueden pagar un alquiler. Es doloroso: deben dejar sus recuerdos, su historia, todo", señaló Miryam.
La falta de medicamentos esenciales, las listas de espera interminables para atenderse en clínicas o sanatorios y los retrasos en turnos médicos son parte del día a día. "Un simple turno odontológico puede tardar meses, y en algunos casos, como dijo una compañera, te dan fecha para el día de la primavera", apuntó “Quique”.
El drama se agrava con el invierno: "Este año vamos a tener muchas bajas, no hay preparación para enfrentar el frío, ni recursos para calefaccionarse", advirtió Miryam.
La falta de empatía
Uno de los principales obstáculos que enfrentaron fue el destrato en las oficinas del Pami. "Al principio nos miraban como si fuéramos unos payasos", recordó Adriana. "Nos ponían trabas, nos ignoraban, nos mandaban a hacer trámites online sabiendo que muchos de nosotros no manejamos la tecnología".
La anécdota de una señora mayor que, al pedir turno en un banco, preguntó inocentemente "¿dónde queda la web?" y recibió como respuesta risas burlonas, ilustra una problemática profunda: la falta de empatía hacia los adultos mayores en muchos sectores.
"No se puede naturalizar la burla, ni el abandono", señaló indignada Miryam. "Nosotros les dimos las primeras letras, les cambiamos los pañales, y hoy muchos jóvenes se olvidan".
Pese a todo, la persistencia dio frutos: con el tiempo, lograron mejorar la relación con el personal del Pami. "Hoy son más amables. Hay más diálogo. Costó mucho, pero avanzamos", reconoció “Quique”.
La brecha tecnológica
La imposición de trámites online para acceder a medicamentos o gestionar turnos médicos se convirtió en una barrera infranqueable para muchos jubilados. "Nosotros pensábamos que íbamos a recibir apoyo de los centros de jubilados, de la municipalidad o de la universidad, porque tienen gente capacitada, pero nos mandaron de un lado para el otro", lamentó Miryam.
Frente a esa indiferencia institucional, el grupo decidió organizarse. "Nosotros mismos nos pusimos a ayudar a completar las planillas, a orientar a la gente. Si había algo urgente, los derivábamos al juzgado federal o al defensor del pueblo", contó Miryam.
Fue en este contexto que surgió la colaboración de la abogada Natalia Contreras, quien todos los miércoles asiste gratuitamente para asesorar a los jubilados en trámites legales, pensiones, reclamos de medicamentos y derechos vulnerados.
También se sumó el apoyo del doctor Vaugdania, un cardiólogo que provee muestras médicas gratuitas para quienes no pueden costear sus tratamientos.
"Esta no es solo una red de ayuda, es una red de lucha", subrayó Miryam. "Socorremos
porque la vida apura, pero nunca dejamos de reclamar por lo que nos corresponde".
Adriana: una historia de integración y lucha
Adriana Buffa es un claro ejemplo de cómo la contención puede transformar la desesperanza en acción. "Fui al Pami a buscar mis medicamentos y me dijeron que no me podían dar información, que fuera a mi médico de cabecera. Salí llorando", recordó.
En ese momento, se cruzó con Miryam en la vereda. "Me preguntó qué me pasaba, le conté, y ahí nomás me sumaron al grupo. Sentí apoyo, contención y amistad. Eso no tiene precio".
Adriana, que vive sola y sigue trabajando como ayudante de cocina porque su jubilación no le alcanza, hoy es una de las integrantes más comprometidas. "La necesidad te da fuerza", reflexiona.
Un movimiento que crece
La visibilidad del grupo ha ido en aumento. "Hoy nos conocen en toda la ciudad. Los medios nos acompañan, la gente joven se solidariza", señaló “Quique”, que agrega que las puertas a sumarse siempre están abiertas.
El grupo realiza actividades simbólicas y movilizaciones: en diciembre, armaron un arbolito de Navidad con remedios colgados, reclamando por el derecho básico a la salud.
"Nosotros queremos lo que es nuestro. Queremos justicia social", sentenció Miryam.
Además, remarcan que su lucha no es solo por ellos: "Estamos peleando también por ustedes, por los jóvenes. Porque si seguimos así, en el futuro nadie va a poder jubilarse dignamente".
El pasado Jueves Santo, el grupo organizó una olla popular en la Plaza General Paz, con el objetivo de visibilizar su reclamo. "No fue para llenar la panza de nadie, fue para hacer ruido, para hacer lío como decía el Papa", explicó Adriana, quien fue una de las que cocinó en el encuentro.
La actividad contó con la colaboración de pequeños comercios que donaron alimentos y de artistas solidarios que animaron la jornada. "Fue un momento de enorme humanidad. Se juntó el rico con el pobre, como canta Serrat en 'La Fiesta', y todos compartieron la mesa", recordó emocionada Miryam.
Hubo música, alegría y solidaridad, pero también respeto: "No queríamos fotos que expusieran a quienes vinieron a buscar un plato de comida. Vinieron porque lo necesitaban. No para ser exhibidos", aclararon.
La olla popular, además, abrió nuevos espacios de encuentro: "Gente que estaba sola se acercó, dialogó, se sintió acompañada. Eso también alimenta el espíritu", destacó Adriana.
Raíces profundas
"¿De dónde sacamos fuerzas?", se pregunta Miryam. Y se responde: "Somos como los árboles viejos, con raíces profundas. Damos frutos, damos sombra. Pero hoy nos falta agua".
El grupo "Jubilados y Pensionados en Lucha San Francisco" es la prueba viva de que la dignidad no se negocia y de que el derecho a una vida plena no se pide de rodillas: se exige de pie.
En un país donde los jubilados muchas veces son olvidados, su lucha, como la de Norma Pla, es faro y esperanza. "Si no nos unimos ahora, mañana será tarde", advirtieron.
Y, como cada miércoles, bajo el sol, la lluvia o el frío, volverán a ocupar la vereda del Pami, alzando su voz: "Luche, jubilado, luche, por lo que es nuestro."
Cómo colaborar
Quienes quieran colaborar con el grupo pueden acercarse los miércoles por la mañana a la sede de PamiI ubicada en Iturraspe 2350, donde se concentran para sus actividades.
"Necesitamos voluntarios que acompañen a los abuelos a hacer trámites en bancos, en la municipalidad, en Anses, en el mismo Pami", explicaron. La ayuda puede venir de estudiantes de escuelas técnicas, jóvenes que estén ociosos o cualquier persona dispuesta a brindar su tiempo y su respeto.
"Lo que más pedimos es respeto. No somos 'los viejos que no servimos para nada', como algunos dicen. Somos los que, de alguna manera, todavía sostenemos parte de este país", enfatizó Quique.
La invitación también está abierta para adultos mayores que se sientan solos: "No todo es bordado y yoga. Ayudar y ser parte de una causa justa también alimenta el alma", aseguró Miryam.