Querido Willy
La sanfrancisqueña Johana del Valle Gandolfo acompañó en los coros a Willy Crook en la última etapa de su carrera y a pocos días de su partida lo recuerda como músico y como persona.
Por Gabriel Moyano/LVSJ
Cuentan que alguna vez Willy Crook dijo que sus canciones nunca serían "cantito de cancha". Con esa mezcla de talento y sencillez explicaba -entre otras cosas- por qué se había bajado de ese monstruo en gestación que eran Los Redondos, justo antes de la explosión que los llevaría a ser uno de los fenómenos más convocantes del rock argentino y, precisamente, inspiración de muchísimos yeites futboleros.
Pero en esa enunciación Willy defendía también su postura: hacer lo que le gustaba sin las ataduras de la industria, ya sea independiente o no. Y si bien es cierto que sus temas no se corean en estadios, sí dejó una marca indeleble que hoy -a pocos días de su partida de este mundo- comienza a convertirse en mito.
Porque además de una trayectoria que le valió ganarse un lugar privilegiado en el under, se convirtió en ícono del funk y el soul en una tierra donde el hit es el que manda. Sus canciones son su herencia y el recuerdo que dejó en los que compartieron escenario con él su mejor legado.
Así lo siente Johana del Valle Gandolfo, corista de sus últimos trabajos, nacida en este San Francisco tan alejado de esa movida, y eterna agradecida a la experiencia de cantar a su lado.
"Lo voy a recordar por su humor y sus canciones. Tengo grabada en mi retina la imagen de verlo a mi izquierda arriba del escenario, mirándonos de reojo y riéndose. También lo voy a recordar por su música, que va a sonar para siempre en mi casa", cuenta todavía sentida por el golpe que significó la muerte del músico de 55 años el último 27 de junio luego de haber sufrido días atrás un ACV.
"Lo voy a recordar como en esa foto: riéndonos de uno de sus chistes", dice Johana
Johana aun no había nacido cuando Willy Crook con apenas 20 años participaba del disco fundacional de Patricio Rey y Sus Redonditos de Ricota, Gulp, como saxofonista. También estuvo en Oktubre, pero pronto se lanzaría a una aventura más variada que lo llevaría a compartir tablas con Los Abuelos de la Nada, Charly, Riff, Los Fabulosos Cadillacs, entre otros.
En 1997 formó Willy Crook y los Funky Torinos, la banda que lo acompañaría hasta sus últimos días. Si bien nunca soltó el saxo, se destacó por su talento para componer, su estilo para tocar la guitarra y una voz demasiado soul para ser argentina. De hecho, cantaba sus letras en un inglés casi desganado que creaba una atmósfera "neorlandesa" mágica.
Los caminos de "Croqueta" y Johana se cruzaron hace poco y "fueron 4 años inolvidables", según la vocalista sanfrancisqueña. Participó de la grabación de "Lotophagy",último trabajo de estudio (2019) que le valió una nominación a los Premios Gardel como mejor Album de Artista de Rock.
La cantante de nuestra ciudad recuerda que su acercamiento a Crook fue cuando junto a Aimé Cantilo (sobrina de Miguel, hija de María José y hermana del fundamentalista Gaspar Benegas) estaban armando un proyecto para ensamblar coros.
"Empezamos a pegar laburitos donde metíamos coros, íbamos siempre de a dos. Un día me llamó Aimé para decirme que Willy necesitaba una corista. Ponele que fue un martes y el show era el sábado, yo tenía que aprenderme 10 temas en poquitos días. Entonces ese sábado fue mi debut y mi casting, porque todo dependía de cómo me fuera, si quedaba o no. ¡Por suerte salió todo bien! Desde ahí no paré de tocar con ellos y fueron unos hermosos 4 años que obviamente me hubiera encantado que fueran más, pero fue lo que fue, muy lindo mientras duró", contó.
Johana comenta que a Willy lo tenía escuchado de antes de trabajar con él y que era "muy conocido en el under. Él nunca llegó a ser mainstream y por eso hay mucha gente que no lo conoce más que por su paso por los Redondos".
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Entre sus recuerdos más preciados, Johana guarda su participación en el último disco de estudio de Willy, donde cumplió un rol en el proceso de composición vocal.
La súbita partida del artista dejó trunco un nuevo proyecto: "Teníamos pensado hacer un Versiones 2 (una secuela del disco de 2000 en el que grabó covers de Los Beatles y Billy Joel entre otros). Pero participar de Lotophagy fue increíble, solo tengo palabras de agradecimiento, para mí fue un honor estar en un disco de él, con todo lo que implica su trayectoria. Haber formado parte de esa mínima porción de trayecto es algo que a veces no lo puedo creer".
La sanfrancisqueña cuenta que Willy "era igual que arriba del escenario. Lo más valorable que tenía como músico y como persona fue su humildad y su generosidad para con sus compañeros. Siempre buscaba espacios para dejarnos brillar, nadie se quedaba afuera. Fomentaba que cada uno tuviera su espacio en el que mostrar su talento".
"Era inteligente, elocuente y tenía un gran sentido del humor. Creo que no hay mejor sentido del humor que reírse de uno mismo sin quebrantar su ego, no es algo fácil para todo el mundo y él lo hacía. Hacía chistes con todo, era muy gracioso. Su humor era muy inteligente y a veces te costaba entenderlo rápidamente. Siempre te preguntabas cómo se pudo ocurrir tal cosa", insiste.
Haber participado en la grabación de Lotophagy fue para Johana un orgullo y un privilegio
Admirar
La artista de nuestra ciudad asegura que no solo entendió y respetó la filosofía de vida de Crook, sino que también la pone como ejemplo. Es que el músico eligió un camino más incierto que el que le proponían las luces del éxito.
"Respeto y admiro muchísimo el camino que tomó. El siempre comentaba que había decidido irse de Los Redondos cuando habían empezado a facturar. Lo veía como una filosofía de vida a Patricio Rey y decía que no hubiera sido coherente con él si se quedaba. Pensaba que no hubiera avanzado ni explorado nuevos horizontes si se quedaba", recuerda.
"Yo lo tomo como un ejemplo. A mí su partida me puso en una situación de crisis y siento como un compromiso muy grande con la música. Willy como artista es un ejemplo a seguir y a mí me encantaría hacer lo que él hizo: conoció y tocó con un montón de gente, hizo siempre lo que quiso y siempre fue auténtico. Se respetó a sí mismo y no se traicionó", asegura.
Sobre su apertura musical, Johana reveló: "Siempre fue muy abierto y flexible a las nuevas tecnologías. A nuevos géneros. Generalmente el rockero promedio es bastante cuadrado y cabeza de termo porque dice que el rock debe ser así o asá. Pero Willy no, a él le gustaba la música electrónica, de hecho colaboró con bandas, con dj's, acompañando con el saxo o la guitarra. Ha incursionado en géneros que no tenían nada que ver con el rock. Se actualizaba mucho y le gustaban muchas bandas nuevas. Cuando nos juntábamos y hablábamos de música, yo le preguntaba si conocía a tal banda y me decía que sí, o se la anotaba para escucharla. Era muy abierto y eso era admirable en una persona de más de 50 años porque a partir de una edad empezás a cerrar en vez de abrirte. El era todo lo contrario".
Recordar
El ACV que terminó provocándole la muerte fue el primer golpe: "A todos nos pegó igual de mal porque Willy era una persona muy querida en el ambiente. Además no lo esperábamos, porque venía súper bien, muy tranqui con su ritmo de vida. Esa misma semana nos íbamos a ver. Teníamos un show el viernes y esto fue un martes. Igual todos nos mantuvimos en un estado muy positivo, con la energía arriba, convencidos de que iba a salir, que solo era un episodio más en su vida".
"No esperábamos para nada este desenlace. La noticia fue terrible para todos, nos dejó helados. Fue inesperado y muy doloroso", lamenta.
La muerte de Willy generó mucha repercusión entre artistas que expresaron su pesar y lo despidieron en las redes. "Su trayectoria fue muy larga. Empezó a tocar con 18 años con Los Redondos, imagínate. Un montón de gente que lo conocía y donde iba se hacía de amigos o de fanáticos. Era muy dado, generoso, agradable para tener una conversación. Cuando una persona es así es imposible que la gente no le tenga afecto, más allá de su talento y su arte. Era obvio que la noticia le iba a pegar mal a muchos. Yo recibí muchísimos mensajes de fanáticos, porque se generó un vínculo de amistad con los seguidores de la banda. Generalmente se le da reconocimiento a alguien como valioso cuando ya no está más", reflexionó Johana.
Como despedida, deja una anécdota que lo pinta: "Al principio le costaba memorizar mi cara, era un problema que tenía con la gente que conocía. Yo llegaba a los shows y no se acordaba que yo era la nueva corista. Después le pasó lo mismo con mi nombre. Se lo terminó aprendiendo. Pero él no sabía que Del Valle es mi segundo nombre. Así que me desordenó el apellido y siempre me presentaba como 'Johana Gandolfo del Valle', con el puño levantado y cerrado. Así me presentó durante todo mi paso por el proyecto. Hasta que un día hablando en el camarín le comenté y se quedó anonadado: '¿Cómo que es tu segundo nombre? ¡Lo estuve diciendo mal todo este tiempo!' me decía. Entonces lo quiso corregir pero no le salió, así que siguió llamándome igual".