¿Qué ves cuando te ves?
La imagen que tenemos de nosotros puede ser impuesta por las modas del momento, por el deseo de encajar o ser parte de un grupo, e incluso, ser una distorsión que crea la mente. Por esta última razón existen los trastornos alimentarios.
Buena pregunta, aunque muy pocos se la hacen. Sin embargo, y sin generalizar, quizás sea la que impulse a la mayoría de las personas a seguir una dieta. El problema reside en que esa imagen que tenemos de nosotros puede ser impuesta por las modas del momento, por el deseo de encajar o ser parte de un grupo, e incluso, ser una distorsión que crea la mente.
Por esta última razón existen los trastornos alimentarios. De ahí que no sea correcto decir que alguien modifica sus hábitos alimentarios para verse o sentirse un dios o una diosa. No siempre la causa es esa. En estos casos, hay un trasfondo psicológico demasiado complejo que resiste cualquier juicio de valor.
En ocasiones, muchas personas (porque no solo atañe a las mujeres; aunque sean minoría, los hombres también pueden padecer de trastornos alimentarios) desean perder peso para pasar desapercibidos, para desaparecer del mundo que les resulta hostil e imposible de enfrentar.
O no logran adelgazar porque ganar kilos los lleva a sentir que se imponen, que ocupan espacio, ese lugar que otros les quieren quitar. En síntesis, lo que vemos cuando nos vemos no es tan sencillo de definir y sin dudas, escapa a una simple dicotomía de adjetivos: bien/mal, fino/grueso, delgado/gordo.
Más allá de estas patologías que generan estados críticos y requieren un enfoque multidisciplinario para superarlas, cabría evaluar cuáles son los parámetros que utiliza la sociedad para incluir o no a alguien. Por supuesto, las escalas son más duras para nosotras, las mujeres.
"Es fácil advertir que lo que vemos de nosotros mismos está, de un modo u otro, atravesado por el otro o la mirada del otro. Ya sea que queramos ser invisibles y poco perceptibles, ya sea que busquemos lo contrario, siempre hay otro que observa, juzga y discrimina, para bien o para mal. Sin embargo, no empecemos a hacerlo con nosotros mismos. No juzguemos. Pidamos ayuda".
No es lo mismo medir menos de un metro sesenta que un metro setenta. Si a ese par de piernas largas le sumamos una cintura de avispa, de seguro que la afortunada tendrá más posibilidades de éxito que otra más baja y rellenita, aunque tenga cinco maestrías en los Estados Unidos de América. La buena presencia siempre cuenta, pero ¿es la buena presencia sinónimo de altura y delgadez? ¿No hay otras cualidades para tener en consideración? No obstante, deberíamos recordar que hubo una época en la que se creería que ser rellenito o tener unos a kilos de más era síntoma de una salud excelente y bien sabemos que no es así, no en un cien por ciento de los casos.
Entonces, ¿cuáles son los patrones con los que evaluamos hoy a una persona?. ¿Solo se refieren al aspecto físico?. ¿Cuánto nos afecta?. ¿A todos o a una parte de la población?. Diría que nadie queda fuera, aunque tal vez los adolescentes sean más influenciables.
Y muchas veces la televisión y las redes sociales les venden estándares de perfección que son inalcanzables y que terminan incidiendo en la conducta de los jóvenes.
El peligro del alcohol
Es alarmante el consumo de alcohol entre los menores de veinte, aunque no excluye al resto. Los adolescentes y los jóvenes beben en exceso para no sentir, para no advertir qué se hace o qué pasa en torno a uno, para alejarse de la realidad que les exige cada vez más o los rechaza de plano. Mejor "anestesiarse" que ponerse en ridículo o ser el hazmerreír del resto. Todo esto convierte a nuestro pequeño mundo en una jungla.
Y son muchos los que pierden la salud para lograr ser parte de él o un puesto importante en el juego diario que nos toca ejecutar. ¿Cuál es la clave? Ante todo, aceptarnos como somos. Todos somos únicos e irrepetibles, pero también, iguales: ninguno más, ninguno menos. Todos somos seres humanos, únicos por las experiencias vividas, por el entramado psicológico y emocional que nos sostiene.
Por eso, distintos, aunque iguales por ser mortales e imperfectos. Cada quien tiene que corregir y aprender de sus errores. Por lo tanto, ¿hay alguien mejor que otro?. Absolutamente No.
En lo que a mi trabajo respecta, aconsejo que si alguien duda de su peso, de su estructura corporal, o no esté a gusto con lo que ve de su cuerpo, consulte a y se asesore con un Licenciado en Nutrición, que le podrá indicar si es necesario hacer algún ajuste en sus hábitos alimentarios, ayudarlo a cambiar conductas poco saludables y elaborar, si fuera necesario, un plan nutricional de acuerdo a su edad y a sus actividades, ya sea para mantenerse en el peso, ya sea para bajar o aumentar.
No tengamos miedo de consultar. Preservemos nuestra salud, nuestro cuerpo. Nos tiene que durar toda la vida. Para terminar, es fácil advertir que lo que vemos de nosotros mismos está, de un modo u otro, atravesado por el otro o la mirada del otro. Ya sea que queramos ser invisibles y poco perceptibles, ya sea que busquemos lo contrario, siempre hay otro que observa, juzga y discrimina, para bien o para mal.
Sin embargo, no empecemos a hacerlo con nosotros mismos. No juzguemos. Pidamos ayuda. Consultemos a profesionales serios, que de seguro, nos ayudarán a encontrar una respuesta.