¿Qué aprendimos a valorar esta cuarentena?: la historia de todos
A cien días del inicio del aislamiento obligatorio, LA VOZ DE SAN JUSTO buscó los testimonios de los sanfrancisqueños: empleados, estudiantes, profesionales, padres, hijos, docentes, deportistas. Ellos cuentan sus sentimientos, ilusiones y esfuerzos en tiempos de pandemia.
Hace cien días, el mundo se detuvo. Lo hicieron los abrazos, las actividades al aire libre, los encuentros con quienes queremos. La cuarentena para muchos pudo resultar tediosa y angustiante, sin embargo, también tuvo un costado positivo porque el tiempo ocioso pudo transformarse en beneficioso y nos obligó a aprender cosas nuevas y sobre todo, que para cuidar al resto y a nosotros mismos debíamos ceder y permanecer encerrados. Esta pausa nos permitió valorar más todo lo que teníamos antes.
"Esto va a dejar una huella muy grande"
Roberto Meloni es odontólogo y tal como ocurrió con otros profesionales, debió adaptarse para continuar trabajando. Más allá de esta situación puntual consideró que "la situación ha sido muy difícil" para todas las personas. "El aislamiento total ha sido una prueba muy ardua y en mi caso tengo mi familia en Córdoba a quienes no veo desde el 19 de marzo".
"Todos pasamos por situaciones difíciles en diferente medida y esto se extiende generando no solo problemas económicos sino también psicológicos".
A nivel profesional debió ampliar el protocolo que estableció el COE e implementar equipos especiales para la atención de sus pacientes. "En un primer momento solo atendíamos urgencias y con el correr de los días se pudo avanzar con otras prácticas odontológicas".
"Esto va a dejar una huella muy grande en toda la sociedad -afirmó-. En lo que respecta a mi profesión vamos a tener que continuar con un protocolo muy estricto. Siempre habrá que cuidarse en todo momento y lugar de este enemigo invisible y por eso tendremos que extremar los cuidados".
Fausto Chiappero, estudiante secundario.
Aprender a vivir el último año de secundario en pandemia
Para él y el resto de sus compañeros del sexto año del Instituto Pablo VI este iba a ser "el año" de su vida ya que se habían preparado con mucha ilusión para disfrutar de todo lo que conlleva el último paso por la escuela secundaria. Sin embargo, la irrupción de la pandemia dio por tierra con las fiestas de las promo, las salidas con amigos, los asados, amenaza con llevarse puesta la Estudiantina de septiembre y sembró gran incertidumbre respecto de la realización de la recepción de fin de año y el ansiado viaje a Bariloche.
El adolescente contó que en estos últimos 100 días "aprendí a valorar mucho más el cuidado de la salud" además de "esforzarme más para responder en las clases virtuales, ser responsable en el cuidado de mi salud, utilizar el barbijo, etc".
Además, hizo alusión a su realidad de estudiante y al respecto señaló que "al principio fue todo novedoso y estaba más entusiasmado. Con el paso de los días esta rutina ya empezó a cansar. Personalmente prefiero recuperar las clases presenciales que en mi caso, son mucho más útiles".
Calificó como "inexistente" la "promo 2020" ya que "no pudimos hacer nada de todo lo que estaba programado. Queda todavía por saber qué va a pasar con la recepción y el viaje a Bariloche".
Fausto señaló que esta situación tan extrema le trajo como enseñanza "la importancia que tiene el cuidado de la salud y tomar muchas precauciones ante las enfermedades".
Belén Luna, mamá y estudiante universitaria.
El desafío de la responsabilidad colectiva
Belén Luna tiene 23 años, y además de ser mamá de Renata, quien tiene 2 años, está próxima a recibirse de técnica en Comunicación Social en el Centro Regional de Estudios Superiores (Cres) donde cursa la Licenciatura en Comunicación Social.
En su doble rol de mamá y estudiante, para Belén fue "un gran desafío" separar las horas que le destina al cuidado de su hija y el tiempo para el estudio.
Además, la joven combina su tiempo con tareas que desempeña colaborando en el Centro de Estudiantes del Cres.
Belén pasó de la euforia inicial que marcaba el inicio del aislamiento a una situación de mayor calma para intentar organizar esta nueva realidad en la que estamos inmersos.
"Al principio la euforia por el cambio tan abrupto dominaba muchas cosas combinada por la incertidumbre por no saber qué va a pasar", confesó.
Esta situación, "me produce mucha ansiedad" puesto que "todo lo que había planificado, como recibirme en mayo, se desmoronó por completo".
De esta manera, Belén consideró que aprender a vivir con la incertidumbre "es todo un desafío" porque "de estar acostumbrados a hacer cosas en familia, ahora debemos hacer muchas cosas de manera individual. Vivir en esta nueva rutina impone poder adaptarse a muchos cambios que son inevitables".
Esta pandemia "mostró a personas que son muy generosas y empáticas mientras que también puso en evidencia a otras que no lo son en absoluto. El coronavirus mostró las dos caras de la sociedad. No obstante, me quedo con la convicción de que esta situación demostró que la idea de lo individual se puso en jaque ante la aparición de necesidades que requieren de acciones colectivas".
Cecilia Garay, profesora y música.
"Me ayudó a establecer prioridades"
Cecilia Garay es música y profesora de piano y como toda persona ligada al arte, tiene una mirada muy particular acerca del alcance del aislamiento.
"En el plano personal, me ayudó para organizarme en el día a día y establecer prioridades especialmente vinculadas a la familia", indicó como las principales enseñanzas de esta crisis.
Entre los cambios que tuvo que introducir a su vida diaria, explicó que "tuve que dejar de lado el contacto físico con las demás personas. Ya no hay abrazos y besos y además me mantengo permanentemente conectada con mis estudiantes y sus familias además de corregir y dar las clases".
La posibilidad de disponer del tiempo de una manera diferente la posicionó frente a los instrumentos "también de una manera diferente" ya que "los cambios en la organización me permiten que por la noche me pueda quedar tocando el piano y por la mañana me siente frente a la computadora para dar una clase".
Como enseñanza de todo esto, Garay aseguró que "la única certeza que tenemos es que no hay certeza de nada. Por eso es necesario disfrutar la vida y los afectos día tras día, no tenemos que perder la oportunidad de decir 'te quiero' a alguien porque esto nos muestra lo efímeros que somos".
Marisa Luna, docente y licenciada en Psicología Social.
"Aprendimos a valorar el sistema educativo"
Marisa Luna es profesora de Psicología de la Escuela Normal Superior "Dr. Nicolás Avellaneda" y licenciada en Psicología Social en la Formación Docente del mismo centro educativo.
En su caso aportó una mirada personal y profesional a lo que dejaron estos 100 días tan particulares señalando que "aprendí a entender que vivimos en un eterno presente, sabiendo que si bien puedo manejar algunos tiempos, no puedo con todo el tiempo".
"Hay cuestiones que dependen de otras personas y si hay una situación límite como esta, debo entender que tengo que decidir de acuerdo a lo que tengo y mis posibilidades marcando de esta manera la finitud humana", añadió.
Tal como ocurrió con el resto de las personas consultadas, la rutina de Marisa cambió. "Estoy mucho más tiempo frente a la computadora seleccionando los contenidos que voy a subir al aula virtual del campus de la Escuela Normal o el Instituto de Formación Docente".
Esta docente trata de organizarse "para optimizar el tiempo que dispongo a través del armado de rutinas de trabajo" de manera de que ese momento no colisione con el tiempo que debe dedicarle a su familia.
"Tenemos que tener en cuenta que en una misma casa convivimos toda una familia que a su vez nos tuvimos que adaptar para dedicar espacios y tiempos propios en un mismo espacio físico, trabajando con las redes, Internet y recursos tecnológicos disponibles".
Como mensaje hacia el futuro, reflexionó: "No sé si vamos a salir siendo mejores o peores personas pero me parece que hemos aprendido a valorar muchas cosas como el sistema educativo. Tanto estudiantes como docentes extrañamos la escuela como espacio físico para vincularnos más allá del aprendizaje de los contenidos educativos. Creo que será importante volver a darle valor al trabajo docente".
Daiana Nánzer, múltiple campeona de danza aeróbica.
Una lección para la vida y el deporte
Daiana Nánzer hizo un alto en su exigente rutina de entrenamiento de gimnasia rítmica competitiva. "Lo que ocurrió fue algo impensado para todos, nadie estaba preparado para enfrentar algo así", reflexionó.
"Prefiero entender esto como un desafío más a superar como tantos otros que pasan en la vida de un deportista", señaló.
En su rol de docente, la pandemia la obligó a interiorizarse sobre la correcta utilización de diferentes recursos tecnológicos con los cuales llegar a sus alumnos en esta época tan particular. "Desde el principio tuve que aprender a utilizar diferentes recursos y situaciones que no manejaba como el caso de la plataforma Zoom o Google Class para las clases virtuales de manera de potenciar un aprendizaje tecnológico que no tenía antes de que esto ocurriera", agregó.
Las limitaciones de circulación pegaron de lleno en la rutina de entrenamiento de un deportista y eso fue quizá, el impedimento más cercano al que debió hacer frente Daiana. Sin embargo, y a fuerza de una gran voluntad, "nunca aflojamos la preparación física y el entrenamiento. Para eso tuvimos que cambiar el plan anual y darle prioridad a la preparación física que es lo que los chicos podían hacer dentro de casa".
"Esto nos sirvió mucho para tomar conciencia y entender que por más que en un tiempo se pueda solucionar todo, sería importante ser consciente de las cosas que hacemos, buscando hacer cada cosa de la mejor manera posible", cerró su mensaje.