Probar y hacer una nueva escuela
Hoy no hay aula, no hay edificio y solo humanos que trabajan a destajo comunicados con cada estudiante para poder continuar educando no desde la memoria, ni desde una simple nota sino para que los chicos se cuestionen, aprendan cosas nuevas y las vuelquen en su entorno. Eso pasa porque nuestro sistema educativo pre pandemia ya fue.
Por Ivana Acosta | LVSJ
Roma no se hizo en un día y la escuela tampoco. Desde que la educación se transformó en un derecho universal al que no solo las élites del siglo XIX debían acceder, es decir, desde que se socializó esa garantía siempre la institución se mantuvo en marcha frente y pese a todo.
En esta pandemia las dudas no aparecieron y la chispa del compromiso y asunción de responsabilidades entre docentes, directivos y adultos primó frente a cualquier incertidumbre.
La sociedad toda coincide en que acá no se pierde nada y están dadas las condiciones con mucho esfuerzo para que todo pueda seguir. Quien no tiene dispositivos puede seguir apelando a la metodología clásica del papel y las fotocopias, por mencionar una alternativa.
Esta situación saca a la luz también la necesidad de repensar de una vez por todas nuestro sistema educativo y asumir la responsabilidad política y ciudadana de comprometernos para que los pibes puedan no ser vistos solo como "máquinas" que memorizan, porque en realidad deben aprender cosas para poder desarrollar sensibilidad social, dado que es afuera de ese edificio que van a pasar la vida.
Rolando Aiassa, coordinador de curso y profesor en el Ipem 96 Pascual Bailón Sosa y su anexo en Plaza Luxardo pasa sus días controlando lo que los chicos les envían. Su clave de internet está abierta pensando en otros estudiantes del sector que no tienen el servicio y necesitan trabajar igual.
Rolo que también es docente en los profesorados de Lengua y Matemática en el Colegio Superior San Martín, acierta al recordar la frase de Hannah Arendt acerca de que "educar es el punto donde amamos lo suficientemente al mundo como para hacer algo por él".
A muchas cuadras de allí Viviana Kieffer, que es coordinadora de la Escuela Proa Desarrollo de Software, coincide sin saberlo cuando describe la forma en que se están llevando a cabo las actividades para que la cuarentena no aísle a los chicos de la educación.
Su objetivo es que los estudiantes comprendan que los dispositivos "son un medio para ..." y que en virtud de ello hay que "usar las materias como excusa para que ellos puedan manejar cualquier plataforma y que en cualquier momento si tienen internet y un teléfono puedan acceder", ya que si consiguen la herramienta teniendo el conocimiento van a poder hacerlo.
El círculo se cierra con la definición certera de la directora de la Escuela Normal Superior Nicolás Avellaneda (ENA), Ana Collino, que afirmó que la escuela - como institución - está trabajando en forma de emergencia. Dentro de lo que llamó estado de excepcionalidad y que debido a esto se privilegia en este momento la llegada de los contenidos, dejando de lado las formas tradicionales en las que se pensaba antes de la pandemia el sistema educativo.
Desterrar preconceptos
Los chicos dejaron las aulas y desde entonces los edificios quedaron vacíos, por eso entrar a ellos es absolutamente diferente a transitar los pasillos cuando están llenos de chicos o aun en las aulas se escuchan las voces.
Ahora no hay nada. La escuela se fue y se dividió en miles de partículas dentro de las casas donde los chicos y docentes luchan contra la brecha digital y social para que no afecte a lo cultural y a la formación de los futuros ciudadanas y ciudadanos.
Por ello ante la pregunta de qué es educar obtuvimos respuestas diferentes, aunque a grandes rasgos es como dice Rolo, "la educación es el espacio de encuentro con otro donde se transmite la cultura y lo que hace a la ética, valores, sentimientos, al otro. Es un espacio de transformación social".
Sabemos que la información ya no está en las escuelas sino en las redes, en las casas, en el boca a boca, en todos lados. La obligación de la escuela es enseñar a entender e interpretar con espíritu crítico lo que sucede. En pocas palabras ya se corrió del "Qué" y debe necesariamente avanzar hacia el "Cómo" o el "Por qué" y el futuro.
Kieffer coordina una de esas escuelas Proa que fueron planteadas como las escuelas del futuro pese a que el futuro llegó hace rato.
Ella lo describe perfectamente a lo que pasa en instituciones como la que ella tiene a cargo: "La idea de las escuelas Proa es un proyecto donde experimentamos nuevas maneras de enfocar la educación y acercarnos a los estudiantes; todos sabemos que el sistema actual de educación no va más, la idea es que tengan orientación hacia dónde va el mundo en el futuro".
La pandemia por si acaso ha puesto a prueba al sistema y en los primeros días rondaba en todos lados la pregunta: "¿Cómo van a evaluar?". No había respuesta en realidad porque la transformación obligada que atraviesa la educación hace imperante pensar en que los aprendizajes son más importantes que un simple 10 y que no todo se resume a pasar y memorizar.
Collino en la misma senda sostiene que "esto (el sistema) es un mientras tanto para garantizar la educación, pero nuestra evaluación es que se cumplen con los mínimos y en este momento eso es mucho". Ella habla de "un tiempo de excepcionalidad y después se verá en otro desafío cómo se puede mejorar todo lo hecho"; lo cierto es que "la escuela voló dos categorías porque la virtualidad unió a docentes y alumnos en tiempo y espacio compartidos".
Las aulas esperan la vuelta de los chicos y chicas
Luchar contra las brechas
Tecnológica, social, económica ... hay tantas brechas, pese a que en realidad hay una sola manifestada en distintos factores condicionantes pero todos solucionables. Los profesores están trabajando permanentemente en que la comunicación no se corte y que ante la menor problemática las explicaciones, tareas, devoluciones se llevan a cabo de una u otra manera.
El ideal es que todos tengan internet, una computadora o smartphone y un espacio familiar para trabajar con lo que los profes mandan, pero no siempre es así.
"Hace muchos años los gobiernos trabajan para achicar la brecha digital pero la utilización de lo virtual no implicaba un gran uso de las TIC´ s, de un día para el otro sacamos toda la artillería para mantener la escuela en pie, - dice Rolo con una emoción que contagia -. Fue impresionante porque de un miércoles para un lunes la escuela se construyó de vuelta, todos y todas las docentes trabajaron desde lo virtual utilizando distintas plataformas".
Viviana recuerda cómo fue aquel momento donde se definió que los chicos y chicas no vuelvan a las aulas. En ese instante no pensaron en un "Uy" si no en "seguir adelante". Apelaron primero a los grupos de contacto más cercanos a través de WhatsApp, en una semana a Classroom y días después ya tenían operática el aula virtual de la Escuela Proa donde migran los contenidos y los chicos trabajan más ordenadamente.
En la ENA pasó algo similar, fueron buenas aquellas capacitaciones para que los profesores entiendan la importancia de ejercer la docencia cerca de la tecnología, pero hasta ahora había sido vista como "algo más"; hoy es la sustitución para poder mantener contacto con los chicos y una "dependencia total".
En el colegio trabajan con lo más universal que tienen que es un teléfono y WhatsApp porque, aunque el deseo sea grande no todos tienen acceso a internet o una computadora.
Rolo hace foco en el acceso y sostiene que "la conectividad a internet es una cuestión de justicia social, sin ella hay una serie de información que no llega". En su caso, independientemente que sea por WhatsApp o tenga que salir a hacer copias de los materiales y adaptarlos cree que la clave está en la comunicación con las familias y los chicos.
Kieffer coincide con sus colegas docentes. "La contra de todo este momento es que no todos tienen las mismas posibilidades y el sistema virtual puede acrecentar las brechas". En su caso intentan cubrir esos baches con la comunicación para saber qué medios alternativos emplear, por eso sostienen que "hasta el momento siempre han avanzado".
La sala de lectura espera por los estudiantes
Adónde ir
Desde hace tiempo la escuela sufrió una transformación, pero el sistema no se actualizó lo suficiente. Seguimos imaginando al profesor que es el encargado del conocimiento enciclopédico y lo imparte, no obstante, en la realidad "la escuela se ha transformado en un encuentro y su función hoy en día es la de ser un espacio para producir subjetividades".
Aiassa explica que "la escuela se corrió del espacio del conocimiento que hoy está circulando, pero la escuela es ese espacio de encuentro y por ahí en estos momentos donde el encuentro se dificulta, lo virtual permite eso", aunque los tres entrevistados sostienen que de ninguna manera puede ser permanente.
"El aula es necesaria esto no reemplaza al aula ni al encuentro personal, sostener lo virtual está bueno, pero no se puede de manera permanente. No será en términos de aprendizaje como arrancaremos, pero veremos juntos como avanzar en términos pedagógicos", reafirma Rolo.
Collino agrega que "esto es un quiebre y va a permitir repensar la forma de evaluar, el rol docente, porque esto visibiliza muchas cosas que tenemos que analizar para posicionarnos distinto frente a la tarea en el aula".
Cambió el paradigma - educativo - en muchas cuestiones, sostiene Rolo que el camino es incierto, pero busca transmitir ya no el conocimiento enciclopédico sino también lo social e importante para la vida, es decir cómo lograr la construcción de una sociedad justa y equitativa lejos del individualismo y la meritocracia".
Viviana piensa que "la pandemia debería cambiar ahora el sistema educativo, ya no va más el sistema que el profesor se para ante el curso e instruye, sino que debe guiar y enseñarle a tener espíritu crítico con la inmensa cantidad de información que tiene un chico y chica. Esta virtualidad es otra manera de evaluar y enfocar las cosas".
Las aulas esperan a los chicos, el sistema educativo materializa la necesidad de un profundo cambio.
La vuelta
Ana Collino imagina que cuando el timbre vuelva a sonar y los chicos vayan a sus aulas, ese día, el primero será una jornada de abrazos simbólicos, porque como dice Rolo los pibes van a la escuela porque les encanta si tiene cosas interesantes para ofrecerles.
Sin embargo, hay un temor de que esto se convierta en anécdota y que como reflexiona Viviana todo este mecanismo y esfuerzo pandémico - educativo quede en la nada y sea un parche, porque es una posibilidad de tener "un aprendizaje fuerte".
Estamos ante la posibilidad de cambiar las cosas para construir un mejor mañana, un mañana después de la pandemia.
Dicen que Roma no se construyó en un día y esa frase es harto popular, lo que no se recuerda siempre es la otra parte: se colocaron todos los días ladrillos a cada hora. Así hay que reconstruir nuestra escuela, nuestro sistema educativo, de una vez por todas.