Posverdad y pospolítica

Lo que viene ocurriendo luego del intento de asesinato de Cristina Kirchner denota, con mucha fuerza, el imperio de la posverdad. Los hechos que la Justicia ya debería tener esclarecidos no son lo central.Se perdió una magnífica oportunidad para que la esfera pública recuperase, aunque sea de modo tímido, la acción política como instrumento de cambio de la realidad.
En 2016, el Diccionario de Oxford declaró que "posverdad" había sido la palabra de ese año. Su significado establece que los hechos objetivos influyen menos en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal. Esto es, la verdad ya no es lo que es, sino lo que yo creo que es.
Lo que viene ocurriendo luego del conmocionante episodio de intento de asesinato de la vicepresidenta de la Nación denota, con mucha fuerza, el imperio de la posverdad. Los hechos que la Justicia ya debería tener esclarecidos no son lo central. Prevalecen las interpretaciones basadas las creencias personales forjadas en la adhesión o no a una facción política e ideológica, desde las más sensatas hasta las extremadamente ridículas.
El tremendo suceso ocurrido semanas atrás habilitó todo tipo de miradas "posverdaderas". Partiendo del descreimiento, pasando por declamaciones que hablan de supuestas responsabilidades en el armado de un burdo operativos de distracción política atribuidos por igual a uno u otro bando, y llegando al aprovechamiento insensato del episodio para conseguir mayor respaldo popular. Así, "lo que en las primeras horas parecía ser una oportunidad de unir a nuestra clase política y generar nuevos acuerdos democráticos, rápidamente se transformó en otro hecho diluido por la polarización. Todos los sectores se refugiaron en sus núcleos duros", afirmó el politólogo Jaime Durán Barba, y agregó que desde la sociedad se miró el intento de homicidio desde los sesgos ideológicos.
De este modo, proliferan en estos días los "hechos alternativos" -una "invención" del ex presidente estadounidense Donald Trump-. Defendidas como verdades absolutas, las discrepantes miradas sobre el atentado y su utilización política teñida de posverdades terminaron por horadar hasta el extremo la grieta en la viven desde hace tiempo los ciudadanos de este país.
Antoni Gutiérrez Rubí, el consultor político catalán que ha diseñado varias campañas políticas en la Argentina, escribió que "lo más peligroso de la posverdad es que necesita de pospolítica. En un posible remake de la definición del Diccionario de Oxford, la pospolítica sería "aquella en que los hechos objetivos influyen menos en la formación de las decisiones públicas que los pensamientos y creencias basados en los prejuicios, las obsesiones o las falsedades". Como rompe la cadena causal entre hechos y consecuencias y entre hechos y causas, la política se torna "un espacio imprevisible, sometido a los caprichos y los apriorismos; convierte lo público en una disolución de la responsabilidad. Es un ecosistema fértil para el autoritarismo".
Parte de la dirigencia política nacional no parece haber leído a uno de los especialistas que más consultan para definir sus estrategias comunicacionales. De otra manera, difícil sería comprender los arrebatos de estos días agitados en los que la posverdad dominó la escena política y, con ello, se perdió una magnífica oportunidad para que la esfera pública recuperase, aunque sea de modo tímido, la acción política como instrumento de cambio de la realidad.