San Francisco
Por más noches de vacunas
La “noche de las vacunas” convocó a numerosos vecinos que se acercaron a inmunizarse contra la gripe. La iniciativa oficial se destacó ante la llegada del invierno y el riesgo de infecciones respiratorias agudas.
En el mundo, cada año, con la vacuna se previenen millones de muertes. Por eso, estamos frente a uno de los logros más significativos en salud pública. Se afirma que con excepción de la potabilización del agua, las vacunas son la intervención más efectiva para reducir y prevenir el retorno de los padecimientos infecciosos.
En la Argentina, las infecciones respiratorias agudas son uno de los motivos más frecuente de consulta e internación, y se encuentran entre las cinco primeras causas de muerte Durante el invierno pasado, la gripe y otras patologías similares provocaron un crecimiento importante de fallecidos en el país, aun cuando las tasas de vacunación estuvieron en los índices esperados.
Por eso, es para destacar el suceso de la reciente “noche de las vacunas” en nuestra ciudad. Una buena cantidad de vecinos se acercó a los centros asistenciales donde se aplicaban las dosis para recibir la antigripal. Se informó que se vacunó a personas de entre 3 y 64 años con factores de riesgo como enfermedades respiratorias y cardíacas, diabéticos, inmunodeficiencias congénitas o adquiridas, pacientes oncohematológicos y trasplantados, entre otros.
Plausible resulta esta iniciativa oficial ante la llegada de la temporada fría en la que las infecciones respiratorias agudas graves se multiplican. Y saludable ha sido la primera respuesta de la población puesto que demuestra la toma de conciencia respecto de los beneficios de vacunarse contra la gripe.
Mucho más en un tiempo en el que los discursos antivacunas han ganado demasiado terreno debido, generalmente, a un creciente escepticismo en torno a la inmunización generado por teorías conspirativas sin ninguna base científica. Sería inadmisible que esta tendencia negativa convierta a las vacunas en víctimas de su propio éxito y que cunda el desinterés en la población, en virtud de que no se perciba como un riesgo la posible aparición de patologías graves que habían sido controladas con la vacunación.
Quizás ello se deba a que las distintas cepas del virus de la influenza han ganado en virulencia, por lo que la necesidad de vacunarse es aún más perentoria. Los números que se difunden en trabajos científicos son elocuentes para demostrar la efectividad de los operativos de inmunización contra esta enfermedad. Un trabajo epidemiológico realizado por especialistas de nuestro país y de Brasil señala que las tasas de mortalidad por infecciones respiratorias agudas graves disminuyeron en un sensible porcentaje en los adultos mayores de 64 años. En cambio, en los niños, se observó un claro descenso. El trabajo estableció que los niños entre 6 a 23 meses tenían mucho menor riesgo de morir si habían sido vacunados.
Más allá de los indicadores sanitarios, la “noche de las vacunas” es una estrategia que bien podría implementarse para inmunizar contra otras enfermedades potencialmente fatales. Y también para desterrar el discurso antivacunas, un fenómeno creciente en el mundo que elude cualquier consideración médica y no tiene en cuenta los enormes progresos que la humanidad ha logrado luego de aplicar este método de prevención.
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