Por la crisis, cayeron hasta un 50% las salidas de los abuelos
La pérdida de poder adquisitivo de los jubilados impacta en uno de los tradicionales lugares de diversión. El Club de Abuelos siente el peso de la inflación, sobre todo de la luz. Esta institución sostenida por sus socios y un grupo de dirigentes voluntarios que hasta ponen plata de su bolsillo para no dejar de abrir, recibe la mitad de público que hace un año. Llegó a tener 10 mozos, hoy cuenta con 2. "Congelan" precios de entradas y menú, pero no alcanza.
La crisis golpea fuerte el bolsillo de los argentinos y más duro el de los jubilados, que no llegan a fin de mes debido a la inflación. En ese contexto difícil, se achica la posibilidad de estas personas de acceder al ocio, deben priorizar la salud, la casa y el pago de impuestos.
Esa situación impacta directamente en el funcionamiento de la institución emblema de la diversión para la tercera edad en nuestra ciudad: el Club de Abuelos, que en 44 años de existencia, afirma que atraviesa en la actualidad uno de los momentos más complicados.
"Los abuelos no tienen dónde ir y no tienen por qué quedarse en su casa. Pero estoy preocupado porque si esto se muere, no queda más nada para ellos", dijo el presidente de la institución, Héctor Gentinetti.
De un tiempo a la fecha, los tradicionales bailes se realizan cada 15 días. Aseguran que el público se redujo a la mitad. "La gente viene mucho menos que antes, porque no tiene dinero. Con suerte pueden concurrir 400 personas, cuando hace un año atrás lo hacían más de 700 y hasta teníamos que cerrar para no dejar a nadie sin sillas", recordó en diálogo con LA VOZ DE SAN JUSTO.
El alto costo de abrir una noche
El costo por noche de baile significa para el Club de Abuelos el gasto de aproximadamente $50.000, el que apenas llegan a cubrir con lo recaudado a través de las entradas que abonan socios y no socios.
De hecho, no falta ocasión en la que miembros de la comisión directiva y los encargados de la cantina pongan dinero de su bolsillo para no cerrar las puertas ese sábado. "Hay meses que salimos 'derecho' para pagar los gastos fijos pero hay otros en los que tuvimos que poner plata nuestra para poder sostener todo y estar al día con los impuestos. Hacemos una 'vaquita' entre todos para llevar el club adelante", confesó Gentinetti.
Asfixiados por los impuestos y con menos personal
Para tener en cuenta, la boleta de Epec que recibe mensualmente el Club de Abuelos marca $12.000; gastan $10.000 para limpiar el salón una noche y una orquesta puede llegar a cobrar hasta $15.000 por show. "Lo que nos mata son las tarifas de los servicios, la luz, el agua y el gas se llevan todo lo que recaudamos", añadió el entrevistado.
En la cantina de Isidoro, que funciona desde hace 20 años en el salón de calle San Luis 1056, la situación también es complicada. Su propietario, Hugo Ávila, contó a este diario que abre "solo dos días a la semana la rotisería que conecta con el Club y tengo $7.000 de gastos solo de luz, por mes. Cada sábado que abrimos la cantina son $40.000 de inversión".
A esto, se suma el pago del recurso humano. Y los efectos de la crisis no tardaron en impactar en el empleo: mientras que llegaron a tener 10 mozos fijos, hoy el servicio lo brindan con dos.
También están los que trabajan en la seguridad y quienes atienden la boletería. "Todo es un gasto y mucho. Acá nos damos una mano entre todos porque si no, no se podría seguir adelante", afirmó Gentinetti.
Se la rebuscan pero no alcanza
El Club de Abuelos implementa estrategias para "no bajar la persiana". Para los socios, la entrada al baile tiene un costo de $100 y de $120, para no socios. Incluye un menú con entrada, plato principal y postre; el valor trepa a $350. Un precio razonable si se piensa en la disparada de precios de la canasta alimentaria, pero aun así, las autoridades del Club aseguran que éste no logra atraer más público.
Miguel Ángel Delgado, Héctor Gentinetti y Hugo Ávila analizaron la dura realidad que atraviesa la institución
"La previa" con mates
Quienes no optan por cenar en el Club, llegan con mate y torta en mano para hacer "la previa" al baile, que arranca a las 23, otros arriban con sándwiches, aunque la mayoría cae rendida ante la delicia de las empanadas de los Ávila. La carta también incluye sándwiches de miga, carlitos, pizza o picada completa y por supuesto, bebidas.
La "pachanga" se prolonga hasta las 4 de la madrugada del domingo.
Menos socios
Por motivo de la devaluación y la inflación, los jubilados perdieron 13 % de su poder adquisitivo en 2018. Una cifra que hace recordar a la crisis de 2001, pero para el Club de Abuelos, la época actual parece ser tan crítica como aquella.
Aunque esperan que repunte con los aumentos previstos para los primeros seis meses, cuando el haber jubilatorio mínimo ascenderá a $10.411,1 en el mes de marzo y a $11.534 en junio.
En tanto, y de acuerdo a un informe del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf), el salario de los jubilados y pensionados volvería a perder frente a la suba de precios en 2019 y ya se hace notar la merma de socios. El Club hoy cuenta con 70 personas asociadas que pagan una cuota $20 por mes pero hasta eso se hace difícil de cobrar. "El socio tiene muchos beneficios, un baile gratis y $20 menos en la entrada del segundo. Aun así, la gente se queja. Y se entiende. Si un abuelo gana $9.000 por mes de jubilación, ¿cómo hace para darse el gusto de divertirse? Es muy difícil que pueda hacerlo", señaló Gentinetti.
Una obra que espera
En el año 2012, la comisión comenzó con la construcción de un primer piso en la sede de barrio Roca, para albergar un salón de convenciones para 200 personas. A siete años de iniciada la obra, no pueden afrontar la inversión que demanda terminar el piso flotante y el techo. No cuentan con el dinero. "Hace mucho que queremos hacer obras en el Club y no podemos, menos vamos a terminar lo que tenemos en espera desde hace tantos años", dijo poco optimista Gentinetti.
La comisión con enorme esfuerzo sigue delante de manera voluntaria para no dejar a los jubilados sin un lugar para divertirse, pero se hace cada vez más difícil. "Lo que no nos deja bajar los brazos es la convicción de que los abuelos merecen divertirse como cualquier persona", indicó.
El salón de San Luis 1056, en barrio Roca
El prejuicio, otra batalla
La cuestión económica no es el único frente de batalla para el Club de Abuelos. Otro es el prejuicio que existe en torno a esta institución y sus bailes, a los que muchos consideran como "un lugar para los viejos".
Lejos de esa concepción equivocada, es el lugar por excelencia elegido por esos jóvenes de la tercera edad, donde la consigna es divertirse y compartir.
"La gente piensa que es solo para los abuelos, y en parte es verdad porque es para ellos, pero también viene gente de 50 años que busca divertirse. Este es un hermoso salón con servicio de primer nivel y todas las comodidades que requiere un espacio de este tipo", afirmó Ávila.
Informó que el 80 % de las personas que asisten los sábados o que alquilan el salón y servicio provienen de la zona. Llegan desde Arroyito, Morteros, Brinkmann, San Jorge, San Carlos y Rafaela. También se acerca gente de Rosario y las sierras de Córdoba.
"La gente viene a bailar, a divertirse y vienen de todos lados porque saben lo familiar y seguro que es el club", manifestó Avila.
"Nos ha pasado que madres de egresados asistieron al salón a una fiesta y quedaron sorprendidas porque no podían creer que teníamos en San Francisco un lugar como éste", agregó el cantinero sobre un espacio totalmente preparado también para recepciones.
El salón es grande, cuanta con una superficie de casi 2000 metros cuadrados y con capacidad para 900 personas sentadas y un gran escenario al fondo.
Con sus propias leyes
Para mantener en pie la envidiable organización que posee, el local se rige por normas instaladas por la Comisión del Club de Abuelos, que es la que toma las decisiones finales.
Gobierna a raja tabla un reglamento interno que debe respetarse. "Las mujeres no pueden ingresar con polleras cortas ni pantalones cortos, sin excepción alguna. Evitemos pasar un mal momento y tratemos de disfrutar de una maravillosa noche", advierte un cartel en el ingreso que obliga ser leído con atención, y acatado. Pues la diversión respetuosa es uno de los pilares en los que se poza esta institución.
Para el baile, hay reglamento
"Vestimenta decente y correcta acorde a la edad; la pareja de baile deberá observar correcta conducta; está prohibido el ingreso de bebidas (excepto, el mate) y ante mal comportamiento, la persona primero será observada y en segunda ocasión, retirada del local", acota.