Polémico modo de elegir abanderados

Eliminando el mérito solo se iguala para abajo. Inculcar amor a la Patria implica asumir el orgullo de portar su bandera por parte de quienes lo merecen por su estudio, su compañerismo, su responsabilidad, su disciplina y su compromiso.
Un fuerte debate nacional comenzó luego de que se difundiera la intención de las autoridades educativas de la provincia de La Pampa de quitar la figura del abanderado de una escuela como resultado del mejor promedio.
Según la subsecretaria de Educación de ese distrito, la bandera seguirá siendo portada pero no por "un grupo reducido con criterios de mejor promedio" porque son conscientes de los "contextos de desigualdad de aprendizaje" y que cada institución educativa puede decidir que "en un acto la lleven unos alumnos y en el siguiente otros distintos". Al puntualizar que la educación avanza hacia un "paradigma inclusivo", admitió que la implementación de la medida no será inmediata y que se respetarán los tiempos porque el ritual de la elección de abanderados "está arraigado socialmente".
Apenas conocida esta noticia, los cuestionamientos no tardaron en aparecer. Los que manifiestan su disconformidad sostienen que la verdadera inclusión implica reconocer el esfuerzo, la responsabilidad y el compromiso individual que debería seguir siendo reconocido con el fin de que se expanda a toda la comunidad escolar. Además, se sostiene que esta decisión refleja el intento de instaurar una ideología que ha tenido mucho que ver con la decadencia de la escuela pública en el país. Una visión que pretende "abolir el mérito e institucionalizar la mediocridad" de acuerdo a un "populismo educativo" que no iguala, sino que menoscaba valores esenciales.
La decisión de La Pampa no toma en consideración los antecedentes históricos que hicieron del sistema educativo argentino un orgullo nacional durante muchas décadas. Da a entender que los alumnos que viven en contextos no favorecidos no podrán nunca superarse ni tendrán estímulos para ganarse el puesto de abanderado. La historia otorga evidencias de que es todo lo contrario. Si la escuela trabaja como debe, el estímulo de superación personal y grupal se vuelve tangible y los resultados alcanzados son el más grande orgullo de miles de familias que pudieron progresar gracias a la posibilidad que tuvieron sus hijos de estudiar, lo que siempre ha supuesto dedicación y esfuerzo.
Es verdad, no obstante, que el mejor promedio no debe ser la única variable para la elección de los abanderados de una institución. En nuestra provincia, por ejemplo, la resolución que fija los criterios determina que los estudiantes que serán portadores de la bandera tendrán "las más altas calificaciones" y habrán "observado buena conducta, asistencia y puntualidad". Asimismo, la normativa señala que deberán "tener un promedio general, de todos los estudios cursados, no inferior al establecido para aprobar las asignaturas o áreas disciplinares, no haber sido reincorporado, excepto por enfermedad, tener debidamente justificadas las inasistencias en las que hubiera incurrido y haber demostrado un comportamiento conforme a los acuerdos escolares de convivencia de la institución que representa".
Quien encarne todos los valores expresados se halla, sin dudas, en condición de ser destacado. Y así debe ser. Porque eliminando el mérito solo se iguala para abajo. Porque devaluarlo en un tema no menor como la elección de un abanderado en una escuela significa también depreciar el respeto por los símbolos nacionales. Inculcar amor a la Patria implica asumir el orgullo de portar su bandera por parte de quienes lo merecen por su estudio, su compañerismo, su responsabilidad, su disciplina y su compromiso.