Periodismo a la mediterránea
Todo el periodismo navega en un mar de aguas turbulentas, de horizontes que se oscurecen. En Córdoba, aunque parezca absurdo, también sufre los mareos de ese océano embravecido que es la crisis global de los medios, donde lo que reina es la incertidumbre constante.
Por Julio C. Perotti | LVSJ
Digámoslo sin rodeos: la pretensión de una Córdoba irreverente, distinta, indomable, capaz de descollar muy por encima de la medianía de la Argentina, es apenas una ilusión que sólo sirve para alimentar y retroalimentarse de eslóganes políticos. En el contexto de una crisis tan global, es imposible creer que en este territorio mediterráneo las cosas son distintas. Y si no son diferentes para la sociedad, tampoco pueden serlas para el periodismo.
Hay esfuerzos desde muchos medios y periodistas en el buen sentido, pero también hay opacidades desde la tarea de construcción informativa cotidiana de quienes ejercen el poder en sus distintos niveles.
Arranquemos por el vaso medio lleno. Sí, sobreviven buenos medios que, aun con las limitaciones que impone una crisis general en la publicidad y, por ende, en su financiamiento, mantienen en alto la vocación de hacer periodismo y dar la pelea desde las distintas plataformas y redes.
En todos los casos hay una coincidencia en que la desinformación, bajo cualquiera de sus formas, es una enfermedad que va minando su principal capital, la credibilidad.
"Es imprescindible que cada medio transparente su contrato de lectura con la audiencia", sostiene el director periodístico de La Voz del Interior, Carlos Jornet.
El estudio del Foro de Periodismo Argentino (FOPEA) y Thomson Media sobre más de 1500 usuarios digitales en la Argentina, reveló que ocho de cada diez usuarios asignan más credibilidad a las noticias generadas por los medios periodísticos que a las que circulan entre los usuarios de las redes. Y esto, que se refleja claramente en Córdoba, puede verse como una virtud, pero claramente debe ser alimentada.
En ese sentido Sergio Suppo, gerente periodístico deCadena 3, considera que hay buenos modelos de periodismo de calidad, al mismo tiempo que existen lo que define como "ejemplos muy penosos de una deformación completa del ejercicio de la profesión".
En efecto, falta de verificación de las fuentes, deficitario o nulo chequeo de la información, escasa pluralidad de voces para la construcción o la reconstrucción de un hecho informativo, opiniones en lugar de hechos, son sólo algunos de los estigmas de esta mala praxis periodística.
La editora-jefa de Política deLa Voz del Interior, Virginia Guevara, comparte en gran medida esta perspectiva. Aunque advierte que el periodismo de Córdoba está alejado de la farandulización que prima en otros lares, Guevara admite la presencia de males nacidos del presente continuo en el que se construye información cada día. Señala que "la práctica profesional no escapa al generalizado fenómeno de la creciente inmediatez y es cada vez más notorio el déficit de chequeo y, en especial, de consulta a varias fuentes que aporten miradas diversas sobre un mismo tema".
En pandemia, la necesidad tiene cara de hereje y el apuro informativo es el diablo que mete la cola. Un ejemplo elocuente: una gacetilla mal leída, y mal interpretada, en un importante canal de televisión a media mañana generó una extensa e impresionante cola de gente que esperó, inútilmente, ser vacunada.
Otro caso aún más grave: la Policía mató por la espalda a un joven en un control en plena cuarentena. El flujo informativo se vio atravesado por versiones provenientes en gran parte de la propia institución policial que trataba de desligar la responsabilidad de dos de sus miembros, los que dispararon. Los medios habrían quedado enredados en una confusa trama policial de no ser por la presión social que los impulsó a investigar lo sucedido. Así, se determinó que los hechos no fueron como narraba el relato institucional.
El Estado silencioso
Hay más: el acceso a la información oficial es tan complejo en Córdoba como en el resto de la Argentina.
"No permitir el adecuado y oportuno acceso a la información oficial es también una forma de desinformación. Porque así, la información se entrega previamente seleccionada y recortada en función de los intereses y ocultamientos de una administración política, y porque nunca es posible hacer realidad plenamente el derecho de la sociedad a enterarse qué están haciendo los gobernantes con los recursos públicos". Quien lo plantea así es Sergio Carreras, un avezado periodista de investigación, autor de varios libros al respecto y fundador de Ruido, una red nacional de comunicadores, especialistas en datos abiertos y referentes de organizaciones civiles.
Guevara, de su lado, lo pone en estos términos: "El periodismo de Córdoba también muestra una riesgosa resignación ante la deficitaria disponibilidad de información pública de calidad".
Efecto pandemia
Aunque no es un fenómeno causal, algún grado de responsabilidad de estos pinchazos de crisis deben atribuirse a la pandemia.
Carreras considera que por la cuarentena se disminuyó "sensiblemente" la presencia física de los periodistas frente a las fuentes y los organismos, y que haberse extendido la virtualidad y las comunicaciones vía zoom o herramientas similares, "empobrece" el contacto con las fuentes informativas.
Suppo admite que todas estas carencias implican a su juicio un debilitamiento de las estructuras periodísticas, con su consecuente caída de la calidad profesional, menor cantidad de recursos humanos y un debilitamiento de "las posibilidades de independencia que los medios necesitan como condición básica y esencial".
Definitivamente, todo el periodismo navega en un mar de aguas turbulentas, de horizontes que se oscurecen.
El periodismo de Córdoba es mediterráneo, pero aunque parezca absurdo, también sufre los mareos de ese océano embravecido que es la crisis global de los medios, donde lo que reina es la incertidumbre constante.