Básquet
Pérez: “San Isidro me dio todo”

El preparador físico Daniel Pérez habló sobre los 25 años que lleva transcurridos en el club de la calle Corrientes.
Lleva cumplido un cuarto de siglo en su entrañable institución. Tiempo en el que estableció un estrecho vínculo con el básquet, deporte que lo apasiona y en el que sigue desarrollando la esencial tarea de optimizar la condición física de los jugadores en la alta competencia que significa la Liga Argentina.
Daniel Pérez (54), preparador físico del Club San Isidro, ha sabido recorrer un largo camino que se tradujo en un aprendizaje a nivel deportivo como personal. Trayectoria de 25 años que lo distingue por haber sido testigo presencial de diferentes sucesos que hicieron a la historia del baloncesto “santo” en el ámbito provincial y nacional.
Vigencia apuntalada en su calidad profesional y auténtica personalidad, atributos que lo llevaron a acompañar distintos procesos de entrenadores, aunque previo a ello también se colocó el buzo de DT en pos del engrandecimiento de la actividad.
En la actualidad el “profe” celebra orgulloso y agradecido la mitad de su vida transcurrida en lo que es también su casa, donde con la camiseta puesta supo poner el pecho a situaciones complejas, aunque felizmente fueron más las de disfrute.
En una nueva etapa y con la dedicación que lo caracteriza, Daniel continúa con su importante función, en plena celebración de sus “bodas de plata” junto al club de sus amores, ese con el sellaron una fidelidad mutua.
-¿Cuál ha sido el secreto de tu vigencia en el club?
-Fui haciendo y creciendo a lo largo de todos estos años, imagínate que la mitad de mi vida la pasé en el club. No sé si hay un secreto para la vigencia, pero siempre traté en todos los roles que me tocó cumplir en el club, hacerlo con la mayor dedicación y honestidad posible, siempre me fui perfeccionando.
Arranque como “profe” de inferiores, desde mosquitos hasta la sub-19, dándole una mano a “Pirincho” (Daniel Beltramo), luego Antonio Manno me acopló al equipo recién ascendido al viejo TNA, bueno, desde ese momento hasta ahora cumplí varias funciones dentro del club, en la pileta, escuela de verano, inferiores organizando torneos, minibasquet, pero siempre ligado al equipo de básquet profesional de la Liga.
Después hubo una interrupción donde hubo que hacer un reacomodamiento y ahí se da la llegada del actual presidente Alejandro Aimaretti, donde hubo que empezar a jugar desde debajo de nuevo, como los provinciales B y A.
Ahí me hice cargo del plantel, porque soy entrenador y después con el regreso de “Pirincho” al club me dediqué más a la parte física del equipo profesional.
-¿Y qué te dio San Isidro?
-San Isidro me dio todo. Hoy tengo un nombre dentro de la categoría gracias al club porque fue creciendo no solamente en estructura sino a nivel institucional, se ganó un prestigio gracias al trabajo de los dirigentes.
Me fui formando, creciendo a la par del club y a sus dirigentes les debo 25 años de trabajo, me supieron respaldar, hemos alternado épocas buenas, malas, y siempre me sostuvieron. El club siempre me consideró, me apoyó para que me vaya capacitando por todo el país. Siempre hubo una muy buena relación, entonces soy un agradecido de San Isidro.

-¿Padeciste una desilusión alguna vez?
-Por ahí tuve una temporada no tan buena en la que me tocó no estar en una buena comunión con un entrenador, pero no por eso me alejé del club, todo lo contrario. Fue un momento nada más, gracias a Dios el club siempre se portó muy bien conmigo. Creo que a lo largo de estos años demostré que tengo puesta la camiseta del club, también me siento parte del crecimiento, cuando “Pirincho” vino con algunas ideas de Europa las fuimos plasmando, entonces nos fuimos apoyando mutuamente para poder llevar al club al plano basquetbolístico en el que se encuentra hoy.
-¿A propósito con qué entrenadores te sentiste más cómodo?
-Sin dudas que Antonio (Manno) marcó una huella, no solo en el club sino en el básquet local, provincial y también nacional, hoy se puede ver cómo los equipos juegan cada vez a lo que Antonio hace 30 años atrás iba profesando.
Fue un adelantado y después tuve siempre a la par de Daniel Beltramo, que creo que fue el entrenador que más influyó en mí. Con Antonio trabajé un par de temporadas pero con “Pirincho” hace muchos años que trabajamos juntos.
Después con los demás entrenadores que pasaron por el club me llevé bien, trabajé con Maffei, Pagura, Arduh, Torre, aprendí cosas de cada uno de ellos, así que el saldo es positivo.
-¿Cuáles fueron los momentos tristes y felices que te tocó vivir?
-Uno tiene momentos marcados, como el descenso en Tucumán, situación de una gran tristeza por lo que impactó en el club, porque aparte de lo que significó la pérdida de categoría en la parte deportiva, también nos tocó una crisis muy grande en el club que estuvo cerca de ser rematado.
Bueno, de a poco se acercó gente nueva comandada por Alejandro Aimaretti, Carlos Berardo siempre estuvo ahí, César De Rossi, incluso hubo una comisión precaria que sostuvo el minibásquet.
Me acuerdo que en esa época vendíamos vino, azúcar, carbón, se fueron haciendo pequeñas cosas que fueron llevando al club adelante. Después vino la expansión, la transformación.
Y el momento de gran felicidad fue el ascenso conseguido al TNA cuando le ganamos a Alma Juniors en cancha de El Tala.
-¿Sos compinche con los jugadores?
-Con el preparador físico los chicos se abren mucho a igual que con el asistente, hablando cosas que por ahí no lo hacen con el entrenador. Ellos además escuchan nuestro consejo, en la parte nutrición, los regenerativos que a no todos les gusta, porque después de un partido no solo basta la parte de elongación sino hay que meterse en hielo.
En los viajes hablamos mucho, se le da contención, y de acuerdo a su estado emocional y físico le comunico al entrenador o kinesiólogo. En ese sentido el equipo interdisciplinario funciona muy bien, kinesiólogo, médico, preparador físico, estamos bastante en contacto.
-¿Hubo algún plantel que se distinguió por su contracción al entrenamiento?
-No quiere quedar mal con ninguno, hubo jugadores que tenían una forma de trabajar distinta en cuanto a su intensidad. Pero siempre lo nombre a “Santi” González que hoy colabora con el equipo en la parte de psicología, como un ejemplo a seguir. Por su conducta, disciplina, sus ganas de trabajar, era un tipo que te elevaba los entrenamientos.
Hoy por hoy los chicos que llegan saben con qué se van a encontrar, porque se les envía siempre con dos meses de anticipación una rutina de trabajo como para cuando llegan estén en órbita.
-¿Las lesiones son tus mayores rivales?
-Generalmente por la pretemporada el jugador se contractura, y después hay cosas que son mala fortuna como en una lesión grave, pero sin dudas que me achacó esas responsabilidades. Por eso tratamos de ponerlos a punto, de hablar con el jugador hasta donde poder llegar, si bien se hacen evaluaciones funcionales cuando vienen de cómo están, eso no quiere decir de que lleguen a lesionarse.
Tratamos de hacer todo lo posible para que el jugador llegue al inicio de la temporada en una situación óptima.
También es cierto que ese torneo que organiza la provincia previo a la competencia oficial, no es lo óptimo cuando tenes de 3 a 4 semanas de pretemporada, pero por una cuestión de publicidad hay que jugarlo pero es riesgoso porque se puede romper algún jugador.
Este año arrancamos con varias lesiones, pero gracias a Dios, los pudimos recuperar y ahora están diez puntos.

-¿Qué te dejo satisfecho en tu rol durante estos años?
-Mirá, siempre comento que cuando te encontras con jugadores que pasaron por el club te agradecen el trato humano que les diste como también la formación física que ahora les sirve en sus carreras deportivas. Ver triunfar a muchos en la Liga nacional eso es una gran satisfacción.
Haber dejado esa enseñanza de hacer gimnasio fuera de hora, crear ese hábito de entrenamiento en los chicos.
-A San Isidro lo consideras tu casa…
-Seguro, el club ha crecido en infraestructura, con muchas disciplinas, pero sin dudas que me siento como en mi casa, paso muchas horas del día ahí. Obviamente agradecer el apoyo de mi familia de bancarme en no estar en festejos familiares, actos escolares.
-¿Cuál es tu anhelo?
-El club siempre renueva emergía, esperanza y mi sueño sería poder ascender a la Liga Nacional estando en el cuerpo técnico. Esperemos seguir por varios años porque me siento útil, me capacito a diario, para darle otras herramientas al jugador a la hora de entrenar.
-¿Deseas agregar algo más?
-Agradecer a toda la familia de San Isidro que me dio la posibilidad en estos 25 años de desarrollarme como profesional dentro del club, y aguantándome en las buenas y las malas. Espero seguir dándoles cosas al club.