Análisis
Perdonar ofensas para construir la paz
El Papa Francisco, en su mensaje para la Jornada Internacional por la Paz, destacó la importancia del perdón para superar los conflictos. Propone una nueva arquitectura financiera, respeto por la dignidad humana y un fondo para combatir el hambre.
El Papa Francisco anticipó su mensaje de la Jornada Internacional por la Paz –que se celebra cada 1 de enero-. Bajo el título “Perdona nuestras ofensas, concédenos la paz”, reflexiona sobre la realidad del mundo actual y propone algunos caminos para que la humanidad revierta un panorama que el Pontífice califica como “devastador” debido a la destrucción de “nuestra casa común”, hecho que “alimenta los conflictos que están azotando la humanidad”.
Construir la paz implica un trabajo constructivo que siempre ha tenido voceros y emprendedores. Pero que, al mismo tiempo, sufrió los embates del odio y la crueldad. Sigue sufriéndolos. Los horrendos conflictos bélicos, sociales y económicos que aquejan hoy al mundo muestran la imperiosa necesidad de solicitar, asumir y aceptar el perdón reparador que permita renovar los esfuerzos para que la paz deje de ser una quimera en tantas geografías.
Aunque parezca una ingenuidad, perdonar las ofensas es una condición indispensable para que la humanidad alcance las condiciones básicas para encontrar el camino de la resolución de las diferencias y evitar acciones que hoy amenazan su existencia. Para ello, se impone renovar y proclamar el anhelo de que la convivencia pacífica. Que será resultado del mutuo respeto entre los pueblos, del reconocimiento de los Estados, de la vigencia de la libertad de los pueblos, entre otros postulados.
La mirada del Papa Francisco sobre esta problemática formula tres proposiciones para retomar el camino hacia la paz. En primer lugar, “el desarrollo de una nueva arquitectura financiera, que lleve a la creación de un documento financiero global, fundado en la solidaridad y la armonía entre los pueblos”. En segundo término, compromiso firme para promover el respeto de la dignidad de la vida humana para que toda persona pueda amar la propia vida y mirar al futuro con esperanza, deseando el desarrollo y la felicidad para sí misma y para sus propios hijos”. Finalmente, hizo un llamamiento a las jóvenes generaciones para que “en este tiempo marcado por las guerras: utilicemos al menos un porcentaje fijo del dinero empleado en los armamentos para la constitución de un Fondo mundial que elimine definitivamente el hambre y facilite en los países más pobres actividades educativas también dirigidas a promover el desarrollo sostenible, contrastando el cambio climático”.
Se podrá acordar o no con estas propuestas. Pero es un llamado que interpela. Porque “la paz no se alcanza sólo con el final de la guerra, sino con el inicio de un mundo nuevo, un mundo en el que nos descubrimos diferentes, más unidos y más hermanos”, dice el Pontífice. Claro que, para ello, el ánimo de perdonar las ofensas debe estar siempre presente.